Miranda Salman era él y llegó a jugar fútbol en la Primera División. Por las mañanas ponerse el uniforme de Coyotes Neza y soportar las burlas machistas de sus compañeros de equipo. Por las tardes, aprovechar la intimidad de su alcoba, ponerse peluca, pintarse los labios. Una falda. Tacones.
A casi dos décadas de aquel efímero paso por el máximo circuito, Miranda reaparece en las canchas. Ahora con el Tri Gay que se prepara para el Mundial en Copenhague 2009. Ganó pechos, caderas y la oportunidad de ser entrenadora de ese selectivo. Sólo perdió su identidad.
¿Quién es Miranda Salman?
Es una chica común y corriente. Una chica transgénero.
¿Desde cuándo existe Miranda?
Mi cambio físico fue hace unos nueve años. Con mucha terapia y algunas operaciones, vas tomando hormonas femeninas para que tu cuerpo vaya cambiando. Depilaciones, operaciones. Un proceso largo y lento.
Tengo bastantes, no todas. Las piernas, por el fútbol, obviamente no. Busto, lipoescultura, pompas. Y la nariz.
¿Quién era antes de transformarse en Miranda?
Estoy guardando mucho mi identidad por una simple razón de que compartí vestuario con gente muy reconocida que ahora son directivos, comentaristas, reporteros. Y porque tengo un hijo. Entonces trato de mantener esa identidad en secreto.
¿Tengo entendido que jugó en Primera División?
Mi paso fue efímero, jugué en fuerzas básicas en Pumas, en reservas profesionales de Coyotes Neza. Fui muy apoyada por Miguel Marín, cuando él era el entrenador y tan sólo jugué unos 13 minutos aproximadamente. A principios de los 90 me fui a jugar con un equipo amateur y sufrí fractura de tibia y peroné. Me retiré.
¿Con quién participó?
En fuerzas básicas de Pumas llegué a enfrentar en interescuadras a Luis García, Jorge Campos y Tato Noriega. Con Coyotes jugué al lado de Paco Ramírez, González China y el profe José Guadalupe Cruz.
¿Qué tanto sabían los jugadores de Miranda?
Mira, no sabían nada, pero el trato era diferente porque yo tenía cierta feminidad que no podía ocultar. Las burlas eran evidentes y los apodos eran tremendos.
¿Cómo cuál?
Me decían Pin pon (“es un muñeco”), muñeca y muñequita.
Un mundo difícil.
Complicado entrar a bañarse con 18 hombres y yo sentirme por dentro mujer. Yo esperaba que todos se fueran a bañar y yo hasta el final. El machismo que se vive en un equipo de primera división es muy alto.
¿Pelear contra ellos?
¿Contra 18? Me quedaba al margen, entraba a su juego para integrarme al grupo. Me agarraban de carrilla y yo le seguía.
¿Y una vez que se terminaba el entrenamiento?
Me iba a casa y me transformaba en Miranda. Me ponía peluca, me maquillaba, me vestía de mujer dentro de mi habitación. Cuando salía a la calle volvía a ser hombre.
¿Nadie lo sabía?
No. Se lo imaginaban mi mamá, mi papá, pero no se manejaba abiertamente.
Después de mi lesión me casé con una chica, tuve un hijo y vi que ya era demasiado las ganas de ser mujer. Me divorcio de mi primera esposa y ahí comenzó el cambio. Decirles a mis papás, a mi hijo, a mi ex pareja. Mis amigos.
Imagino que es difícil.
Mucho. El 80 por ciento de mi familia me discriminó y el 100 por ciento de mis amigos desapareció. Mis papás, mi hijo y mi ex esposa me apoyaron.
¿Qué tiempo se lleva cambiar de hombre a mujer?
Entre unos tres a cinco años. Dependiendo qué tan sano y solvente económicamente estés.
¿De cuánto estamos hablando?
En mi caso llevo entre 250 mil y 300 mil pesos gastados en estos nueve años. Vengo de una familia acomodada y no tengo problemas económicos. Mi papá tiene empresas y yo dirijo una parte.
¿Dónde nació?
Aquí en México, pero soy de ascendencia árabe.
¿Cuánto le falta –física y legalmente- para ser Miranda Salman?
Soy transgénero. Todavía no me hago la operación de sexo. Y estoy en proceso de ser legalmente Miranda Salman, con acta con nuevo género.
¿Hacerse la reasignación de sexo?
Es una operación cara, dolorosa y existe el riesgo de perder excitabilidad y eso me impide aún tomar una decisión de ese tipo.
Y ahora el Tri Gay.
Llegué hace dos meses, les gustó mi forma de jugar y me dieron las riendas del equipo. Soy entrenadora y jugadora al mismo tiempo.
Volver a las canchas.
Me encanta. No había tocado un balón desde hace mucho tiempo. Este (domingo) fue mi cuarto partido en 15 años. Aparte, tengo 40 años de edad. Me mantuve físicamente en competencias como el triatlón.
Ir al Mundial de Futbol Gay en Copenhague 2009.
Me quiero quedar con los chicos del Tri Gay y, además, formar un selectivo lésbico. Luchar contra la homofobia y el VIH. Seguir en el fútbol, de alguna manera.
¿Hay homosexualismo en el fútbol?
Las estadísticas nos dicen que del seis al diez por ciento de todas las poblaciones hay gays o de diferente diversidad sexual. Estamos hablando que si hay 400 jugadores en el máximo circuito, aproximadamente, debe haber unos 30 ó 40 jugadores gays en la Primera División.
¿Le tocó conocer gays en el fútbol mexicano?
No. Se esconden por temor a recibir alguna discriminación. De hecho, siento que yo no recibí apoyo en otros equipos por ser una persona demasiado femenina para jugar.
¿Es literal la frase de sentirse en un cuerpo equivocado?
Un científico americano dijo que era como estar en una caja oscura. Es una ansiedad muy grande. Traumas y soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario