domingo, 17 de febrero de 2008

Indicios, sabiduría y valentía: "mujer transgenero"

Al momento de ingresar a un Grupo o Forum, de aquellos serios en verdad, yo siempre intentaba exponer por que era importante para mi, saber que era yo en realidad. Para esos tiempos, ya el frecuente rito de vestir prendas femeninas, había derrotado a las preocupaciones éticas o religiosas. Sobre este último punto hablaré más luego, por que si de una cosa estoy segura, es que Dios me ha protegido durante todo este tiempo. Pero digamos que persistía la idea de cómo podía ser que, sin proponérselo, una persona que habiendo nacido “hombre” y hecho una parte de su vida como “varón”, y que como tal, hasta me había casado con uno de los seres más extraordinarios de la tierra, una mujer biológica, podía tener sentimientos que yo reconocía como indudablemente femeninos.

En esos Grupos o Foros, muy pronto, como es lógico en toda comunidad o grupo colectivo, siempre eran las personas más reflexivas las que te salían al paso inmediatamente, para aconsejarte diciendo que "el intentar saber que eres, es una forma de “clasificarte” o “encasillarte” en un concepto predefinido y que eso inútil y frustrante". Lo mejor-aconsejaban- era "simplemente aceptarte como eres y vivir la vida tal como se te ha dado y vivirla lo más feliz posible". La verdad, de hecho, ese consejo no me satisfacía ni me tranquilizaba, más aún, cuando en aquellos momentos me era difícil (quizás por mera casualidad), encontrar personas parecidas a mí.


Algunas “chicas” me conversaban lo extraordinariamente erótico que era ponerse una trusita y de cuando en cuando, llevarlas debajo de la ropa de varón. Pero eso no era lo mío. Algunas otras me hablaban, en ese mismo sentido, de las ropas femeninas como faldas, blusas, maquillaje, pelucas, de sus salidas a la calle, etc., ¿pero qué de los sentimientos? Yo les preguntaba insistentemente sobre ellos. En ese tiempo, no conocía casi nada sobre el asunto de la "identidad de genero". Noooooo, me decían, “yo soy hombre, solo lo hago por placer, por sentirme bien, por relajamiento, y por que no, para masturbarme mas rico”. Yo también, y no ha diicultad en confesarlo, cuando comencé, lo confieso, también lo hacía, pero pronto me percaté que, para mi, eso era algo muy “raro”: ¿tener que vestirse de chica para sólo masturbarse?, ¿no era eso depender del travestismo para masturbarse?, pero nuevamente, ¿y los sentimientos qué?

Con esta última interrogante, la pregunta se volvía de revés: ¿depende de tu deseo de masturbarte (o igual, pasar un “momento” sumamente erótico y placentero íntimo), el que decidas vestirte o no?

Con el tiempo, me propuse como tarea, averiguar que significaba todo eso. La “prueba” era vestirme de chica sin necesidad de masturbarse. No me costo mucho o nada. Podía vestirme de chica y no me masturbaba. En realidad, eso fue una forma de constatar si mis sentimientos femeninos eran artificiales e inventados por mi misma, o si es que estos iban más allá del acto masturbatorio y eran efectivamente genuinos. La respuesta de aquella “pregunta al revés” fue: No. el vestirme de chica no dependía ya de un deseo masturbatorio o de pasar un “rato” auto-eróticamente placentero. Me vestía así, por que simplemente era yo. Era un primer indicio de lo real y no ficticio de una personalidad enteramente femenina.

Por supuesto, ¿quién no siente la sexualidad y el erotismo a flor de piel cuando nos ponemos completamente una bella ropa interior femenina de lencería?, ¿una trusita y unos brasieres de encajes, una tanguita o hilo dental, unas medias negras ajustadas con filos de encaje, unos ligueros provocativos, un cortset apretadito que va marcando tus curvas femeninas?, ¿una peluca que asemeja a una cabellera, larga o corta, pero femenina? Eso lo sienten hasta las mujeres biologicas, por que lastimosamente, esas ropas se crean pensando en ellas. Yo también sentía eso, y lo compartía con otras amigas que me decían “creo que soy travesti”. …pero…cuando yo les hacía conversación y le decia, “Esta bien eso de la lencería, pero ¿cómo gustas vestir, vamos a decir, “por encima”? Ahí el tono de la conversación comenzaba a cambiar. Las chicas mostraban su extrañeza frente al tema, como diciendo, “pero cómo, ¿la idea no es “jugar” a ponerse ropa sexy para excitarse o para verse “como” una verdadera mujer?, por que si no es para “jugar” o “transformarse”, entonces, uno puede ser homosexual. No, yo soy travesti heterosexual"

Yo hablaba de faldas, pantalones, blusas, remeras (polos), de cómo se visten las chicas actualmente, de cómo me encanta la ropa casual, las minis faldas (por que creo que me quedan bien) y los tops ajustaditos, (y eso a pesar de mi edad!!!!, jajajajaja). Yo creo que aquí hubo un segundo indicio de diferenciación. Por supuesto que, seguramente, al principio también habré pensando de la misma manera que mis amigas, pero en mi caso, esas ideas no duraron mucho, casi nada. Desde siempre considere muy hermoso, erótico y sexualmente atrayente, por su simbolismo, ponerse ropa intima y lencería femenina sexy. Pero en general, ¿dónde se usa la ropa interior?, pues debajo de la ropa o para ocasiones muy “especiales”, ¿no?. Pronto me di cuenta que la feminidad de una persona no puede reducida a tan solo un “momento”, por más excitante que sea, en la que se usa solo ropa interior de mujer.¿Cómo me gusta vestir a mi?, pues como viste cualquier mujer, con ropa intima claro, pero debajo de la ropa, y esta no es para estar enseñándosela a cualquiera, a no ser que una se crea una modelito o una especie de “mujer 10”, o se este postulando para “she-male” o “travesti”.

