domingo, 16 de febrero de 2014

Jenna Talackova, la mujer transgénero que sacudió Miss Universo

Jenna Talackova 

Desfiló en las pasarelas del certamen y avanzó al grupo de las 12 finalistas. Entrevista de 'Bocas'.

En 2012 tuvo la osadía de postularse como aspirante a Miss Universo Canadá. Sin embargo, al ser descubierta y descalificada por ser una mujer transgénero, protestó, se armó de argumentos legales en contra de la organización –propiedad del magnate Donald Trump–, peleó, ganó y logró concursar en el reinado. Hoy, en revistas de moda como Elle y en el reality televisivo Nuevas Chicas Valientes, sobrepasa los límites de lo que se considera “femenino”. Ella es Jenna Talackova, el nuevo símbolo de la diversidad de género.

Se llama Jenna Talackova, alguna vez –hace po­cos años– se llamó Walter y fue la primera mujer transgénero en competir en un certamen de Miss Universo, el concurso de belleza más popular en el mundo.

Nació en la ciudad de Vancouver, ubicada en el es­tado de Columbia británica en Canadá, a pocos ki­lómetros de la tribu indígena babine, de donde pro­viene su mamá.

De Walter pasó a ser Page, y de Page pasó a ser Jenna, la mujer transgénero que, pese a tener unos ojos pequeños y rasgados, posee una mirada pro­funda y penetrante que sabe acompañar con un delicado movimiento de manos a la hora de hablar.

“Me empecé a vestir con faldas a los ocho años, me veía como un niño lindo,” dice Jenna, quien casi siempre lleva su cabello rubio recogido sobre la ca­beza, en una especie de rueda que, además, permi­te ver varios aretes pequeños en sus orejas.

Su adolescencia fue la oportunidad perfecta para transformar su apariencia. Empezó a tomar pasti­llas hormonales que le aumentaron los senos mien­tras disminuía la aparición del vello en su rostro.

Ni entonces, ni a los 19 años cuando se sometió a la cirugía de reasignación de género –que es la supre­sión de su genital–, creyó que era transgénero, una palabra inexistente en el lenguaje de sus familiares indígenas, quienes solo pueden ver a Jenna como una mujer de “dos espíritus”.

Por ello, la tribu la apoyó no solo moralmente, sino también económicamente cuando decidió inscribir­se a Miss Universo Canadá, en 2012, tres años des­pués de la cirugía.

Aunque reconoce su lucha para ser una pionera en cuanto a diversidad de género en los concursos de belleza, insiste en que hubiese preferido pasar por el certamen como cualquier otra candidata en la búsqueda del reconocimiento como la mujer más hermosa de su país y el mundo.

De hecho, Jenna no le informó a Miss Universo Canadá que era transgénero. Ella simplemente presentó sus documentos de identidad, que cer­tificaban que ella era del sexo femenino. Al ser seleccionada entre las 65 finalistas, uno de los organizadores del concurso se dio cuenta de que había participado dos años antes en Miss Queen International, dedicado exclusivamente a mujeres transgénero. Fue entonces cuando le cayó el título de la “primera mujer transgénero en Miss Universo” y, con todo el peso de esa corona virtual, fue expul­sada del certamen.

No se amargó con la derrota y, en cambio, protestó en contra de la decisión del reinado. No fue una ba­talla fácil, pues detrás de la organización Miss Uni­verso estaba su dueño, el magnate Donald Trump, que se negó rotundamente a volver a admitir a Ta­lackova.

Para desafiar el poder de Trump, Jenna no esta­ba sola: la controversial abogada feminista Gloria Allred pidió reversar la decisión o, de lo contrario, llevaría el caso a las cortes. El escándalo por la can­didata transgénero se volvió el centro del debate en redes sociales, al punto que en Change.org se reco­gieron 35.000 firmas a favor de Talackova.

