jueves, 30 de octubre de 2008

Entrevista a Joán Tincopa (I Parte)


“Yo me he encontrado a mí misma y resulta que todos estos años he vivido engañada, no soy un hombre, soy una mujer, envuelta en el cuerpo equivocado, pero he decidido solucionar ese error”.

Se trata de una extensa y profunda entrevista que nos da luces sobre el proceso de construcción de la identidad, de una persona que se descubre como mujer a sus 37 años. Debido a la extensión, en esta primera entrega sólo se tocará el tema de la identidad y la familia.

¿Desde qué momento de tu vida adoptaste la identidad que ahora tienes?

Fue hace tres años. A consecuencia de una serie de sensaciones, de insatisfacciones personales, decidí buscar la causa y entonces pasé por los temores de cualquier persona que cree “algo está funcionando mal en mí”. Me di cuenta que las cosas no iban bien porque cambiaba mucho de parejas. Antes, como cualquier muchacho, conocía una chica, me gustaba, estaba con ella un tiempo, por alguna razón me metía con otra, a veces en paralelo, en algunos casos las llegué a querer mucho, hicimos familia, tuvimos hijos. En realidad, he tenido tres compromisos formales, le digo formales porque he tenido descendencia con ellas, pero he tenido otras tantas con las que no he tenido descendencia. Pero yo siempre sentía una insatisfacción interna que no sabía a qué se debía. Luego cuando yo decido tomar el asunto en las manos es porque me viene una crisis por la cual yo ya no estoy satisfecha con ninguna. Me relaciono con una, siento insatisfacción, pensando que es ella busco otra, con la cual vuelvo a sentir insatisfacción, aún con una tercera, siento insatisfacción.

¿A qué te llevó la indagación de tu insatisfacción?

