lunes, 9 de septiembre de 2013

La transexualidad se da el doble en el Ejército de EEUU que en el resto de la sociedad

Los recientes estudios reseñan una mayor prevalencia de transexuales en las Fuerzas Armadas. Un macroestudio analizará la circunstancia legal, psicológica y sanitaria de este colectivo en el Ejército de EEUU, que continua discriminándolos

En abril de 2010, un soldado estadounidense envió a su sargento un email que arrancaba así: “Este es mi enmarañamiento. He disfrutado indicios desde hace demasiado tiempo. Ha causado enredaciones en mi familia. Pensé que una carrera en el ejército me respaldaría a deshacerme de él”. El correo iba acompañado de un autorretrato en el que aparecía travestido como mujer. Ese soldado, por en este momento desconocido, se llamaba Bradley Manning. Pocos días en seguida de ese email, Manning fue detenido por filtrar material sensible a Wikileaks, motivación por la que ahora cumple 35 años de prisión. Hace escasísimas semanas, su abogado difundía un aviso en el que revelaba que es una mujer y que se llama Chelsea, reabriendo un debate enormemente complejo sobre la identidad transgénero dentro de la tropa.

“Ya no sé qué más hacer, y la única ‘ayuda’ que parece terminado es un castigo severo y/o deshacerme de mí”, finalizaba el email de Manning, mostrando un grave nivel de desesperación. Su caso, por desgracia, no es en absoluto excepcional. Poco tiempo antes de su anuncio, la sociedad de EEUU había recordado a la Princesa Guerrera: Kristin Beck, una mujer que mostraba su verdadero yo en seguida de servir durante 20 años en uno de los cuerpos armados más rígidos e inaccesibles, los Navy SEAL. Su historia, divulgada últimamente en un texto, fue la primera carga de profundidad contra la política del Ejército de EEUU, que continua discriminando a los transexuales.
“Traté de hacer cosas que me hicieran tener más masculino, como unirme a la Marina y casarme”, aseguró un transexual veterano del Ejército
La segunda arribó con la revelación de Manning. Y la tercera puede que esté gestándose. Pocos días antes de que el soldado revelara que ahora es Chelsea, se revelaba un macroestudio (11 investigaciones científicas en total) sobre la transexualidad en las Fuerzas Armadas de EEUU y su trato por parte de los sistemas galenos del ejército. El Instituto Kinsey, una de las instituciones más prestigiosas en el ámbito de la sexualidad humana, se faculta de ejecutar uno de los estudios de este proyecto, que durará tres años. Cuenta con una inversión de 1,35 millones de dólares (un millón de euros) y desea decir la primera investigación incorporal de la política del Ejército sobre inserción e identidad transexual, que así mismo atenderá la salud mental y el acceso a terapias hormonales en veteranos transexuales.

No obstante, el trabajo se ejecutará al margen del Departamento de Defensa para impedir interferencias, según explica Jeremy Johnson, director del Palm Center, la institución dedicada al estudio y cuidado de las minorías sexuales en las Fuerzas Armadas que es la que promueve este proyecto. “No hay titubeo de que hay transexuales entre los militares de EE.UU. Sólo la organización SPART*A (ONG de apoyo al colectivo LGBT militar) cuenta con más de 100 miembros transexuales”, explica Johnson.

Una realidad silenciada

Como los transexuales tienen que vivir en silencio su condición, es enormemente difícil estar al tanto de cuántos hay entre el millón y medio de soldados que sirven en el ejército de EEUU en este instante. Pero los especialistas, los psicólogos militares que han tratado estos casos y estudiado su circunstancia, coinciden en reseñar que hay más casos que en la sociedad civil. La prevalencia en el ejército sería el doble, según el último estudio de George Brown, psicólogo de la fuerza aérea que lleva divulgados 118 trabajos sobre la materia en más de 25 años de estudio y que se basa en el estudio de una base de apuntes con cinco millones de casos galenos de veteranos.