En medio del vaivén de ataques entre la aboga­da Allred y Trump, la organización Miss Universo tuvo que emitir un comunicado de prensa, junto con la organización defensora de la comunidad LGBT GLAAD. Se trataba de la aceptación de Jenna en Miss Universo Canadá y el anuncio de un futuro trabajo conjunto entre el certamen y GLAAD para flexibilizar las políticas rígidas del reinado, de modo que las candidatas no tengan que haber nacido na­turalmente como mujeres.

Contra viento y marea, en 2012 Jenna Talackova desfiló en las pasarelas del certamen y avanzó al grupo de las 12 finalistas. No ganó, pero tampoco lo necesitaba, pues el escándalo ya había abierto un camino hacia el modelaje y a su propio reality de televisión Nuevas Chicas Valientes, que se puede ver todos los domingos a las diez de la noche en el canal E! Entertainment Canadá y, próximamente, en el mismo canal en los Estados Unidos y Latino­américa.

Transgénero o no transgénero, mujer o no mujer, lo cierto es que Jenna, con su piel tersa y un poco bronceada, parece una bailarina de porcelana: muy delgada y con unas piernas alargadas. Su tono de voz es intermitente, a veces más o menos agudo, y suena más chillón cuando menciona su fascinación por el k-pop, es decir, la música y las telenovelas de la cultura pop coreana.

Después de observar una y otra vez cómo se des­envuelve como una mujer, es imposible no estar de acuerdo con la aclamada periodista estadouniden­se Bárbara Walters que dijo, en medio del escánda­lo, que Jenna Talackova era “todo un bombón”.

¿Qué es ser una persona transgénero?

A mí no me gusta que me definan como transgé­nero, porque me considero una mujer y legalmente soy una mujer. Siento que nací en el cuerpo equivo­cado, es decir, en el de un hombre. Pero desde muy pequeña he creído que soy una mujer.

¿Cuál es la diferencia entre travesti y transgé­nero?

Me imagino que la cirugía de reasignación de gé­nero, que algunas tenemos y otras no. A mí no me gusta que me comparen por ejemplo con Rupaul, la actriz y cantante que compartió escenario con El­ton John en la canción Don´t Go Breaking my Heart. Rupaul es una travesti, yo soy una mujer.

¿Cómo fue nacer y crecer en el cuerpo equivo­cado?

Yo nací en Vancouver, Canadá, bajo el nombre de Walter Talackova. Tengo cuatro hermanos, pero ellos son 18 años mayores que yo. Por ende, no ju­gaba mucho con ellos durante mi niñez. Me acuerdo que en esa época jugaba con una Sailor Moon y los Power Rangers. A los ocho años de edad me em­pecé a vestir como una niña. Inicialmente me veía como un niño lindo. Me acuerdo que en esa época me gustaba vestirme con una falda de cuadros y una blusa. Por fin pude empezar a jugar con la ropa. Aunque en el colegio fui aceptada por las niñas más populares, a veces me molestaban con sobrenom­bres.

¿Su familia también es canadiense?

Muchas personas me preguntan si tengo algún an­cestro de Asia, pero no tengo ninguno. Es curioso porque me gusta mucho la cultura coreana. Mis an­cestros son indígenas, quizá de ahí saqué los ojos achinados.

¿Tiene una obsesión por la cultura coreana?

No sé si sea obsesión, pero sí me gusta mucho. Cuando estoy descansando mi pasatiempo favo­rito es ver novelas y escuchar música coreana. Mi película favorita de Corea del Sur se llama Belleza de 200 libras y la novela Mi nombre es Kim Sam Soon. Si hablamos de K-pop, escucho mucho a Af­ter School, Big Bang, T-ara, BTOB. Hasta ahora he podido ir muy pocas veces a Corea y uno de los via­jes más recientes a este país fue cuando me corregí una previa cirugía a mi nariz.

¿Cuándo empezó el proceso de transición de gé­nero?

A los 14 años empecé a tomar pastillas hormonales. Unos tres años después comencé una evaluación siquiátrica de dos años para que el Gobierno cana­diense certificara que era del sexo femenino. Final­mente a los 19, en junio de 2008, el doctor Pierre Brassard me operó mis partes íntimas. El costo de la cirugía fue de 19.500 dólares canadienses y fue cubierto totalmente por el Gobierno canadiense. El único gasto de mi bolsillo fue el tiquete de Vancou­ver a Montreal, donde se realizó la operación.

¿Fue difícil la aceptación de su transición de parte de su familia indígena?

No, porque mi familia indígena pertenece a la tribu babine en el estado de Columbia Británica en Cana­dá. Yo nací en la ciudad más grande de este estado: Vancouver. En todo caso, en esta tribu existe una concepción distinta de mujeres como yo. Ellos con­sideran que mujeres nacidas con partes de hom­bres son doblemente bendecidas, pues tienen el espíritu tanto masculino como femenino. Incluso algunos se desempeñan como sanadores o shama­nes.
¿Cuál fue su primer trabajo en el modelaje?

Después de mi cirugía de reasignación de género, mi primer trabajo como modelo fue para una bou­tique en Vancouver.

¿Cuenta con documentos oficiales del Gobierno canadiense que certifican que es del sexo feme­nino?

Sí, mi certificado de nacimiento, licencia de condu­cir y pasaporte dicen que yo soy una mujer y, por ello, decidí inscribirme a Miss Universo Canadá 2012. No me pusieron ningún problema: nadie sos­pechó nada. Hasta que uno de los organizadores me reconoció y se dio cuenta de que había partici­pado antes en una competencia solo para transgé­neros, en Tailandia.

¿Por qué decidió entrar a Miss Universo, si ya había participado en el concurso de belleza en Tailandia?

Inicialmente mi mamá estaba preocupada de la gran exposición que tendría en estos concursos, pero después me apoyó y me presenté a Miss Uni­verso. Yo soy legalmente una mujer y siento que soy hermosa tanto físicamente como en mi interior. Yo estaba consciente de las normas para participar en este concurso y consideraba que cumplía con todas las reglas.

Una vez fue expulsada del concurso de belleza, la famosa abogada Gloria Allred asumió la de­fensa de su caso…

La reputación de Gloria Allred como pionera de los derechos civiles es ampliamente conocida. Ella fue quien habló en nombre de algunas de las amantes del golfista Tiger Woods, de la actriz de porno Gin­ger Lee (que estuvo involucrada con el político esta­dounidense Anthony Wiener), y la exintegrante de Spice Girls, Mel Brown, entre otras. Por ende, no fue una sorpresa que asumiera mi caso. Una amiga cer­cana nos puso en contacto e hicimos clic inmedia­tamente. Estuve muy satisfecha con el entusiasmo que demostró Allred para ganarle a la organización del certamen y a su dueño Donald Trump. Dado que el Gobierno canadiense había reconocido legalmen­te que pertenecía al sexo femenino, Allred y yo le solicitamos al certamen reversar la expulsión, an­tes de llevar el caso a las cortes. Efectivamente el concurso se echó para atrás y pude competir, tal y como puede hacerlo cualquier otra mujer.

¿Alguna vez conoció a Donald Trump?

Él estuvo detrás de mi expulsión de Miss Univer­so Canadá, pero nunca lo conocí. Me enteré de que Donald Trump hizo un juego de palabras con mi nombre. Mi nombre y apellido previos eran Walter Talackova. Después de la transición solo cambié mi nombre por Jenna. Si se toma el nombre y la primera parte del apellido suena “JennaTal”, que en inglés suena como “genital”, es decir, como una referencia a los genitales. Por ello Trump decía que pareciera que mi nombre tuviese un motivo ulterior o escondido, pero se trataba de una forma en que él se burlaba de la supresión de mis partes íntimas.