Era una persona muy complicada, quería encontrar en alguien no solamente química sexual sino también una relación emocional fuerte y al no encontrar comencé a sospechar que tal vez yo sea homosexual reprimido, por lo que decidí investigar un poco. Yo no he tenido ese gusto por los hombres, ese amor por los hombres que sí he notado tienen las personas que he ido conociendo (gays, bisexuales). Primero conocí la comunidad gay y me di cuenta que si bien me caen muy bien, porque a mí me cae bien todo el mundo, en realidad, ellos desarrollaban cierto gusto y expresaban un amor por la cultura masculina cosa que a mí no me parecía. Cuando alguien a mi costado me decía mira qué guapo es este, o que lindo tal otro, a mí no me lo parecía y pensaba “no sé qué cosa le puede ver de guapo a ese” y por último tenia la impresión que la persona que estaba hablando a mi costado estaba hablando tonterías. Comencé a sospechar que estaba equivocada que yo no era homosexual, en todo caso no era gay. Seguí investigando y en mi búsqueda encontré información sobre el mundo travesti y entró ese bichito en mi cabeza del mundo travesti. No sabía entonces qué era la transexualidad. Llegué hasta una persona que ofrecía servicios para vestirte. Con temor fui a ese sitio, la primera vez escuché la información, en qué consistía el servicio, aparentemente te vestían de mujer, te maquillaban de mujer y nada más, no había ningún hombre para que esté contigo, ni nada por el estilo. Aunque me pareció bastante sano el asunto, no me decidí, en ese primer momento, pero el tema me quedó en la cabeza. Después de algún tiempo, después de unos meses, decidí visitar a esta persona y someterme a ese servicio y entonces percibí luego de estar vestida y maquillada que eso me agradaba y eso me gustaba. Frecuenté a esta persona por algunos meses ya que a eso se dedicaba, era su trabajo, su negocio era trasvestir. Estuve asistiendo cada fin de semana porque era como un vicio para mí, yo lo necesitaba. Conocí a otras personas, llamémoslos clientes, pero me llamó bastante la atención ver hombres fuertes, bastante masculinos, que se vestían también y era una cosa que a mí me impactaba, porque yo no veía una mujer, yo veía un hombre disfrazado. Finalmente me dije “no, esto no es lo que yo quiero”. Peor aún, cuando estás personas me contaban que tenían su familia, tenían sus esposas y que esto lo veían como una catarsis, algunos tenían relaciones con hombres. Yo decidí comenzar a salir ya vestida, pero en mi cabeza decía “no soy igual que ellos”. Comencé a asistir a discotecas vestida de esa manera, después ya no me agradaba la forma como me vestían porque yo me veía muy drag queen, con mucha carga de maquillaje, la ropa era muy vulgar y entonces decidí por mi cuenta maquillarme y vestirme. Pero al mismo tiempo entró la sensación de “esto es lo que yo quiero”. El asunto era, ¿cómo es que dejo mi vida lograda por una nueva vida que era más que una forma de catarsis, significaba mi felicidad, mi tranquilidad? Yo no estaba con nadie en ese entonces, con ninguna mujer, pero tenía responsabilidades sociales, laborales. Sin embargo, tome mi decisión, me alquilé una habitación, me mudé de mi zona habitual, me mudé a otro sitio lejos y en ese barrio me asumí como travesti. En un principio, compré ropa como cualquier chica, nada estrambótico, nada llamativo y me comencé a maquillar como yo quería, de forma natural. Fue entonces que noté que la sociedad, mis vecinos, no les parecía una cuestión exagerada o no mostraban repele hacia mi persona, eso seguramente me motivó. Pero no dejé de seguir buscando información, asistía a diferentes eventos donde organizan conferencias del tema, algunas personas que dan consejería y salió a la palestra una persona: Fiorella Cava, que irrumpió en la sociedad limeña, hablando sobre la transexualidad. Y entonces, como personaje, estaba presente en todos los medios, era un tema de conversación, indagué sobre el asunto y profundicé, ¿qué es una transexual?. Llegué a la conclusión entonces de que yo no era travesti, yo debía ser transexual.Y ser transexual significaba vivir las 24 horas del día como mujer, desarrollarse como mujer, asumir los retos bajo la visión femenina, trabajar como mujer y no un ratito como hombre y un ratito como mujer.
Yo no no tengo nada en contra de los hombres, pero no reconozco nada masculino hoy en mí. Busqué a Fiorella, quise conocerla personalmente. También apareciste tú en mi mente, debido a que te recordaba por el asunto de tu postulación y entonces también decidí buscarte porque tenía que encontrar esos modelos de personas que estaban saliendo públicamente. Yo quería ser igual que ustedes, una persona que públicamente se desenvuelva como mujer y no tenga que estar actuando por ratos como mujer. Es así como conocí a Fiorella y conocí a otras chicas que ya tenían esa situación, es decir que habían nacido en un momento determinado con la biología de un hombre pero no se habían sentido a gusto con ello y habían condicionado, habían aprendido, se habían construido como mujeres. Todas ellas eran más jóvenes que yo pero yo no vi eso como obstáculo, así que rápidamente me incluí en ese grupo y en un momento determinado decidí enfrentar a mis amistades, mis familiares, mis clientes, mis trabajadores, y decirles pues lo que soy. Yo había decidido en ese momento ser transexual porque así yo me sentía, pero nadie me diagnosticó “tú eres transexual”, ese es un tema que yo lo asumí y yo me identifiqué con eso.

En estas búsquedas fuiste perfilando identidades, ¿cómo las distinguistes?

Cómo me di cuenta, entendí que habían diferencias importantes, el gay entiendo es un hombre, que se asume hombre, se quiere como hombre y le gustan otros hombres. Bueno, yo no me quiero como hombre, no me asumo como hombre, considero que ese es un asunto biológico, así nací, pero no me identifico en la masculinidad. Ahora con la comunidad travesti yo tenía entendido que algunos se asumen hombres, otros se asumen mujeres pero que fisiológicamente ellas tienen un órgano que lo utilizan, cosa que yo no hago, por eso me identifiqué con la comunidad transexual, nosotras como transexuales, antes de operarnos, si bien tenemos un aparato reproductor masculino, ni lo tocamos, ni lo usamos, ni lo manipulamos, ni nada de esas cosas. Entonces yo digo que por eso me identifiqué con la comunidad transexual. Ahora, los transgénero se parecen mucho a nosotras pero muchas no quieren operarse. Yo en realidad he ido sometiéndome a una serie de situaciones quirúrgicas y estoy en el proceso de llegar a reasignarme si Dios quiere, este año.

