miércoles, 23 de febrero de 2011

La dura realidad de las mujeres transgénero en Guatemala

Ayer se cumplió un año de la desaparición de Catherine Michelle Barrios en las calles del Centro Histórico. No se trataba de una prostituta sino de un miembro de la comunidad transexual que, como muchos en esa condición, venden sus servicios sexuales en las céntricas avenidas para sobrevivir.

Miembros de Onusida y de la Organización Trans Reinas de la Noche, Otrans, escogieron la fecha para presentar el documental Translatina el cual, según Pier Paolo Baladelli, representante de la Organización Panamericana de la Salud, data de 2008 y ha servido para elevar la discusión sobre las personas transgénero en Latinoamérica.

En la región, reportan, los derechos humanos de las personas transexuales no solo aún no se reconocen sino que estas personas son castigadas por la sociedad a través de prácticas de discriminación que comienzan desde el propio hogar o la escuela, prosiguen en el transcurso de la vida con la estigmatización y rechazo laboral y terminan trágicamente para muchas de ellas al ser asesinadas.

Por ejemplo, el documental muestra entrevistas con empleados del Sistema Penitenciario peruano quienes, sin asomo de vergüenza declaran ante la cámara las vejaciones a las que someten a los travestis en las calles de Lima para intentar -en vano dicen- “reformarlos”.

Aunque Guatemala no se muestra entre las tomas –sí están Perú, Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Honduras, El Salvador, México- se adivina que las cosas para las “reinas de la noche” no son mucho mejores aquí.

Johana Ramirez, representante de Otrans, habla de una treintena de travestis asesinados o desaparecidos en el país entre 2009 y 2010.

Las personas transgénero a menudo enfrentan retos “únicos” que las hacen sumamente vulnerables y marginadas en la sociedad, dice Otrans. Julio Coyoi, de la subdirección de rehabilitación social del Sistema Penitenciario, subraya cómo en las cárceles estas personas llegan a sufrir vejaciones que difícilmente se conocen afuera.

“Hubo un caso de un transexual que estaba asignado a una cárcel de mujeres y nadie lo sabía” u otros que, cumpliendo su condena en una cárcel de hombres, y con el afán de buscar “protección” de parte de otros reclusos, permiten que se les abuse sexualmente. “Es un fenómeno muy complejo, y no se puede desarrollar un programa si no se tiene una idea de cuántos” existen dentro de las cárceles. Esto se ignora actualmente, agregó.

Entre las nuevas herramientas que la comunidad transexual en el país comienza a construir para protegerse de la discriminación que padecen se encuentra la elaboración de una ley que garantice su derecho a la educación, el trabajo y la salud, entre otros temas. “Que podamos tener una identificación individual que vaya de acuerdo a nuestra identidad sexual” agrega Ramírez.



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