Exmilitar de prestigio, graduada en West Point, Allyson Robinson es la primera mujer transexual en presidir OutServe-SLDN (OutServe-Servicemembers
Legal Defense Networks), nacida de la lucha contra el “Don’t ask, don’t
tell” y que agrupa a personas LGTB que sirven o han servido en el
Ejército de Estados Unidos. Y si algo tiene claro Robinson es que la
lucha por la igualdad en dicha institución no ha acabado ni mucho menos
con la derogación de esta ley. El mejor ejemplo, la propia situación de
las personas transexuales, a las que los reglamentos de sanidad militar
siguen considerando enfermas mentales.
Allyson Robinson, de hecho, no salió del armario como mujer transexual hasta abandonar el servicio activo, en el que ha desarrollado una carrera brillante. Graduada en West Point, ha servido como oficial en Europa y Oriente Medio a cargo de los misiles Patriot, ha sido instructora de la OTAN y ha sido asesora de los Ejércitos de Arabia Saudí, Kuwait y Qatar. Ahora, al frente de OutServe-SLDN, una organización que cuenta con unos 6.000 miembros nacida de la fusión en 2012 de las antiguas OutServe y SLDN, se enfrenta a desafíos muy diferentes: acabar con la discriminación que todavía persiste contra las personas LGTB en el seno de las Fuerzas Armadas estadounidenses.
Dos son los ejes que marcarán la acción de Robinson. En primer lugar, seguir luchando contra la discriminación de las personas LGB, que no acabó con el final del “Don’t ask, don’t tell”. Persisten innumerables circunstancias discriminatorias hacia sus familias, por ejemplo, en buena parte derivadas del no reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo.
En segundo lugar, continuar trabajando en favor del derecho de las personas transexuales a servir como militares en Estados Unidos. Algo que en teoría la ley no prohíbe, pero que en la práctica los reglamentos de sanidad militar impiden, al seguir clasificando a las personas transexuales como padecedoras de patología mental.
En este sentido, Robinson cree que la anunciada revisión del DSM (quizá el “catálogo” de enfermedades mentales más utilizado del mundo, elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría), que en su próxima versión sustituirá el diagnóstico de “trastorno de la identidad sexual” por el de “disforia de género”, un término con menor carga patologizante (aunque no por ello inocuo) es una oportunidad para acometer la correspondiente revisión en el seno del Ejército.
Allyson Robinson, de hecho, no salió del armario como mujer transexual hasta abandonar el servicio activo, en el que ha desarrollado una carrera brillante. Graduada en West Point, ha servido como oficial en Europa y Oriente Medio a cargo de los misiles Patriot, ha sido instructora de la OTAN y ha sido asesora de los Ejércitos de Arabia Saudí, Kuwait y Qatar. Ahora, al frente de OutServe-SLDN, una organización que cuenta con unos 6.000 miembros nacida de la fusión en 2012 de las antiguas OutServe y SLDN, se enfrenta a desafíos muy diferentes: acabar con la discriminación que todavía persiste contra las personas LGTB en el seno de las Fuerzas Armadas estadounidenses.
Dos son los ejes que marcarán la acción de Robinson. En primer lugar, seguir luchando contra la discriminación de las personas LGB, que no acabó con el final del “Don’t ask, don’t tell”. Persisten innumerables circunstancias discriminatorias hacia sus familias, por ejemplo, en buena parte derivadas del no reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo.
En segundo lugar, continuar trabajando en favor del derecho de las personas transexuales a servir como militares en Estados Unidos. Algo que en teoría la ley no prohíbe, pero que en la práctica los reglamentos de sanidad militar impiden, al seguir clasificando a las personas transexuales como padecedoras de patología mental.
En este sentido, Robinson cree que la anunciada revisión del DSM (quizá el “catálogo” de enfermedades mentales más utilizado del mundo, elaborado por la Asociación Americana de Psiquiatría), que en su próxima versión sustituirá el diagnóstico de “trastorno de la identidad sexual” por el de “disforia de género”, un término con menor carga patologizante (aunque no por ello inocuo) es una oportunidad para acometer la correspondiente revisión en el seno del Ejército.
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