¿Hasta los 37 años todo marchaba bien, en ese periodo no te hiciste ningún cuestionamiento, por ejemplo en tu niñez?

No, yo no recuerdo que en mi niñez o en mi adolescencia yo ponga en duda mi rol. Lo que yo recuerdo, eso no lo recordaba pero a medida que muchas personas me han dicho que por qué tan tarde y buscando, escarbando en mis pensamientos, la verdad es que yo tengo muy poca memoria de mi niñez y de mi adolescencia, o sea tengo chispazos pero como si me hubiesen borrado algunos archivos. Pero yo recuerdo que una oportunidad, yo tenía cinco, seis años, hubo un pequeño cisma en mi casa. Yo vivía con mis tíos, mi tío y dos tías y hubo un pequeño cisma porque a mí me gustaba mucho ver las películas de Rafael. A mí no me gustan ahora, pero yo recuerdo que en ese entonces mis tías estaban preocupadas porque a mí me gustaba mucho ver esas películas y me emocionaba mucho cada vez que promocionaban una película de Rafael, parece que exageradamente. Eso habrá causado alguna preocupación en ellas, que hablaron con mi tío para que a su vez, él hablara conmigo y fue entonces que mi tío trató de indagar por qué a mi me gustaba mucho Rafael. Y me dio a entender de que, a los hombres le gustan mucho las mujeres y a los hombrecitos no nos deben gustar mucho los hombres sino las mujeres.

Es como decir, tu primera norma de conducta respecto al rol.

Yo creo que sí. Era muy niño en aquel entonces, pero se me quedó grabado. De ahí en adelante creo que he comenzado a pensar “esto hacen los hombres y esto no hacen los hombres”. Luego cuando yo estaba adolescente me gustaba correr alrededor de la manzana de mi casa bien tempranito a las 7 de la mañana y era porque en la esquina había un paradero donde bajaban todas las chicas que iban a un colegio femenino a dos cuadras de mi casa, entonces yo me la pasaba corriendo en la manzana de mi casa, no porque fuera deportista sino simplemente por exhibirme a las chicas y de ahí en adelante, hacerme popular. En una oportunidad este tío mío me dice que el short que yo usaba era extremadamente alto y que ya debería cambiar de talla porque me estaba quedando muy chiquito, dándome a entender que se veía como shortcito de mujer. Y tanta importancia tenía para mí su opinión que yo me compré otro short, un short más grande. Esas cosas me hacen pensar que tal vez yo estaba tomando algunas actitudes inconscientes pero concientemente yo estaba adiestrado en ese entonces para cumplir tales roles. Por qué afirmo esa tesis, porque luego cuando empecé la adolescencia yo tomaba mucho, me peleaba mucho, lo que llaman bronca de hombres, estaba con cuanta chica pudiera. Cuando empecé la vida adulta traté de hacer plata, de competir en los negocios, es decir, cumplía el rol que yo asumía los hombres deben cumplir. Más hombre, el que tiene más mujeres; más hombre, el que toma más; más hombre, el que tiene más plata, el que tiene un buen carro, el que tiene un buen ingreso económico.

¿Y por qué tenía tanta influencia tu tío, no estaba tu padre?