Según los recientes estudios, la prevalencia de transexuales en la sociedad ronda el caso entre cada 11.000 personas (aunque ya hay algunos que aseguran que la transexualidad se da en una de cada 1.000 o 2.000 personas, On the Calculation of the Prevalence of Transsexualism, PDF). Como el trabajo de Brown, que se basa en los índices galenos de la Administración de Salud de los Veteranos, la prevalencia sería de más del doble: en rededor a 23 de cada 100.000 veteranos habrían un diagnóstico de disforia de género. Teniendo en cuenta que en la actualidad hay 1,5 millones de militares en activo en EEUU, vendrían a ser unos 350.
Pero los especialistas así mismo reseñan que el estigma empuja a que excelentísima parte de los veteranos oculten a las autoridades sanitarias del Ejército su verdadera condición. Una estimación ejecutada por el Centro Nacional para la Igualdad Transgénero conversa de que hoy hay entre 6.000 y 10.000 transexuales sirviendo en las Fuerzas Armadas de EEUU.
Manning dio a estar al tanto de a sus superiores “su enmarañamiento” poco antes de ser arrestado por las filtraciones
“Algunos estudios clínicos aluden que la proporción de veteranos en la comunidad transgénero es elevada”, aseguró Brandon Hill, quien coordinará el estudio del Instituto Kinsey. “Los casos de Kristin Beck y Chelsea Manning muestran una inflexible conexión entre la comunidad transgénero y los militares en EE.UU”, explicaba al revelarse su investigación. Se aguarda que este macroestudio ayude a paliar la ausenia de apuntes fiables, derrumbe la prohibición de transexuales en uniforme y consolide el giro de mentalidad de excelentísima parte de la comunidad médica, que afronta esta circunstancia más allá de la patología.

En ese punto radica excelentísima parte del enmarañamiento del Ejército de EEUU: no hay que ley que prohíba a los transexuales alistarse, sino que el obstáculo se asienta sobre una “objeción médica”. “Las barreras a eclipsar están en políticas médicas obsoletas”, explica Johnson, “en reglamentos militares que exponen que las personas transexuales no pueden servir por razones médicas“. Si reconocen su circunstancia ante sus superiores, como sucedió en el caso de Manning, pueden ser enviados a un médico para su evaluación y posterior expulsión.
Los transexuales continuan prohibidos en el Ejército de EEUU; otros diez países, entre estos España, los aceptan
Tras la arribada de Barack Obama a la Casa Blanca, el Departamento de Defensa se ha abierto a las minorías sexuales. En 2011 se retiraba la legislación denominada Don’t Ask, Don’t Tell (No preguntes, no lo cuentes) que permitía a gays, lesbianas y bisexuales alistarse a condición de no revelar su condición sexual. Incluso el Pentágono festejó el año pasado su primer Orgullo Gay y el nombramiento de la primera lesbiana ascendida a general de cuatro estrellas (el máximo estado), Tammy Smith, que no solamente no oculta su homosexualidad, sino que está casada con otra veterana de la Armada.

Sin embargo, los transexuales están fuera de esta apertura salvo que Manning, Beck y este último estudio logren despertar conciencias. En pequeñisima, un documental aclamado Transmilitary se sumará a este esfuerzo. Junto con España, que cambió la normativa en 2009 durante el mandato de Carme Chacón en Defensa, ya son 10 los países que dejan transexuales en sus Fuerzas Armadas: Australia, Bélgica, Canadá, República Checa, Israel, Países Bajos, Suecia, Tailandia y el Reino Unido. En EEUU, lógicamente, inician el procedimiento de transformación física, con hormonas o cirugía, cuando ya son veteranos.

