jueves, 29 de septiembre de 2011

TRANSEXUALIDAD: ORIENTACIÓN, NO ENFERMEDAD

Juan Fernando González G.

La persona transexual candidata a reasignación de sexo debe pasar por largo periodo de adaptación y observación para determinar si podrá adecuarse a sus nuevas circunstancias. En ese recorrido, el apoyo de psicólogos y psiquiatras resulta fundamental.

Por lo general, el ser humano no se plantea el problema de saber cuál es su identidad de género porque no hay disociación entre ésta y su sexo anatómico de nacimiento. Sin embargo, en ocasiones existe conflicto entre este rasgo corporal y aquél al que pertenece el cerebro. Las personas que han nacido bajo esta circunstancia se reconocen como transexuales.

Transexual es, entonces, la persona que encuentra seria y profunda disconformidad entre su sexo psicológico y los caracteres sexuales que manifiesta su cuerpo. Hay que ser muy claros: no está loco ni es un farsante, sino que es plenamente consciente de estas dos fases.

Mucha gente piensa que estas personas sufren una enfermedad, tal y como lo marca el Manual de Diagnóstico Psiquiátrico DSM IV, que señala expresamente que la transexualidad es un trastorno de la identidad sexual.

No obstante, hay evidencias que apuntan en dirección opuesta y, por ello, organizaciones de transexuales en todo el mundo luchan para que esta afirmación sea borrada en 2012, cuando la Asociación Psiquiátrica Norteamericana se reúna para revisar y actualizar dicho manual.

Es común que las personas transexuales narren que se han sentido parte de otro género desde siempre y, por ello, desean que su comportamiento no sea tachado como enfermedad. Además, diversos estudios han concluido que estos individuos, desde la misma infancia, tienen una conducta propia del sexo opuesto, aunque ellos todavía no son conscientes de lo que les sucede; después, durante la adolescencia, pueden tener periodos en los que procuran comportarse según sus caracteres biológicos, esforzándose por olvidar su problema.

Resulta, en realidad, que estas personas viven un rol para el que no están preparadas. Claro está que, por la crítica social que enfrentan, aprenden a manejar “su papel”, recitan sus líneas de acuerdo con lo que esperan los demás y, al final, se comportan como hombres o mujeres muy convincentes sin necesidad de tener que pensar en ello. Empero, esto no significa que estén a gusto, y la verdad es que viven inquietos y ansiosos todo el tiempo.

Que se abra la discusión
El hecho de ser mujer y vivir con cuerpo de hombre, y viceversa, es un tema sumamente controvertido. Sin embargo, lo primero que cada individuo debería hacer para tratar de comprender esta situación, sostiene el médico psiquiatra Alfonso Martín del Campo Laurents, coordinador del departamento de Salud Mental del Hospital General de México (HGM), en el Distrito Federal, es ponerse en el lugar de la persona que vive en esta circunstancia y ser sincero consigo mismo.

Mucha gente que se dice transexual, comenta el prestigiado psicoterapeuta en exclusiva para saludymedicinas.com.mx, busca corregir la disociación que hay entre su mente y su cuerpo mediante un “cambio de sexo”, pero antes de pensar en dicha posibilidad es necesario realizar una serie de pruebas.

En principio, abunda, “debemos señalar que la denominación correcta de lo que se conoce como ‘cambio de sexo’ es reasignación o afirmación de género, toda vez que este proceso no supone una transformación para la persona, sino la confirmación de lo que siempre ha sido”.

Existe ya una experiencia importante en el seguimiento de casos de transexuales con operación de reasignación de sexo; de hecho, se sabe que esta cirugía ha ayudado a un número importante de personas a ser más felices y tener una vida más productiva. Sin embargo, hay que aceptarla y llevarla a cabo hasta que se compruebe que el candidato(a) ha sido correctamente diagnosticado como transexual, cuenta con un medio social y laboral estable, y ha desempeñado un rol del género opuesto durante un tiempo prudente.

Las personas transexuales en dichas circunstancias deben someterse a intensa evaluación y asesoría psicológica o psiquiátrica, señala el Dr. del Campo Laurents, “no para convencer al sujeto de renunciar a su transexualismo, sino para determinar la viabilidad del drástico e irreversible proceso de reasignación de género. Podría ser que el individuo no sea realmente transexual, sino que pasa por un cuadro de homosexualidad egodistónica (hay molestia por ser homosexual), en cuyo caso los efectos del tratamiento podrían ser devastadores”.