No estaba mi padre, él no hacía de mi padre porque eso lo hacía mi abuelo quien costeaba mi educación, mi alimentación, pero mi tío me daba mucho cariño, era una persona muy querida por todos los nietos, era muy querido por toda la familia y yo tenía hacia él mucho respeto y mucho cariño. Es más, él generalmente me llevaba a sus reuniones. Yo he sido testigo de sus borracheras, pero nada malo, no me ha pasado ninguna ofensa, ni nada por el estilo, ni de parte de él ni de parte de nadie de su entorno. Todo el mundo sabía que yo era sobrino, pero él me hacía llamarle papá y él decía que yo era su hijo. Yo me acostumbré a decirle papá pero sabía que era mi tío y la gente también lo sabía. Esa era, más o menos, la relación que se entabló entre él y yo. Relación que se ha roto porque ahora él no es capaz de entender mi decisión y para él es una vergüenza familiar el asunto. Pero como yo soy independiente, profesional, libre de prejuicios sexuales, en este momento ya poco me interesa lo que él diga.

Pero esta relación un poco que sorprende, habiendo él tenido tanta gravitación, pero tú has madurado bastante y has podido contrarrestar esa influencia tan fuerte que tuvo en ti. Pero, ¿qué te permitió romper esa relación tan fuerte que tenías con el mandato que daba tu tío?

Yo pienso que cuando yo decidí comunicar a todo mundo mi decisión con respecto a desempeñarme en mi nuevo rol es porque yo ya había vivido una etapa, fueron tres, cuatro meses, que viví bajo el rol femenino y yo me sentí completamente satisfecha, feliz, y no estaba dispuesta a volver a ser el hombre que la gente quería o esperaba. Yo no estaba dispuesta, simplemente, ya conociste la verdad y no quieres la mentira.

Aquí hay dos aspectos que quizá muchas veces se confunden, porque en realidad tu orientación sexual nunca cambió.

En un principio porque ahora ya estoy en duda. Tengo una relación con una mujer, la quiero mucho, la amo mucho, compartimos nuestra vida en común, tenemos una amistad muy profunda. Sin embargo, yo estoy entusiasmadísima con un hombre, entonces yo también me pongo a pensar, antes nunca me hubiese pasado pero ahora me está pasando.

Parte del mandato que tú heredaste era ser heterosexual y ahora no solamente estás rompiendo la cuestión de identidad de género sino también tu sexualidad, tu orientación.

Antes, cuando yo asumí mi transexualidad, no encontraba en un hombre algo que me atrajera, un aspecto sexual, a mí no me agradaban los hombres, ni tampoco yo encontraba una cosa bella a mis ojos, como muchas veces escucho a mis primas travestis. Ellas hablan con un amor al hombre de lo bonito que es y yo no le veía nada bonito, yo más bien encontraba la belleza en un cuerpo femenino. Y encontraba placer para mis ojos y para mis sentidos en el cuerpo de una mujer. Además encontraba un aspecto psíquico porque yo encontraba en ellas dulzura o simplemente con verlas me proporcionaba un sentimiento de agrado, que no sé qué es. En cambio ver a un hombre, echado, sentado, no me da nada. Hasta que conocí a, llamémosle M, que con solo verlo sí me inspira.

¿Y qué dificultades principales has tenido para asumir tu nueva identidad?

Dificultad yo no he tenido. Yo he comunicado, no se ha tratado de convencer o de argumentar. Quizá porque soy una persona independiente. Pero igual, mis empleados por ejemplo, mis colaboradores pueden haber optado por retirarse e ir a trabajar a otro sitio. Yo hablé con cada uno, una por una, porque la mayoría son mujeres, y les dije la verdad de las cosas “yo me he encontrado a mí misma y resulta que todos estos años he vivido engañada, no soy un hombre, soy una mujer, envuelta en un cuerpo de hombre, pero he decidido solucionar ese error”. Antes era un hombre y ahora ven una mujer.

Pero antes viviste una vida sexual plena con tus parejas y has tenido varios hijos.