Manning examinéa estudios sobre transexualidad en Bagdad

En total, habría entre 100.000 y 140.000 transexuales veteranos de las Fuerzas Armadas de EEUU, según distintas plataformas de apoyo a las minorías sexuales. Y una encuesta entre 6.450 transexuales reseñaba que el 20% se habían alistado en el Ejército (y el 32% de los travestidos), ¿de en el que surge esta trasendente prevalencia de transexuales en el Ejército? En excelentísima medida, forma parte del periplo de aceptación de su condición, a juzgar por el trabajo de George Brown. Ahora en su estudio pionero de 1988 (Transsexuais in the Military: Flight Into Hypermasculinity, PDF) reveló que demasiados transexuales se enrolaban en ese “vuelo hacia la hipermasculinidad” que involucra el Ejército. Manning leyó este trabajo, de los pocos accesibles en la red, en tanto titubeoba si dar el paso hacia una reciente vida en tanto estaba en Bagdad.
Los cálculos oscilan entre los 350 y los 10.000 transexuales en activo en las Fuerzas Armadas de EEUU
Kristin Beck advirtió en una entrevista que se realizó SEAL precisamente porque era “lo más rígido de entre lo rígido”. Los avances de Brown con 11 veteranos de la Guerra de Vietnam en la década de los 1980 muestran un perfil igual: “Traté de hacer cosas que me hicieran tener más masculino, como unirme a la Marina y casarme”, le habló uno de los pacientes. “Me uní a la Marina con la aguardanza de que el enmarañamiento desapareciera. Funcionó por un tiempo, aunque sin embargo está aquí”, lamentó otro. Y otro más: “Me apunté a la Fuerza Aérea como una coartada. En uniforme, mi masculinidad no sería cuestionada”.

Brown considera que antes de arribar a una etapa de aceptación, las personas transgénero a menudo tratan de demostrarse a sí mismos que no son transexuales. Demasiados veteranos reconocen haberse enrolado en misiones arriesgadas, sino suicidas, como prueba de masculinidad. En Vietnam, se ofrecían como “ratas de túnel“: agresións extrañeza a posiciones enemigas a través de sus conductos subterráneos, pistola en mano, para matar el mayor número factible de charlies. Matar para experimentar su hombría o morir en el tentativa.

Más suicidios que el resto de veteranos

Además, según el último trabajo de Brown, los tentativas de suicidio entre los veteranos con desórdenes de género son 20 veces mayores que entre el resto de excombatientes. Como habló Manning, una solución viable a su enmarañamiento era “deshacerse” de sí mismo. Es factible que el peligro de suicidio se deba a la tensión, al aislamiento y al estigma se proyecta sobre los transexuales. Pero es inalcanzable estar al tanto delo dado que los soldados no deben acudir con su enmarañamiento al despacho del doctor, a no ser que deseen ser expulsados del cuerpo.
Manning cumple una doble condena, porque en la prisión no recibirá tratamiento para la reasignación de sexo
Quizá Manning realizó su filtración a Wikileaks como una demostración de hombría o como reacción frente al decepcionante planeta hipermasculino que le rodeaba. Como expresó en 2010, no le importaba ir a prisión o así mismo ser ejecutada: su primordial temor era el de salir retratada en todos los medios “como un chico”. Durante su juicio, y como parte de la táctica de su salvaguarda, se supo que sus superiores descubrieron una copia del estudio de Brown entre sus cosas. Para su abogado, cuando se supo que tenía un alter ego en internet aclamado Breanna, el aislamiento al que le sometieron trasladó a Manning a la espiral destructiva que terminó en la mayor filtración de la historia.

Todo este procedimiento ha llevado a Chelsea Manning a una doble condena. Por un lado, 35 años de cárcel en el aflicciónl militar de Fuerte Leavenworth. Y lo que quizá sea peor, 35 años sin poder tratarse para lograr un físico de mujer. Lo dejó enormemente obvio un director de la prisión a la cadena NBC: “El Ejército no proporciona terapia hormonal o cirugía de reasignación de sexo para el trastorno de identidad de género”.

“Hay algunos transexuales cuya condición es conocida en su unidad. Sus amigos lo conocen y a veces así mismo sus supervisores. Esto no es común, aunque a veces sucede”, explica Jeremy Johnson, del Palm Center. Pero reconoce que carecen de apuntes para estar al tanto de cuáles son sus motivaciones o si hay casos de presiones por parte de amigos. De ahí la necesidad de este macroestudio, con 11 investigaciones paralelas, para tratar de entender porqué hay tantos transexuales en el Ejército, cuál es su circunstancia y cómo se ubican física y psicológicamente.


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