En mayo de 2012 logró desfilar en las pasarelas de Miss Universo Canadá, ¿este tipo de concur­sos son muy competitivos?

En cualquier clase de competencia, uno se enfrenta a todo tipo de personalidades. Algunas candidatas fueron competitivas y rudas, pero también conocí personas agradables durante esta experiencia. In­cluso fui elegida como Miss Simpatía. Sigo siendo amiga con algunas y una de ellas, Dajana, es una de las protagonistas de mi show Nuevas Chicas Va­lientes.

En medio de la controversia por su participa­ción en el reinado, la reconocida periodista es­tadounidense Bárbara Walters la entrevistó en el set del programa Abc News…

Ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Fue un honor conocer a Bárbara. Estuve en el pro­grama con mi mamá. Ella siempre quiso tener una hija, pero no aprobó inicialmente el proceso de transición. Fue algo que hablamos durante el pro­grama. Por eso durante mi adolescencia me fui a vivir con mi papá durante un tiempo y llegó el mo­mento de decirles a mis padres lo que quería y era mi prerrogativa. Le consulté a un médico y empecé a tomar pastillas hormonales. Aunque cada vez que veo esa entrevista me siento fatal: no me gus­ta cómo se veía mi pelo.

La actual Miss Universo, Gabriela Isler, le dijo al medio digital Hufftington Post que ella con­sidera que “las mujeres transgénero deberían participar en certámenes internacionales de su propio equipo”. ¿Qué opina?

Gabriela obviamente tiene derecho a sus propias opiniones. El cambio verdadero inspirará distintos puntos de vista y el progreso toma tiempo. Perso­nalmente me gustaría ver a más mujeres transgé­nero compitiendo en los grandes certámenes de belleza del mundo.

Se podría decir que sentó un precedente para que otras mujeres transgénero pudiesen parti­cipar en estos concursos de belleza…

Me emocioné mucho de ver que una mujer como yo, Kylan Arianna Wenzel, fuese aceptada el año pasado en el concurso de Miss California, y que mi­les de personas hayan firmado una petición en la plataforma en línea change.org para que las reglas de Miss Universo sean cambiadas formalmente en todo el mundo. Por ahora es un tema candente y habrá mucho escrutinio y discusión alrededor de cualquier mujer transgénero que se inscriba al concurso.

Desde que participó en el certamen, ¿su carrera en el modelaje ha despegado?

Hace poco modelé para la edición de enero de 2014 de la revista Elle y este había sido uno de los gran­des sueños de mi vida. Antes del reinado no había sido posible. Poco tiempo después de la cirugía de reasignación de género participé en un concurso organizado por esa publicación, pero no fui elegida y me sentí muy mal. Ahora, tras el reinado, el sue­ño de ser retratada por esta prestigiosa revista se hizo realidad. Mi publicista me llamó y me comentó que Elle deseaba dedicarme cinco páginas: ¡no lo podía creer!

¿Es cierto que uno de sus sueños es convertirse en modelo de Victoria’s Secret?

Es un sueño porque la marca está definida por mujeres fuertes y hermosas en el mundo. Aunque yo sé que es difícil que me vuelva una modelo de Victoria’s Secret. Al mismo tiempo es innegable que la opinión pública está cambiando. Hace poco la revista Cosmopolitan hizo un artículo sobre las modelos transgénero que dominarían el show de pasarela de Victoria’s Secret y fui la segunda de la lista.

¿Qué es lo que menos le gusta de modelar?

Los tacones. Cuando tengo que usar tacones de más de seis pulgadas, no me gusta, especialmente cuando tengo que usarlos para ir a eventos espe­ciales. Es que soy alta, mido 1,85 metros, y esos tacones me hacen ver demasiado alta.

¿Cómo fue su video-reclamo ante la Organiza­ción Mundial de Salud (OMS)?

