viernes, 17 de julio de 2009

Ser o no ser, he ahí el dilema. ¿Discriminación?


Hace algunas semanas fue deslegitimada la asociación Transsa Dominicana por no pertenecer a la comunidad trans. Algunas voces de respaldo defendieron la legítima representatividad trans en esta asociación pero quedó la inconformidad y el malestar.

Hay dos situaciones que debemos analizar. Por un lado el hecho de que alguien más, en este caso la Red Trans Latinoamericana, se arroge la facultad, el derecho, el poder y la autoridad para determinar quiénes o qué institución es trans o no lo es. Por otro lado, la propia concepción de Transsa para verse a sí misma como una interlocutora y activista válida de la comunidad trans.

Cuando la Red Trans Latinoamericana cuestiona a los integrantes de Transsa porque son transformistas y no han adoptado la identidad trans (travesti, transgénero, transexual), abre una gran brecha para que a su vez otra instancia, llámese Iglesia, Estado, cualquier persona, le diga “tú no eres mujer”, “tú no eres hombre”, “tú no eres lo que dices ser”.

No estamos diciendo que no se pueda cuestionar una postura personal por el sólo hecho de serlo, pero hay una diferencia entre cuestionar a un político que prometió alguna acción y no la cumplió, pues hay un referente concreto, y cuestionar la identidad de alguien que genuinamente se siente lo que es.

No es la primera vez que una institución es cuestionada por otra (también fue deslegitimada la Casa Trans de Ecuador), o una persona por otra, sucede también en el movimiento feminista y seguramente ha sucedido en todas las organizaciones de izquierda, socialistas, comunistas, ecologistas y demás. Entonces, cabe la pregunta, ¿cómo y desde qué parámetros podemos legitimar una identidad?, ¿debemos tener el rol de deslegitimar o legitimar a quienes trabajan en pro de alguna identidad o ideología?

Pasamos al segundo punto. Transsa se define como “un grupo de transformistas, travestis, transexuales y transgéneros (trans) trabajando para lograr la unificación y el mejoramiento de la calidad de vida de su población mediante los principales problemas que afecta nuestra comunidad en materia, de Derechos Humano: Laborales, servicios de salud y Educación; promoviendo liderazgo, apoyo emocional, y respeto, a todos los trans, en República Dominicana”.

Participan activamente en defensa de los derechos de las personas trans, en apoyo a los derechos de las mujeres (contra la violencia, a favor del aborto), contra cualquier situación que vaya en contra de los derechos humanos, del respeto a la dignidad, a la justicia y a cualquier otro derecho ciudadano.

El reclamo provenía de la palabra o la identidad transformista.

Sin embargo, el travestismo es conocido también como transformismo, quizá se utiliza esta última definición para referir a un estado transitorio y al travestimo para un estado más permanente, pero entonces se disputa el concepto con la identidad transgénero, alguien que adopta las ropas, la postura, el rol del otro género, sin someterse a una intervención quirúrgica, cuando ésta se hace todavía más permanente y se somete el cuerpo al cambio físico y sexual, se vuelve transexual. Por tanto, los límites son muy estrechos, variables, cambiantes.

De esto modo las identidades trans, en las que incluimos el transformismo, tienen la riqueza de romper el binarismo, de trastocar nuestra forma convencional de entender los géneros, los sexos y la identidad de una manera única, eterna y anquilosada. Por tanto, hay que tener mucho cuidado a la hora de en vez de sumar esfuerzos, debilitar la precaria comunidad trans y las acciones que desde cada rincón del planeta diferentes instituciones y personas se preocupan por realizar.

No estamos diciendo no al diálogo y a la diferencia de opiniones alturada y enriquecedora sobre los conceptos, las vivencias, las estrategias, los errores y aciertos de la comunidad trans, estamos rechazando una mega autoridad para definir a los otros, para negar a los otros, justamente para desmerecerlos como interlocutores e interlocutoras válidas en pro de una misma lucha.

Esa actitud sólo lleva al aislamiento y al autoritarismo, en vez de a la creación de una comunidad mundial, real y políticamente capaz de trabajar en pro de los derechos humanos y en especial a favor de las personas trans.



(Tomado del Boletín de la ILGA)
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