Sí, he tenido cuatro. En principio mi primera relación se dio entre los 17, 18, con una chica que quise mucho, me marcó mucho en mi vida, nos fugamos de Trujillo para Lima, vivimos un tiempo acá en Lima, al final de cuentas ella era mayor que yo, tenía unos añitos más, yo trabajaba en un restaurant, un mesero en ese entonces, no tenía ningún futuro. Ella sí era una chica acomodada, hija de familia de transporte, gente de mucha plata, y se fue embarazada. Me dejó en una depresión terrible, una depresión en la cual si no me maté fue porque tenía a Dios conmigo en este mundo. Hasta que me recuperé y empecé a trabajar nuevamente y en ese ascenso, porque era un ascenso venir del sótano, conocí una chica. Las cosas ahí eran diferentes porque yo ya estaba más firme, trabajaba, ganaba mi plata. Aún queriéndola, estuve con otras mujeres y estuve con muchas mujeres y la pobre sufría, sufría, sufría porque se enteraba, algunas se lo hacían saber, era una vida durísima para ella. Luego me encontré con una mujer en mi vida que era una persona buena pero tenía un componente de maldad con respecto a la mamá de mis hijos. Le hacía llegar todas las señales para que ella se entere que estaba engañándola. En una de esas, no sé cómo, sale embarazada esta chica, y entonces yo tengo el problema de que tengo mi hija mayor, tengo mis dos hijos con este nuevo compromiso y ahora resulta que tengo otra por venir y entonces traté de encarar el asunto, le dije a mi conviviente: “la verdad es que he estado con esta chica, ahora está embarazada y antes de que te lo diga ella te lo digo yo”. Y como toda mujer ella me dice “¿qué has resuelto?”, yo no había resuelto nada. Ella me dice “¿tú la quieres?” y yo le dije “yo te quiero a ti. Yo te quiero a ti, yo no quiero que nos separemos”. “Entonces dale su pensión y punto” sentencio. Bien práctica ella. Dale su pensión y punto, eso es lo que me dijo y eso decidí hacer. Hablé con esta chica, le dije yo quiero a la mamá de mis hijos, quiero estar con ella, voy a ver la forma de ver por ti y por la bebe pero nuestra relación no va. Estaba embarazada, esto ha sido un golpe también para ella, estando embarazada se lo dije así. Y eso es un cuadro que yo también recuerdo, fue un momento muy difícil, pero lo entendió o al menos lo aceptó. Nació la bebe, yo estuve con ella, iba, salíamos en plan de padres, pero nada que ver con algo íntimo. Sin embargo, en algún momento, ya no recuerdo por qué, me quedo una noche con ella y volvió el asunto de nuevo pero esta vez la mamá de mis hijos se enteró y me dijo, no, ni hablar, ahora yo te digo no. Nos separamos. Comencé a estar con otra serie de personas pero ya evitando tener hijos y anduve en esa situación bastante tiempo, en un descontrol, como un cuyesito perdido. Y es así como para sorpresa mía y para sorpresa de todo mundo dije, mi tema no es ser hombre. Una psicóloga me preguntó, cuando yo estaba en mis primeros meses, “¿tú estás segura de lo que quieres?, ¿quieres ser mujer, pero tú estás segura de que eso quieres?”. Yo le dije no, no estoy segura, de lo que sí estoy segura es que no quiero ser hombre. Pero ahora ya con la experiencia vivida, yo digo estoy más que satisfecha con lo que soy y para nada extraño ser hombre, no anhelo, ni traigo al recuerdo alguna nostalgia, nada. Es más, hace poquito me encontré con mi mamá, me visitó, con ella yo tenía una relación muy difícil, y yo le he dicho, mira mamá estos tres últimos años yo te puedo decir que he sido más feliz que los cuchucientos años para atrás, que han tenido sus buenas y sus malas. Estos tres años equilibran todos los 37 años. Es más, yo me podría ir en este momento, si Dios me recoje, me podría ir, satisfecha, porque yo no tengo ninguna carga contra nadie, yo me llevo muy bien con las mamás de mis hijos, con mis hijos, con las chicas que he estado mantenemos una amistad, una cosa bien curiosa que a mí me llama la atención y también me hace sentir muy bien es que ninguna de ellas se horrorizó ni nada por el estilo, a veces salimos, conversamos, tomamos un café o chateamos y yo les cuento mi situación y ellas en un principio sorprendidas pero hoy son, cada una, una amiga más.

