sábado, 26 de abril de 2014

"Ser transexual no me define como persona"



“Ser transexual es algo tan pequeño de ti. Yo no soy quien soy porque soy transexual. Ni ser transexual me define. Soy muchas más cosas antes que ser transexual”, reflexiona Victoria.
“Ser transexual no me define como persona”
Fuente :Animal Político

Ophelia Pastrana -mujer, mexicana- no tiene pasado, tiene versiones de sí misma. Nació en Colombia, en 1982, y creció bajo el nombre de Mauricio. Hace unos años llegó a México e inició dos procesos: su nacionalización y su cambio de sexo. Es ella, pero los papeles insisten en decir que es él. Tiempo después, voló a Medellín para cambiar su nombre. Y de un trámite, en vez de un parto, nació Ophelia.

Pero, otra vez, su sexo original quedó inamovible: M de macho, no de mujer, como es el estándar colombiano en los documentos.

“Machísimo”, ataja. Y se ríe.

Ophelia Pastrana, mujer, mexicana, de 1.90 de estatura y con el cabello rubio, la que tiene más de 23 mil seguidores en Twitter (@OphCourse), legalmente no existe. “Es un seudónimo”, argumenta con ironía.

Aunque ya es mexicana, no ha logrado concretar su cambio sexo-genérico, permitido en la Ciudad de México, porque debe iniciar un juicio contra el Registro Civil para modificar su acta de nacimiento. Pero ella no nació en México sino miles de kilómetros al sur, donde está su acta. Y eso la lleva al mismo punto: Ophelia Pastrana no existe, al menos ante la Ley.
El siguiente paso para que logre ser quien ella es, será entablar un juicio de amparo contra la Cancillería y el Gobierno capitalino, bajo la lógica de que no le están dando los mismos derechos que al resto de los mexicanos, sólo por ser naturalizada.

“Es un caso bien divertido, un hoyo legal bien curioso”, y se vuelve a reír, con esa risa ligera de quien toma con el mejor humor un sendero de trámites que aún se advierte largo.

Victoria Volkóva es una documentalista de sí misma: abrió su propio canal en YouTube para dejar constancia de cómo las hormonas iban haciendo efecto y Víctor, ese cuerpo en el que nació y que no era suyo, poco a poco iba desapareciendo.

Victoria en la actualidad está bajo tratamiento médico en la Clínica Condesa del Gobierno del DF. Decir “está” es algo impreciso, pues seguirá tomando hormonas y medicamentos de por vida. Agradece que el suministro sea gratuito, de lo contrario tendría que desembolsar hasta 2 mil pesos en pastillas a la semana.

Se queja, en cambio, que la Clínica Condesa no sea una autoridad en los juicios de reasignación sexo-genérica de sus propios pacientes:

“Ellos no pueden hacerme ninguna carta diciendo que realmente llevo tanto tiempo en este tratamiento y que realmente soy una persona trans. Y ellos no hacen tu peritaje”. La solución ha sido contratar un médico externo que avale su transición.

Aunque su viejo nombre sigue apareciendo en su tarjeta bancaria o en algún trámite, ella lo toma con humor. “Cuando preguntan por Víctor digo que soy su novia”, explica. O, más bien, dice eso porque no quiere andar dando explicaciones.

Ellas, Ophelia y Victoria, viven en el mismo apartamento en algún sitio del DF. Se indignan por todo lo que deben pasar. Se apoyan, y ríen, porque a final de cuentas lo están pasando juntas.

A pesar de los trámites y procedimientos médicos que deben concretar, Ophelia y Victoria son claras: ser transexuales no las define como personas. Son más que su sexualidad y sus cuerpos. Lo dicen con respeto: ser trans no es sinónimo de ser trabajadora sexual, como parecen dictar los estereotipos homofóbicos.

Ophelia tiene estudios en Física y Economía, y se ha especializado en desarrollar código para sitios web y en la creación de estrategias de marketing digital. Es una invitada recurrente en foros digitales. Es una geek.

Victoria es maquillista, asesora de modas y, a veces, también modelo. Es una estrella de YouTube gracias al registro que hizo de su transición.

Viven a diario la discriminación. A veces más, a veces menos. Pero tampoco andan con miedo y salen cada día a hacer su trabajo. Cuando cuentan sus anécdotas sobre todo lo que les ha pasado, parecen competir por ver cuál es más patética. A Ophelia una vez la corrió un mesero de un restaurante porque no había un baño para gente “como ella”, y a Victoria la sacaron del baño de mujeres de Reforma 222 porque no podía estar ahí.

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