Carla Antonelli es una de las principales activistas del colectivo Trans. EFE
Alrededor de 10.000 ciudadanos conviven
en España con disforia de género. Es decir, son personas transexuales. Y
los recortes en Sanidad han provocado que la atención sanitaria que
recibían se haya limitado desde que hace justamente un año el Gobierno de Mariano Rajoy anunciara una segunda vuelta de recortes en la cartera de salud.
Las
asociaciones de lesbianas, gays, personas transgénero y bisexuales
(LGTB) denuncian que el trabajo que se realiza en las Unidades de
Identidad de Género (UIG) se ha reducido significativamente en los
últimos doce meses. El Ministerio de Sanidad que dirige Ana Mato afirma que en 2012 ingresaron y fueron tratados 3.003 pacientes.
Todo comenzó cuando el secretario de Estado por la Igualdad, José Manuel Moreno, incluyó dentro de lo que se consideran “derroches del sistema”
los tratamientos de reasignación de sexo, comparándolos con la cirugía
estética. "Tenemos desde operaciones sexuales cubiertas por el Erario
público hasta cualquier tipo de implante e incluso cirugía plástica",
señaló Moreno en abril de 2012. Las organizaciones de personas transexuales argumentaron entonces
que, si de media se hacen al año unas 50 operaciones, el ahorro sería
de 750.000 euros, una mínima parte del porcentaje a recortar.
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