En el trabajo, era y es sumamente molesto y hasta irritante, el tener que estar soportando las poses de los compañeros varones, sus chistes, sus historias sobre supuestas y reales hazañas amorosas y sexuales, sus potencialidades amatorias, sus infidelidades y sobre todo, los comentarios machistas sobre la mujer. Y sobre todo, de aquellas que habían tenido relaciones con ellos, relaciones narradas con sumo lujo de detalles frente a un auditorio habido de escuchar esas “historias”. Siempre me “solidarizaba” con ellas. Cierta vez, en una oficina, una secretaria me contaba con muy sentida preocupación, los problemas familiares con un esposo separado de ella, y como eso repercutía en la crianza de sus hijos. No medí mi posición y me lance con todo a hablar sobre la cobardía y la inmadurez de “los hombres”. A ella le pareció excelente el comentario, pero un varón que estaba en un escritorio contiguo y al que no había visto, me grito burlonamente, “ X no sabia que eras así!! que eras “raro”- que no es sino una forma de decir “maricón”- y se río. La verdad es que me sonroje, no tanto por lo que dije o por lo que opiné, sino por haberme puesto al descubierto sobre mis verdaderos sentimientos tan fácilmente.

La verdad es que a esas alturas del partido, la personalidad femenina era no sólo sentida y corroborada, sino que mis sentimientos ya no los consideraba como los de un “varón”. Pero acaso, por sentir esos sentimientos, ¿no sería una persona “transexual”? Explore mucho el tema y la verdad que a esta fecha, no creo haber tenido, no creo tener, ni creo tendré, “Disforia de Género”. Por el momento, “ahorita” como se dice, no tengo el más mínimo interés en procesar una “transición transexual”, ni realizar ninguna cirugía de reasignación sexual. Me interesa, eso si, lo que concierne a una “transición transgénero”, en los términos descritos en las otras entradas.


Pero….¿podré hacerlo?, ¿cuanto he avanzado en mi feminización? Son preguntas que después me las responderé. Por ahora, debí enfrentarme a un reto subjetivo mucho mayor. Yo había terminado reconociendo lo justo, legítimo y sobre todo, real, que es que a las personas HaM transexuales se les llame “mujer” (hay un debate entre ellas, si decirse “mujer transexual” o “mujer” simplemente). Yo no tengo dudas en eso. Pero, ¿llamarme a mi misma “mujer”? la consideraba la más grande de las osadías. Ser una personalidad “femenina” quizás, pero ¿”Mujer”?, ¿cómo, sino era transexual?

Ha sido en esta búsqueda que encontré la definición de lo que es ser una “mujer transgénero”, aquella que como yo, tiene una personalidad y una identidad de género que reconoce como femenina, aún cuando haya nacido biológicamente como “hombre” o como “varón” o mejor, como “macho” de la especie, que puede tener cualquier “preferencia sexual”, aún la “ginefilia”, que desea adecuar su físico para hacerlo congruente con su sexo psicológico o su “identidad de genero”, pero que no le interesa modificar, al menos por ahora, sus genitales, pero lo más importante, que desea intensamente hacer una vida social e intima congruente con su género, de manera permanente. Si eso correspondía, no tanto a mi situación real externa, la cual en verdad esta aún muy lejos de eso, sino a mi identidad, tome la valentía de autodefinirme como una “mujer transgénero”.

Y digo bien, valentía, por que quizás sea yo misma la más fiel testigo de mis resistencias y tercos reparos a asumir esa definición tan compleja y difícil como es la de ser “Mujer”, aún una “mujer transgénero”. Pero al igual que nuestra propia condición “transgenérica”, que no es una condición voluntaria ni arbitrariamente optada (si así fuera, cuanto llanto y sufrimiento hubiera podieramos evitar), así tampoco, mi auto-definición es voluntaria o arbitrariamente optada. Es simplemente reconocer lo que realmente siento y pienso. Lo que realmente soy.

Y juro que desde que decidí valientemente por esa auto-definición, que data tan solo de hace unos cuatro meses atrás, se podría decir que termine o cesó mi búsqueda. Es cierto, se han abierto decenas de nuevas interrogantes y se me han planteado o sumado otros retos y óbstaculos más, pero desde ese momento gozo de la tranquilidad y de la paz conmigo misma. Corroboro lo que las chicas con mayor entendimiento o sabiduría, habían dicho, que lo que se alcanza cuando una llega a conocerse y aceptarse, es esa tranquilidad y esa paz interior, pero en mi caso, no bastaba que alguien me lo dijera ni me lo aconsejara sabiamente. Debí emprender mi propia búsqueda y llegar por mi misma a esa primera meta.

Desde ese momento, con mi propia auto-aceptación, ahora ya es posible vivir mi propia vida, tal como se me ha dado, y vivirla lo más feliz posible. Eso intento.


*Las fotos fueron posteadas para el Grupo "Trujillo TV" por Jonathan, uno de sus más extraordinarios y admirados impulsores.



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