martes, 19 de mayo de 2009

Manifiesto de Una Mujer Transgénero (4)



Este no es sino intento de expresar nuestras las múltiples experiencias. Y me motiva a plantearles otro de los asuntos que nos confunden: el problema de los conceptos y definiciones al momento de hacernos esa inevitable y siempre permanente pregunta, ¿qué somos?

Cuando me encontraba desesperada e intentaba saber qué era lo que realmente me pasaba, me encontré con dos opiniones extremas con respecto al uso de conceptos y definiciones. Por un lado están quienes piensan que para nuestra autodefinición, es importante basarnos en los conceptos y las definiciones médicas y psicológicas, por ejemplo, las famosas guías de diagnósticos o los protocolos de tratamiento. El otro polo es mandar al tacho todo concepto y toda pretensión de definición, pues utilizarlos es una forma de “etiquetar” la realidad y “etiquetarnos” a nosotras mismas.

Con respecto a lo primero, creo que los conceptos médicos debieran ser tomados en cuenta, pero relativizándolos y considerándolos tan solo como referenciales, pues su punto de partida es hacer objetivo y patente una “anormalidad”, una “patología” que hay que corregir o curar. El supuesto es la “anormalidad”: por más que existan manuales y protocolos flexibles y más abiertos a nuestra realidad, suponen que lo nuestro es una “desviación” de lo “normal”, cuando de lo que se trata, simplemente, es de una distinta y diferente configuración de un género y de una identidad de género, que por cierto, siempre existieron y fueron social y culturalmente reconocidos como "normal" en las sociedades preeuropeas y premodernas.

Es curioso que la “ciencia” coincida en el tiempo y en espacio con la “modernidad europea” , y esta con la “colonialidad”, es decir con el dominio colonial europeo, que considera como “aberrante” y califica de “sodomita” a todas las identidades transgénero que los europeos encuentran a lo largo y ancho de toda América. Fue el caso de las winkte (en la nación siux de Lacota, EE.UU) o las machi weye (en la nación reche, en el Chile colonial), que son personas nacidas varones, pero que adoptan un "rol" de género femenino, y por tanto, son socialmente consideradas y tratadas como mujeres en la comunidad, (¡¡y pueden contraer matrimonio con el hombre que tenga la dicha escogerlas como esposas!!), por poner solo dos ejemplos de los cientos que existen, y no hablar ya de África y Asia.

Yo le tengo mucho cuidado a esa perspectiva, por que generalmente conduce a la “patologización” de la identidad transgénero y transexual y a una sobre “objetivización” que no da espacio para la decisión personal, al deseo, a los sentimientos y la voluntad de cada persona, aspectos tan cruciales al momento definirnos a nosotras mismas. Y creo que hay que relativizar el otro polo, por dos simples (¿o complicadas?) razones.

Primero, es imposible no utilizar conceptos y definiciones. De hecho, nuestro propio lenguaje y habla cotidiana, esta hecho de definiciones y conceptos. Lo que se nos plantea es hacer más preciso y más claros esos conceptos y definiciones, pero por sobre todo, que no sean moldes ni “etiquetas” abstractas sino que expresen la realidad, y esta es diversa, compleja, cambiable, no estática.

Y segundo, es casi inevitable que con frecuencia nos estemos preguntando quienes somos, pues, no sólo tiene que ver con la identidad de toda persona, sino que al trasluz de un patrón de relación entre sexo y género que es mayoritario, lo que nos pasa, es visto hasta por nosotras mismas, como algo que requiere ser explicado. Y a esto último, le agregaría esa gran duda y temor en relación a una determinada preferencia sexual (la homosexualidad) y si somos o pertenecemos a la identidad “gay”.

Y, ¿que hacer entonces? Pues lo que siempre han hecho, hacen y harán, quienes tienen una profunda y lacerante preocupación por su situación de vida y por su identidad: construir su propios conceptos o bien redefinir los existentes, de tal manera que estos reflejen su propia realidad compleja, cambiante, contradictoria, muchas veces paradójica, que recojan la experiencia de miles y miles de casos concretos de quienes no somos simples “pacientes” o simples “objetos” de observación y de “curación” o “sanación”. Esto es, la mayor claridad de los conceptos en relación nuestra situación transexual o transgénero, dependerá de nosotras mismas.
Un método que he adoptado para estar clara sobre estos “conceptos” es creer, sin dudar en lo mas mínimo, lo que dicen sentir las personas y lo que expresan y narran cuando se refieren a su propias trayectorias de vida.