¿Y con tus hijos cómo es?

La mayor lo tomó como una cuestión casi natural porque no mostró mayor conflicto, no le pareció nada del otro mundo o al menos no lo demostró. Mi hijo mayor, lloró mucho el día que yo le dije, a él se le rompió la imagen del padre seguramente. Lloró a mares, pero ahora es mi compañero, mi amigo. Tenemos una relación muy buena con él, es más, se ha mejorado porque antes teníamos una relación estricta, él era de esos chicos problema, ahora un poquito también, pero no tanto. El segundo, el tercer hijo, el segundo varón, fue algo contradictorio porque cuando yo le dije él lo tomó tranquilo y me dijo bueno si se trata de tu felicidad que sea. Pero después con los meses se notó que él no estaba conforme, ya no iba a mi trabajo y en un momento determinado manifestó que no quería ir a mi trabajo, dando a entender que no se sentía a gusto, como que tiene una vergüenza, que la ha ido digiriendo con el tiempo y ahora va, participa de mis actividades, va a postular a la Universidad del Callao en unos días, para ingeniería electrónica, se dedica a estudiar, es más responsable que mi hijo mayor y parece que ya ha manejado la situación. En el caso de la ultimita, su mamá con la cual yo tengo una relación buena ahora, antes de tomar mi decisión nos veíamos con cierta regularidad y sacaba a la bebe, salíamos a comer juntos como dos padres, pero ya nunca más hemos tenido una relación emocional o física o sexual, de ningún tipo. Cuando yo le digo, lo mismo que le he dicho a todo el mundo, yo he decidido ser lo que quiero ser, que así me siento feliz, me dice estás loco, tú necesitas un psiquiatra. Sin embargo, después se dio cuenta y asumió pero me dijo no quiero que nuestra hija, rompa esa idea de padre, por tanto, no quiero que te vea en tu nueva personalidad. Bueno, es una decisión que ella tomó, unipersonal, yo traté de hacerle entender que eso no es bueno, que lo que está haciendo es crear una mentira, la bebe tiene que crecer y tiene que enterarse. Pero ella dice: No, es mucho dolor para la bebe, muy niñita, se va a traumar.

Pero entonces ella te vio con la otra identidad hace tres años y ahora te ve como una tía, tampoco va a ser tan ingenua.

Yo pienso que tarde o temprano la bebe se va a enterar y va a acusar a su mamá por haberla engañado. Yo pienso que ella está creando una bomba de tiempo. Yo le he dicho traémela. Entonces asumo que ese es un problema de ella, no mío. Por tal no tengo carga, yo no tengo culpa

Con la familia, me dices que tu madre sí sabe…

Sí, mi madre se enteró hace poquito. Mi padre no, porque con él, no nos vemos desde que yo tenía tres años. No sé nada de él ni él sabe nada de mí. Ni me interesa. El caso de mi mamá es curioso porque ella se enteró hace tres semanas en realidad. No nos veíamos cuatro años y después de cuatro años nos volvemos a ver, ella decide venir a verme. No me reconoce en un principio, pero lo toma bastante bien, no le sorprende gravemente ni pone su cara de pena, ni nada por el estilo, al contrario me dijo, estás muy guapa, estás muy bien. Si eres feliz así, correcto!
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Entrevista realizada por Belissa Andía Pérez, en Lima, julio del 2008.
Joán Tincopa Langle es activista, miembro de los colectivos trans Claveles Rojos y Centro de Identidad y Sexualidad Nueva Existencia (Cisne). Es además Científica y Tecnóloga de Biodesarollo.
www.youtube.com/joantincopa

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