En un país machista como Serbia, era un hombre entre los hombres: mayor
del ejército en una cultura militarista que glorifica la fortaleza
masculina. Era el marido y padre perfecto en una sociedad que enarbola
los valores familiares. Pero durante toda su vida el militar sintió que
vivía una mentira: En el fondo, era una mujer.
El año pasado dio la cara y le dijo a su familia y a sus superiores que
era Helena. De inmediato inició una terapia para ser hacerse mujer. No
duró mucho tiempo más en el ejército, que le pidió la renuncia, diciendo
que "representaba una amenaza para la reputación" de ese cuerpo.
En
abril, Helena se apuntó una importante victoria cuando un organismo
oficial de derechos humanos dijo que el ejército la había discriminado
al afirmar que podía mancillar su honor.
Hoy Helena, de 43 años, aparece en público en ropas de mujer y tiene su
cabello teñido de rubio. No quiso dar su nombre antiguo, de varón, para
proteger a su ex esposa y sus cuatro hijos, pero no le molesta que la
fotografíen o la filmen con su nueva identidad.
Helena ha pasado a ser una de las pocas figuras públicas de la comunidad
transgénero de Serbia, que vive en las sombras, bajo el temor constante
de sufrir agresiones motivadas por la intolerancia. A lo largo y ancho
de los Balcanes hay poca aceptación de gays, lesbianas, bisexuales y
transgéneros y varios desfiles del orgullo gay han sido suspendidos en
Serbia por episodios de violencia.
"Estoy peleando por los derechos de todas las personas humilladas",
declaró Helena a la Associated Press en una entrevista. "Es una batalla
por todos los que no pueden disfrutar de su derecho humano básico de ser
igual a los demás".
Helena habló con la AP en la casa de un amigo en el centro de Belgrado,
prolijamente maquillada y luciendo jeans ajustados y un sweater.
Sonriendo mientras tomaba café, habló con calma sobre su decisión de
someterse a un programa de cambio de sexo que incluirá una operación. La
decisión tuvo consecuencias graves --su separación de su familia y el
fin de su carrera militar--, pero Helena dice que se siente "estupenda".
"Es como salir de una jaula", comentó.
El conflicto interno de Helena comenzó de pequeña, cuando era criada en
una pequeña ciudad por una familia de militares. De muchacho, Helena se
dejaba crecer el cabello para poder hacerse rizos. Cuando estaba sola,
se probaba la ropa de su madre y salía a la terraza, para sentirse mujer
aunque fuese un momento.
Pero era impensable ir más allá de eso en una ciudad en la que cualquier
indicio de feminidad era visto como una debilidad. Se sentía
confundida.
Pensó que algo no funcionaba con ella y trató de sacarse la
mujer que llevaba adentro.
"Y qué mejor lugar para matar esa mujer que en el ejército", expresó
Helena.
Completó sus estudios militares y se casó joven, otra forma de
"curación". En los 22 años siguientes sirvió al ejército y llevó la vida
de un hombre de familia. Pero al mismo tiempo fue construyendo una vida
paralela y poniéndose en contacto con elementos de la comunidad
transgénero.
En el 2001 fue detenida por la policía vestida de mujer y fue suspendida
por un tribunal militar disciplinario. Apeló la sanción, que fue
anulada a los siete meses. Pero a partir de ese momento la vida en el
ejército no volvió a ser la misma. Relata que "todo el mundo se callaba
cuando yo entraba a un salón".
El año pasado, Helena finalmente dio a conocer su verdad. No resistió la
presión del ejército para que se jubilase por adelantado, pero la
espantó la idea de que se dijese que empañaba su reputación. Con la
ayuda de una organización de derechos humanos, Helena llevó su caso a la
oficina encargada de combatir la discriminación en Serbia.
Y en un fallo histórico, el Comisionado para la Protección de la
Igualdad le dio la razón. Nevena Petrusic, cuya oficina fue creada para
satisfacer los requisitos para ingresar a la Unión Europea, le dijo a la
AP que había recomendado al ejército ofrecerle a Helena una disculpa
por escrito.
El ejército todavía no lo ha hecho y no respondió a pedidos de
entrevista de la AP. Las recomendaciones de Petrusic no son de
cumplimiento obligatorio, pero son seguidas de cerca por los
funcionarios que observan el cumplimiento de las reformas exigidas por
la UE.
Petrusic lamentó que Serbia no tenga leyes sobre las personas que se
someten a un cambio de sexo. Mencionó un caso en el que una universidad
se negó a darle un diploma a una persona que se había cambiado de sexo
luego de completar sus estudios. El estado, según Petrusic, "ignora el
hecho de que estas personas viven entre nosotros y eso es inadmisible".
El ministro de Defensa Bratislav Gasic ofreció disculpas públicamente a
Helena en enero, pero no lo hizo por escrito. Y niega que haya forma
alguna de discriminación en las fuerzas armadas, donde las mujeres
sirven junto a los hombres.
Helena dijo que el dictamen era importante porque de ahora en más "no
van a decir que soy una persona enferma". Y también porque alentará a
otras personas de la comunidad LGBT.
La organización de derechos humanos
Egal, que ayudó a Helena a presentar su caso, dijo que el fallo tendrá
repercusiones en todos los Balcanes, donde impera una mentalidad
conservadora.
La decisión de asumirse como mujer, dijo Helena, le trajo paz interior y
libertad. A medida que pasa el tiempo, gana confianza y ya no tiene
miedo de caminar por la calle o de tomar el transporte público.
"¡Eso pasa porque soy tan buena con el maquillaje!", señaló.