Es complicado explicarlo, pero quizás sirva el ejemplo de la diferencia entre el concepto de lo que es una “mujer transexual” y una “mujer transgénero”: Ambas identidades comparten un mismo generó y desarrollen una identidad de género femenino (a diferencia por ejemplo de una identidad “trasvestista”), lo que hace suponer que ambas poseemos la misma configuración neuronal del género, y por tanto somos, cabal y completamente, mujeres.

Sin embargo: La “mujer transexual” adquiere una plena conciencia de su ser genérico desde la primera infancia y desarrolla una “disforia de género”, que se manifiesta en una rechazo total a su propio cuerpo, considerándolo como un cuerpo “equivocado”, que no es el “suyo”, se siente realmente atrapada en el, como que existe una identidad “inmaterial” separada y en contradicción con su base “material”, sobre todo, siente un profundo rechazo y hasta aberración a sus genitales masculinos, y por tanto, se plantea, como razón de su existencia y como meta de su plena realización, una “transición de género” que culmine en una cirugía de reasignación sexual, lo cual le posibilitaría “pasar” al y en el mundo de las mujeres xx.

La “mujer transgénero”, siendo plenamente mujer, no adquiere plena conciencia desde la infancia de su género y no desarrolla su identidad de género, sino hasta mucho mas tarde, cuando por debido circunstancias del destino, la “descubre” mediante una profunda introspección, muchas veces instantánea, un “clíck” que inicia el descubrimiento de un nuevo “mundo interior” o, en todo caso, el reconocer que la “subjetividad” y la propia personalidad, eran, desde siempre, el de una personalidad femenina. Desde ese momento, toma mayor conciencia, no de una “disforia de género” en relación a su cuerpo, en términos como lo hace la mujer transexual, sino en términos de saber que existe una “inadecuación” entre ese cuerpo de forma masculina y su género femenino.

La mujer transgénero, rechaza profundamente se le identifique como “hombre” y reivindica el hecho ser mujer. No es “medio hombre y medio mujer”, ni “más mujer y menos hombre”, no es que tenga “un lado femenino y un lado masculino”, ni que se vista de mujer por que se siente en ese momento “una nena”, etc., simplemente, se siente mujer y piensa como mujer, las 24 horas del día, vestida o no vestida con prendas femeninas. No desarrolla un rechazo o una aberración con respecto a sus genitales masculinos, como lo hace una mujer transexual, sino más bien, los puede utilizar como fuente o como medio de placer sexual, o como un medio reproductivo. Y es por eso que se plantea una “transición transgénero” que implica modificar su cuerpo para adecuarlo a su género de mujer.

No hace una Terapia de Reemplazo Hormonal (TRH) por puro gusto estético, ni para fines de una imagen andrógena o “feminizante” (como lo podría hacer una persona “transgénero” en general, esto es, que se considera por encima o más allá, de los dos géneros existentes), sino que considera que su cuerpo debe estar, simplemente, en correspondencia con su propio género femenino.

Sólo que a diferencia de la mujer transexual, no se plantea una Cirugía de Reasignación Sexual (CRS) por considerar que no es necesario para su definición como ser mujer y por que rechaza cualquier cercenamiento de alguna parte de su propio cuerpo, sobre todo, de sus genitales. Esto es, los genitales no nos implican para ser realmente una mujer, sino nuestro género.
Ahora bien, la falla no es tanto de los conceptos, sino que en mucho, esta en nuestra expectativa de querer “aplicárnosla” como “moldes” donde necesariamente deberíamos caber de manera exacta. Si es así, efectivamente se convierten en “etiquetas” y nos sirven de muy poco, y generalmente, mas es lo que nos confunden que lo que nos aclaran.

Por el contrario, los conceptos y definiciones nos debieran servir como instrumentos y herramientas referenciales para evaluar nuestras propias trayectorias de vida, pues en esa trayectoria es la se mueven nuestras identidades personales. Pero en tal caso, cuando estamos sumamente confundidas, es cuando debemos evaluar, NO si somos tal o cual cosa, según los “modelos” existentes, sino meditando sobre nuestra experiencia y trayectoria de vida, y ahí sugiero recurrir a nuestros conceptos y definiciones de manera referencial.

