domingo, 4 de diciembre de 2011

Aregentina: Adriana Mascheroni, “ser transexual no es una elección” (*)


La protagonista de esta historia pasó 33 años de su vida intentando negar lo innegable y torcer un destino imposible de alterar. Hasta que algo en su cabeza hizo “clic”, un “clic” más que oportuno (según ella misma destaca).

“La disforia de género no es una cuestión de elección y autoconstrucción. Yo nací hombre y veía imposible ser una mujer. El llegar a esto es un proceso que se fue dando durante toda la vida. Imaginate, yo no quería aceptar ser una mujer, quería ser un varón. Miraba a mis amigos y quería ser como ellos, lo que me resultaba muy difícil y traumático, trataba de evadir la realidad, aún a costa de mi salud que se fue deteriorando. Es obvio que todo esto no es una elección personal”, cuenta.

Adriana será sometida mañana a la operación de “reasignación de sexo” en La Plata, en lo que representa el primer caso mendocino en el que la Justicia autorizó la cirugía.

Asimismo, la transexual critica con dureza al proyecto de Ley de Identidad de Género que el miércoles tuvo media sanción en el Congreso de la Nación. “Se está metiendo a todos en la misma bolsa, en la misma ley: a lesbianas, gays, travestis y transexuales cuando en realidad este es un punto de vista erróneo y necesitamos hablar de necesidades distintas”, agrega.

Asumiendo lo que es

Con un tono de voz en el que mezcla la emoción y al mismo tiempo intenta mostrarse fuerte y decidida (tal como está), Adriana se remonta a varios años atrás. En su memoria viaja a esos años en los que, en vano, intentaba cambiar la historia. Y hoy, con orgullo, no oculta el esfuerzo y la naturalidad con que finalmente asumió quién es. Aunque le costó, y mucho.

“Después de mucho negarlo, de intentar escaparme por caminos que nada tenían que ver, llegó un punto en el que me di cuenta que tenía que pasar por esto. Es que estaba cada vez peor, esperando que algo mágico pasara y que todo pudiese cambiar. Pero es algo que no cambia ni va a cambiar nunca”, sostuvo en diálogo con Los Andes.

Adriana se detuvo en una salvedad que considera más que oportuna y que muchas veces se confunde. “Orientación sexual no es lo mismo que identidad sexual. Por ponerlo en un ejemplo más que gráfico, la orientación sexual pasa del cinturón para abajo, mientras que la identidad sexual va del cinturón para arriba. La identidad pasa por sentirse una mujer por dentro, en todo, y no sólo en la orientación”, explica.

Cuando la asistente del estudio jurídico cumplió 33 años, preocupada por su situación personal, dejó de nadar en vano contra la corriente y, quitándose la venda de los ojos, comenzó a averiguar sobre el trastorno de disforia de género.

Allí averiguó que se genera entre la séptima y octava semana de gestación en el vientre materno. Independientemente del sexo genital, como consecuencia de una falla en la hormonización en el sistema nervioso del embrión (se desconoce qué es lo que la origina), el cerebro se conforma a contramano del sexo genital-gonadal.

“La personas travestis consideran que lo suyo es una cuestión de elección y de autoconstrucción, y no tiene nada de malo si así lo fuere. Pero el transexualismo no y es todo un proceso que hay que acompañarlo psicológica y psiquiátricamente”, indicó, explayándose un poco en el principal argumento por el que consideran que la Ley de Identidad de Género, tal y como está planteada, está plagada de errores.

“Llegó un momento en que me di cuenta que tenía dos caminos: o empezaba a investigar y averiguar sobre mi caso o seguía intentando ser un hombre, algo que no era ni sentía e iba a ser todo en vano. Y ahí me di cuenta que no podía mentirme a mí misma y que se me abrían dos caminos más: o hacía esto (asumirlo y decidir operarme) o me suicidaba. Sabía que no iba a ser fácil”, reconoce.

No es lo mismo

Más allá de los colectivos que, por lo general, engloban a las lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, Mascheroni considera que es preciso diferenciar y dejar en claro que “no es todo lo mismo”.

“Un travesti, por ejemplo, es un hombre que se presenta con aspecto femenino, pero no tiene la necesidad de ser mujer, sólo aparentarlo y en su mayoría rechazan la alternativa de hormonizarse y operarse”, ejemplifica la transexual, quien justamente resalta que pese a haber nacido con el sexo genital masculino, es preciso referirse a ella como “la”.

A diferencia de los grupos LGBT -que son amplios y con fuerte presencia-, para Adriana quienes sufren disforia de género “somos pocos y no nos interesa salir a la palestra. Tal vez por eso ni se nos consulta”.

“Está comprobado científicamente que la disforia de género es de nacimiento”, sentencia.

Adriana Mascheroni Garzón tiene 40 años, trabaja como asistente de un estudio jurídico de la provincia y nació con una condición que no es detectable en los primeros años de vida, pero que sí se va evidenciando con el pasar de los años: la disforia de género (conocida popularmente como transexualismo).

COMENTARIOS

Me gusto la entrevista y me gusto las declaraciones de Adriana, por que pone en evidencia lo que nos pasa a muchas pero que es muy deificil de explicar y por supuesto, de entender, lo que llamaría la paradoja del tiempo: Una demorá un relativo tiempo para reconocer y aceptar lo que una siempre ha sido!!

Me parece justa y respetuosa la distición que se hace de las personas travestistas, aunque se olvida un poco que muchas tuvimos que "pasar" por esa experiencia, y fue ésta la que nos abrió la puerta al reconocimiento de nuestra identidad, justamente, por que desde el principio, al charlar o ser amigas de personas travestistas, nos dimos cuenta inmediatmente que los sentimientos y motivaciones entre ambas eran completamente distintas.

Ahora, Adriana aparece muy atrasada con respecto a lo de la "disforia de género", pues ella misma lo cataloga como un "trastorno". Dos cosas hay que señalar: yo comparto la hipótesis general de la feminización de partes del cerebro encargados del género y de la identidad de género, pero aún es eso: una hipotesis. Aún no hay nada totalmente definido al respecto. Segundo, la definición de "trastorno" y la propia idea de "disforía de género", indican una patología de "anormalidad". La idea de "disforia" implica un obsesivo y patológico rechazo a la propia identidad de género, en este caso, la masculina. Y ahi si hay otros problemas con esa categoría, pues por lo general, las mujeres transexuales no tendrían por que tener ningún rechazo a "su" identidad de género masculino, simplemente por que su identidad de género es la femenina.

El problema por lo general, es al reves, como también señala Adriana: intentamos por todos los medios de actuar según los patrones sociales que dictan las conductas para personas de determinado sexo biológico, !!pero no cuadramos en él!! No es un rechazo, y mucho menos, un rechazo "obsesivo" o "patológico", sino simplemente que no nos identificamos con todo eso. El problema es que no sabemos que es eso, que es lo que nos pasa, cual es su origen, y lo vamos descubriendo, poco a poco, unas más temprano, y otras, más tarde. Lastimosamente, a mi me tocó ser la de las tardonas!!!





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