Cuando participé en el concurso estaba lejos de pensar que yo terminaría combatiendo la discri­minación contra nosotras. Entonces me uní a la petición ante la Organización Mundial de Salud (OMS) en contra del tratamiento del transgeneris­mo como un desorden mental. Al fin de mostrar mi desacuerdo, grabé un video para que se dejara de incluir a mujeres como yo en la lista de enfermeda­des.

¿Posaría desnuda?

En el futuro podría posar desnuda para PETA (la Organización por el Tratamiento Ético de los Ani­males). Pero no quiero posar desnuda con el único fin de posar desnuda, como sucedería si lo hiciera para Playboy. En cambio lo haría por PETA porque es una causa en la que realmente creo. De hecho, en enero pasado fue lanzada una campaña con esta organización: visto un bikini hecho a partir de vegetales y es la forma en que defiendo a los vege­tarianos y, obvio, a los animales.

¿Alguna vez se ha enamorado?

¡Claro! He estado enamorada y hasta ahora he teni­do dos relaciones serias.

¿Novios o novias?

Novios. Creo que las relaciones personales son pre­cisamente eso, entonces preferiría no dar detalles. Eso sí aclaro: mi transición es algo que discuto en algún momento con el hombre con el que salgo. Es un tema que surge cuando me siento totalmente cómoda para hablarlo. Pero no hay un momento en particular para compartirlo: puede tomar una hora o un mes.

Empezó 2014 con un nuevo reality…

El reality se llama Nuevas Chicas Valientes y regis­tra mi vida en Vancouver, así como mi mudanza a Toronto para tener un mayor reconocimiento. Ac­tualmente se puede ver todos los domingos a las 10 p. m. en E! Entertainment Canadá.

¿La cámara la sigue en todas sus activida­des?

Es una serie dramática y la cámara me sigue espe­cialmente en mi búsqueda de trabajo como actriz y modelo. Durante el reality busco apartamento y también logro conseguir increíbles oportunidades de modelaje e incluso audiciones para películas de Hollywood. Estuve en Los Ángeles, Nueva York, Las Vegas en los Estados Unidos y Toronto y Van­couver en Canadá. En el programa también podrán ver a mi publicista, Vanessa, mi prima Ángela y mi amiga Dajana, que conocí mientras competíamos por el título de Miss Universo Canadá.

Y desde que se terminó la grabación del reality, ¿qué ha hecho?

Me siento aliviada porque he tenido tiempo para cuidarme y me quedé durante un tiempo en mi ciu­dad, Vancouver. Durante la filmación, mi alimen­tación no fue la mejor. Estudié nutrición holística, entonces soy muy consciente de lo que como. Tras el reality hice una limpieza de mi cuerpo: alimenta­ción a través de líquidos nutricionales.

En su cuenta de Twitter se ven fotos de su úl­timo viaje a Corea del Sur el pasado diciembre ¿Ha pensado conocer otros países, por ejemplo, en Latinoamérica?

Nunca he ido, pero quisiera ir. En octubre del año pasado fui invitada para ser jurado del primer con­curso de belleza de transgénero en Colombia que, entiendo, se celebra durante la semana de la diver­sidad sexual en Bogotá. Era cuestión de abrir un hueco en mi horario de grabación del reality: real­mente quería viajar a Colombia. El representante del reinado tampoco me confirmó mi participación. Lo cierto es que las reinas de belleza venezolanas y colombianas son tan hermosas. Las mujeres co­lombianas son muy lindas.

Ahora que vive plenamente como una mujer, ¿qué les diría a quienes atraviesan actualmen­te el proceso de transición de género?

Me siento empoderada y estoy creciendo en la mu­jer que siempre quise ser. Tengo un programa de televisión, muy buenos amigos, una familia que me apoya y un futuro prometedor. ¿Qué más pue­do pedir? Lo que sí puedo decir es que la decisión de la transición de género solo la puede tomar uno mismo, nadie más. Y punto

Por MARÍA XIMENA PLAZA y DANIEL SHOESMITH
REVISTA BOCAS


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