Admiradora como soy de la belleza de las llamadas chicas “she males”, no se me habría podido dejar de pasar por la mente mi relación e identidad con respecto a ellas. Pero también, es el caso de las chicas que venden sexo en las calles de la ciudad, llamadas públicamente, sobre todo, por la prensa, como “travestis”. Como les conté en las primeras entradas de este blog personal, desde las primeras veces que ingrese las a internet, las chicas “she male” han sido y son un referente y una gran inspiración para mi. Ellas proyectaron la imagen de que era posible y real, ser una persona muy femenina y bella, a pesar de haber nacido, genética y biológicamente, varón.
Ellas también aparecen mencionadas en los textos que estoy glosando, en los cuales parecen, en el caso de Alejandra Zuñiga, como personas transgénero y en la página de Lynn Conway, como “mujeres transgénero”, y aparentemente es así, pero creo que en realidad, no se trata de una “identidad” relativamente homogénea como las otras. El tema es que todas ellas trabajan principalmente en la llamada “industria de sexo,” es decir en industria pornográfica y los clubs de espectáculos, y por otro lado, en la prostitución de variadas categorías. En los niveles más bajos de ese mundo, es donde comienzan y arriban esas chicas, cuando son echados de sus casas y es la única alternativa que tienen para poder sobrevivir, viviendo de manera muy marginada en los barrios bajos de las grandes ciudades.
De manera solamente didáctica, puede señalarse a un primer grupo de estas chicas, las cuales ganan buen dinero como prostitutas de alto nivel o “acompañantes,” (scort) y las más bonitas y talentosas consiguen hacerse actrices muy bien pagadas, llamadas más generalmente como “she male”, y un segundo grupo, que son las chicas que ejercen la prostitución de un menor nivel y que ofrecen sus servicios mayormente en las calles y moteles de las ciudades relativamente populosas, mayormente llamadas despectivamente como los “travestis”.
Hago alusión a la pornografía y a la prostitución, sin ningún ánimo ni moralista ni ético, sino por que creo que es, justamente ese mundo del comercio sexual, el que nos impide ver que se trata de personas de muy diversa trayectoria de vida e “identidad de género”. En la página de Lynn, se dice que en el mundo de habla inglesa no se está de acuerdo en cómo llamar a estas chicas y mujeres. Pueden ser llamadas “she-males” y las otras, “callejeras,” mientras algunas se llaman así mismas como mujeres transgénero o transexual. Muchas de las páginas de pornografía de entretenimiento adulto las presentan, efectivamente, como hermosas “transexuales”, aunque algunas sigan caminos de vida muy diferentes. Se dice también que en algunos ambientes se consideraba ofensivo el término “she-male”, pues se usaba deliberadamente para ofender mujeres transexuales preoperativas, pero algunas personas “variantes de género” (¿qué querrá decir eso?) ya lo están rehabilitando como una buena manera de describirse así mismas.
Además, como por medio de la pornografía “she-male” disponible en el internet, mucha gente se dio cuenta de la belleza y sensualidad de estas chicas, la palabra está volviéndose exótica en vez de despreciable. En los países donde se hablan idiomas románicos, como en le caso de la mayoría de países de América Latina, el término universal aplicado a estas personas es “travesti.”, con la consiguiente confusión, a que aludimos en otra entrada, con respecto a la persona “travestiste”. No se debe confundir a estas chicas que estamos describiendo, con las personas “travististas” o “transvestite en inglés, que quiere decir un varón heterosexual que se viste de mujer, debido a sus características ya descritas. Debido al aumento de inmigración a los Estados Unidos de gente latina, incluso allí se oye a veces la palabra “travesti” en vez de “she-male.”
En lo particular, me da la impresión de que tras las imágenes de “chicas con hermosos cuerpos femeninos”, se esconde una variedad de identidades de género. Seguramente, muchas de ellas son, efectivamente, “mujeres transgénero”, muchas de las cuales quizás comenzaron como “travestistas”, y aprovecharon ese tipo de trabajo, para realizar su “transición transgénero”, y no han faltado chicas que realizaron una “transición transexual”, en los términos descritos en una entrada anterior. Ellas “feminizaron” su cuerpo, se tratan hormonalmente bajo controles médicos, se hicieron operaciones cosméticas en partes de su cuerpo y en sus rostros, se eliminaron los vellos mediante variados métodos, y para mantenerse en lo que les exige la “industria del sexo”, se someten a exigentes regimenes de entrenamiento físico y dietéticos. Lo cierto es que la industria es tan productiva que los ingresos sirven para todo eso y más.