Por ejemplo, una persona puede tener la duda de que si es “trasvestista” o una “mujer trans”? A una persona “travestista” le puede gustar la lencería femenina, pero, ¿y a que mujer transgénero transexual o mujer transexual, no?, sin embargo, la diferencia insalvable es el género. Por lo general, una persona “travestista” se define como del género masculino y todavía aclara y añade: “heterosexual, por si acaso”, mientras que, como venimos señalando, la mujer transgénero y la mujer transexual, tienen una identidad de género completamente de mujer.

La pregunta no comienza por decir “¿que soy yo?”, sino a la luz de estos conceptos, “¿como evaluó mi identidad de género?, ¿me siento hombre o mujer?” Por eso, un segundo principio que creo yo, debiera tomarse en cuenta, es que toda identidad, aún la identidad de género, es modificable, puede ser cambiante, puede “avanzar” o puede “retroceder” (dependiendo desde donde se le mire) y esto no solo es normal, si que parece ser una rasgo característico de la persona humana. Y esto quizás se deba a que hay acontecimientos y circunstancias en nuestra trayectoria personal que son gratificantes y otras frustrantes, felices y trágicas, placenteras y dolorosas que nos marcan y hace que siempre haya posibilidades de cambios en nuestra mentalidad.

En términos de nuestra experiencia de género, se dan casos de personas que han pasado por varias identidades hasta descubrir su “verdadera” identidad, como es el caso de una persona que comienza como “travesti”, se descubre como “mujer transgénero” y se descubre como una “mujer transexual”, aunque esta parece no ser la regla. Finalmente, creo que debería tomarse en cuenta otro principio que es el de la propia autodefinición: toda autodefinición solo puede ser el producto de una constante evaluación y meditación personal y por tanto, sólo la persona puede decir, finalmente, quien es realmente, como se define y como quiere ser reconocida. Yo, en principio, nunca le digo a una chica “tu eres tal” o “tu no eres tal”, sino siempre le pregunto “¿y como te defines a ti misma y por que?,” y cuando me lo dice, se lo acepto, sin cuestionarla para nada.

Cada una tiene su propia razón de sus cosas y nadie tiene derecho de etiquetar, calificar o descalificar a otra persona. Y me parece que esto es válido cuando se asiste a una consulta psiquiátrica o psicológica. Ningún profesional calificado nos dirá qué somos, sino que hará todo lo posible por ayudarnos a averiguarlo, y seremos nosotras las que, finalmente, llegaremos a una autodefinición personal. Ojo, digo que cada una debe tener su "razón", por que toda "autodefinición" no puede ser un mero "sentir" o "querer", debe tener un fundamento para evitar ser arbitrario o antojadizo. Y para ayudarnos a eso, justamente, están los conceptos y definiciones.

Y ese fundamento no es principalmente para convencer a las otras y otros, sino principalmente, para que nosotras mismas podamos despejar nuestras dudas y vayamos alcanzado un gado de certeza con respecto a lo que somos, pues lo que "sentimos" y el como nos "definimos", tiene ahora, un sustento.
Y ese sustento, NO será el producto de aplicarnos una "etiqueta" o intentar "encajar" en cualquier "esquema" o "modelo" preestablecido, sino como creo, el producto de una reflexión y una constante meditación sobre nuestra propia vida.

Leí la historia de una chica peruana, cuya trayectoria de vida parecer ser el de una “mujer transgénero”. De varón fue muy "enamorador", tuvo varias novias, tres esposas, cinco hijos en todas con ellas, paraba con dos o tres mujeres al mismo tiempo, pero siempre se sentía insatisfecho consigo mismo. Siempre se definió como "varón" y nunca se le planteó tener un problema de género. Hasta que un día: "clik". Hoy es mujer full time, procesa su "transición de genero", es empresaria y tiene bajo mando a sus trabajadores y asiste a conferencias y charlas como la mujer que es. Pero ella se define como una “mujer transexual” y esta preparándose para su cirugía de reasignación sexual. ¿Que es, entonces?, ¿una mujer transgénero o una mujer transexual?, pues sin duda alguna: !! Una mujer transexual!! tal como ella misma se autodefine.

Yo debo suponer, doy por supuesto, que ella ha evaluado su propia trayectoria de vida y ha meditado profundamente lo que eso significa, y para hacerlo, debe haber utilizado estos conceptos de género, como herramientas de ayuda para su autodefinición.

No es el "concepto" el que define a la persona, pues eso sí sería "etiquetarse", sino su propia reflexión a partir de su propia experiencia de vida, solo que para mejor reflexionar y meditar, es necesario guiarse por conceptos y definiciones.


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