Otro ejemplo sería el de un travesti al que se le recomiende cambiar de género, cuando en realidad es una persona que vive feliz tal como es, aunque le agrade ocasionalmente tomar el papel del sexo opuesto. Por tanto, un transexual debe ser evaluado por un consejero psicológico experimentado para estar seguro de que su condición es real e iniciar la parte médica del tratamiento.

“Para ser coherentes, y poniendo como ejemplo lo que sucedió con la homosexualidad, que se entiende como orientación y no como trastorno, debemos pactar que ser transexual tampoco es una enfermedad. El problema es saber si realmente se trata de una mujer dentro del cuerpo de un hombre o viceversa, o bien, si se trata de una idea delirante. Si no se valora con exactitud a este tipo de pacientes y se lleva a cabo una cirugía, se puede provocar un suicidio, y no es una exageración”, señala el experto.

Para ilustrar lo anterior, basta con citar el caso de Inglaterra, donde el Estado financia este tipo de operaciones luego de cumplir con un proceso que puede durar hasta tres años, ya que se debe contar con firmas de autorización de todo el equipo multidisciplinario que participa en una reasignación de sexo.

“Viví una temporada en Manchester, donde hay una clínica de transexualismo, y me di cuenta de que el proceso es largo y complejo. En México trabajamos apenas en la definición de criterios acordes a nuestra realidad, pero es un hecho que el psiquiatra es fundamental para definir si hay certeza plena de la decisión del paciente. Es una gran responsabilidad y, por ello, requerimos de un protocolo que pueda seguir cada uno de los especialistas implicados (endocrinólogo, cirujano, psicólogo, psiquiatra, trabajador social) para reducir el margen de error”, concluye.

Gran foro

El Dr. Alfonso Martín del Campo Laurents se ha dado a la tarea de organizar una reunión científica en rorno al transexualismo, la cual promete dar magníficos resultados.

Algunas de las presentaciones abordarán temas como la definición y clasificación de los estados intersexuales y de transexualismo, la estructuración de la identidad, la construcción de la identidad lésbico gay, transgénero y bisexual, así como la presencia de trastornos de la personalidad en la transexualidad. De hecho, esta última exposición correrá a cargo de la Dra. Celbia Miroslava Guerra Moctezuma, perteneciente al departamento de Salud Mental del HGM.

Por su parte, la Dra. Verónica Delgado Parra, psiquiatra y terapeuta sexual de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, A.C. (Amssac), ofrecerá una charla acerca del proceso de reasignación de sexo, y una más donde abordará el tema de la valoración del paciente transexual.

Por su parte, el prestigiado urólogo Jorge Jaspersen Gastélum, presidente de la Sociedad Médica del Hospital General de México, ofrecerá una conferencia en torno a las disfunciones sexuales y la diversidad sexual, mientras que la Dra. Gloria Eugenia Queipo García, adscrita al Servicio de Genética del HGM, hablará sobre la genética de la homosexualidad.

Estos son sólo algunos de los temas que se tratarán el próximo 24 y 25 de mayo. Si desea mayores informes puede comunicarse al teléfono (01 55) 2789-2000, extensión 1164, en la Ciudad de México, o escribir al Dr. Alfonso Martín del Campo al correo electrónico duerme_bien@hotmail.com.

Procedimiento

Cuando se toma la decisión de realizar una reasignación de sexo, el paciente recibe el nombre “transexual pre-operado”. El primer paso a seguir consiste en administrar tratamiento hormonal para que el individuo se adentre en su nuevo rol y se adapte a la sociedad en el lugar que ella/él considere correcto. Por supuesto, durante todo este periodo la asesoría psicológica o psiquiátrica debe estar presente, pues es necesario que pasen años para aceptarse en una nueva posición social.

La mayoría de los protocolos de reasignación tienen como requisito que el candidato viva y se desenvuelva en su nuevo rol entre 12 y 18 meses antes de autorizar la cirugía de afirmación de género. Esta fase se denomina “Test de vida real” o RLT (por sus siglas en inglés), y se realiza para corroborar que tanto el paciente como el consejero psicológico se encuentran plenamente convencidos de que la intervención será de ayuda y no dañina.

Es aquí que entra al juego un psiquiatra capaz y experimentado, toda vez que se requiere una evaluación más para confirmar que la operación es apropiada y que el individuo sabe con precisión a lo que se enfrentará a partir de ese momento.


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