Tres jóvenes chicas transexuales hacen públicos sus relatos de vida dentro de una sociedad que aparentemente comienza a aceptar otros sectores y tendencias.
Expreso/Diario Digital Transexual-. Durante una tarde de clima templado, tres amigas caminaban como de costumbre por la avenida 9 de Octubre. Varias bocinas sonaban para atraer la atención de Diane (28), Rubí (25) y Tiffany (22). Las tres ignoraban los llamados, mientras conversaban sobre el día en el que decidieron cambiar de género y en lo que se han convertido sus vidas desde entonces.
“Soy Rubí desde los 20 años. Más que una determinación, fue mi valentía la que me permitió ser feliz a mi manera”.
Es esbelta. Su aspecto, afirma, es muy diferente al de antes de su transformación. “No sabía usar ni un delineador. Como mi papá era militar, si el cabello estaba muy largo y no era de su agrado me enviaba a que me lo cortara”.
Interrumpe Diane intentando sentarse cómodamente en los filos de la pileta ubicada en la Plaza San Francisco (centro de la ciudad), bajo la mirada escrutadora de los hombres que pasan, quienes no se imaginan la realidad que se oculta detrás de aquella apariencia femenina.
“Yo comencé en un reinado. Mis amigas insistieron en que ganaría ese día con aquel vestido. Tenía mis dudas, pero cuando terminaron de maquillarme... ¡Uau! Al final los jueces me seleccionaron entre todas como la más bella”.
Entre risas, Rubí y Tiffany se apoderan de la conversación para contar cómo aprovecharon un Halloween para “salir del clóset”.
“Fui a una discoteca llamada Safari disfrazada del personaje que interpreta Angelina Jolie en la película Tomb Rider. Desde ese día me contrataron para representar a otra diva: Whitney Houston”, afirma Rubí.
Tiffany, por su parte, cuenta que desde la primera vez que adoptó la apariencia de una mujer se sintió en su verdadero cuerpo. Pero mantener su aspecto femenino le costó tiempo y lágrimas.
“Todas las noches salía como chica y cuando amanecía tenía que volver a mi triste realidad. Al llegar a mi casa de una farra me tocaba cambiarme rápido en el taxi y entrar con gafas a mi habitación para que nadie de mi familia notara mi rostro maquillado”.
“Tras 6 meses de relación aún no había tenido intimidad. Pensé que después de ese tiempo juntos estaba consciente de mi transexualidad, pero cuando decidí hablar de eso con él, pegó un salto y me dijo que lo había traumado. Fue muy duro”.
Ante circunstancias como esta, todas adoptaron una técnica de autodefensa. Al primer hombre que busca un acercamiento le aclaran desde el principio que no son mujeres biológicas: “Algunos se quedan, otros salen corriendo”, afirman.
Pero, ¿qué hace que los hombres se acerquen? Uno que otro retoque estético y el tratamiento de hormonas que busca disminuir la testosterona e incrementar los estrógenos en el cuerpo. “Es como volver a vivir la pubertad”, aclara Rubí.
Diane debe su aspecto de mujer a la cirugía: párpados, prótesis, laparoplastia, levantamiento de cejas, reducción de mentón y otras, que terminaron en la reconstrucción total de su rostro y parte superior del cuerpo.
Ella trabaja activamente en la Asociación Silueta X, una de las diversas organizaciones para transgéneros y lesbianas que hay a nivel nacional. Entre ellas están Futpen en Santa Elena y Estudio Transgénero en Quito.
También estudia Psicología en la Universidad de Guayaquil. Pese a ser la única “trans” de la carrera, dice, no hay mayor alboroto.
Según el sociólogo Héctor Chiriboga el clima en una facultad de Psicología puede ser mucho más propicio para la tolerancia, el reconocimiento y la valoración.
“Existe una mayor sensibilidad hacia el tema de la subjetividad y por ende, hay una apertura hacia el pensamiento de los demás y su elección sexual”.
Por su parte Tiffany se retiró de la carrera de Ingeniería Comercial al decidir cambiar radicalmente de imagen. Asegura que retomará sus estudios, pero esta vez en Sistemas. Rubí ha aplicado sus estudios de Diseño Gráfico en varios empleos, en un futuro sueña con ejercer en los Estados Unidos.
Según Chiriboga, este es un asunto que organizativamente no se puede mirar con indiferencia porque es un sector que tiene marcadas sus estructuras. “Se está imponiendo un hecho: las personas que tienen una elección sexual diferente están viendo en el sector nacional una mayor apertura, una más clara aceptación”.
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