Aunque las “she male” vistas en su conjunto, se nos aparecen en sus imágenes como muy femeninas y se comportan de modo correspondiente, muchas no afirman ser mujeres TG o TS, ni tener identidades de género femeninas El rendimiento tan lucrativo de la “industria mundial del sexo”, es visto por muchas personas “travestistas” homosexuales y aún por personas “gay”, como un medio también para alcanzar un trabajo remunerativo y beneficioso, pero ello no implica modificar mayormente su “identidad de genero masculino”, por lo también realizan lo que para una persona transgénero sería una “transición”, esto es, ellos también se tratan hormonalmente, se realizan operaciones cosméticas (con la excepción fundamental de retener sus genitales masculinos funcionales), y se mantienen bajo exigentes entrenamientos físicos, pero no como expresión de su “identidad de genero” subjetiva, sino como exigencias de su trabajo, y es por ello que muchas “she male” no se proponen asumir la identidad ni el físico completo de una mujer. En efecto, aunque muchos usan hormonas femeninas, otros no los usan (o limitan su uso) para asegurar retener la función sexual del varón típico o del varón homosexual o bisexual también típicos.
De la misma manera, sugiero que vistas en su conjunto, las llamadas “travestis” de la calle y moteles, se nos pueden aparecer como una identidad homogénea, pero la prostitución callejera, de hecho, es un medio de sobrevivencia para personas “transgénero”, “transexuales”, “travestistas” homosexuales/bisexuales y por personas “gay”. Para las primeras, implica un recurso para manifestar y aún, defender, su identidad de género femenina y, por tanto, una fuente para costear su “transición transgénero” o su “transición transexual”. Pero para las personas homosexuales, “travestistas” y “gay”, además de un medio de sobrevivencia, ese tipo de prostitución no les implicará, necesariamente, modificar mayormente su “identidad de genero masculino”. En ambos casos, pero por razones diferentes, todos ellos se auto-administran hormonas femeninas (generalmente sin ningún control médico) y pueden realizarse pequeñas y baratas operaciones cosméticas (todos sabemos de la silicona y otros productos), para de esta forma aparecer como más atractivas a sus clientes.
Cuando las chicas “she male” llegan a acceder a los altos niveles de la “industria” de la pornografía mundial, logran escapar del mundo de la prostitución callejera, mundo al que la sociedad, con sus prejuicios y estigmas condena, casi irremediablemente, a las personas “transgénero”, “transexuales”, “travestistas” homosexuales y bisexuales, y homosexuales “gay”, cuando estos valientemente deciden salir del closet. Es por eso, que creo que ambos grupos tienden a separase y vivir hasta en ambientes relativamente distintos.
Es posible que en ciudades de países como Brasil, en América Latina, donde estos últimos forman comunidades por su gran número, más que una “identidad de genero”, se esta desarrollando una “identidad de grupo social” que se manifiesta en la idea de no encuadrar dentro de las dos categorías principales de género, y que se refieren así mismos como de un “tercer sexo y/o género”, o simplemente como “otro”, que es la forma generalizada de la identificación de la persona “gay”, sobre todo de los “gays afeminados”.
Aclaro inmediatamente: cuando digo “afeminado”, por favor, no me refiero peyorativamente a una conducta, sino que los “amaneramientos” y “gestos” femeninos cuando son sobreactuados o exagerados, son denominados “a-feminados”, justamente, por que no se corresponden con los verdaderos gestos femeninos. Y es esto lo que también permite distinguir, dentro del mundo gay, a gay con conductas muy masculinas (generalmente, los “gay” que aún siguen en el “closet”) y los “gays afeminados” (generalmente aquellos abiertamente declarados como tales). Y no es una mera casualidad, que en esas circunstancias, haya una mayor fluidez y superposición, entre la comunidad “travesti” y la comunidad “gay”.
En muchos casos, esta identidad de grupo o comunidad, es una fuente de mucho orgullo y realización para ellos.
1 comentario:
Como decís, realmente son pocas las chicas que son respetadas por su capacidad y —a su vez— despreciadas por su condición. Podes ser la mejor investigadora/científica del mundo, pero tu tesis jamás será respetada si te presentas con pelo largo, falda y tacones. La única (triste, no por ellas, si no por la sociedad) alternativa, más allá de los conocimientos que posean es la prostitución.
Respecto al “amanerado”; “marica” o como peyorativamente se lo llame de distintas maneras, creo que también es digno de respeto. De mi experiencia personal rescato que jamás, ninguno de ellos ha tenido problemas con alguien, si no que por el contrario, muchos han buscado problemas con él.
También viene a tema, algo que hace muchos años un psicoanalista planteó en una revista muy importante: “El hombre común Argentino (macho) no tiene problemas con el marica, amanerado o travesti, ya que hay una diferencia muy grande con él. El miedo surge cuando un similar es gay, cuando una persona que juega fútbol, rugby o bebe en demasía con sus compañeros, resulta tener una preferencia sexual distinta”.
Comentarios míos: Muchos “machos” pueden divertirse menospreciando o humillando a una marica o amanerado pero, cuando se enfrentan a otro “macho” (cosa que me sucedió) en el cual se ven reflejado y éste les dice que es gay, se ponen blancos del susto. No saben para donde correr, como responder y… ni intentan pelear.
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