Tamara Adrián, foto. Así no figura en su cédula de identidad porque en Venezuela, desde el punto de vista jurídico, no se han desarrollado ni activado mecanismos para el reconocimiento y/o reasignación legal de los hombres y mujeres transexuales.
Noticia enviada al Diario Digital Transexual/ Fuente: CiudadCCS-. Pero aún así y pasando por encima de la legislación, afirma: “Soy una abogada venezolana, profesora universitaria, feminista y activista defensora de los Derechos Humanos. Soy una mujer transexual y lesbiana… Una piedrita en el zapato para mucha gente…”.
Biografía Mínima
Abogada, graduada summa cum laude en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), institución donde se desempeña como profesora. / Para el año 1982 concluye un doctorado en Derecho Mercantil en la Universidad de París II. / Obtiene su reasignación sexual para el año 2002, en Tailandia. / Es la primera persona en Venezuela que pide ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia el reconocimiento de su identidad, pues legalmente presenta el nombre de Tomás Adrián. / Su lucha por los derechos de los transexuales, gays, lesbianas y transgénero, ha traspasado fronteras, lo que le ha permitido dar foros y conferencias en otros países de América Latina.
—¿Una piedrita en el zapato?
—Sí, porque digo cosas que a la gente no le gustaría que se siguieran diciendo; y hago campañas que a la gente no le gusta que se hagan, como por ejemplo sobre la interrupción voluntaria del embarazo, sobre los derechos sexuales y reproductivos, sobre los derechos de las personas gays, lesbianas, transexuales y transgénero (…). En fin, ese tipo de temas que a la gente no le gusta.
Afirma tener una muy buena relación con el mundo y en sí con las personas que la rodean. Desde su “cueva”, invadida de libros, documentos, revistas y papeles, señala que aunque “nadie es profeta en su tierra”, nada ha frenado la lucha por su defensa y por la de otros hombres y mujeres que, al igual que ella y durante mucho tiempo, han sido víctimas de una sociedad machista y patriarcal.
“Creo que mi relación con el mundo, con el hombre, la mujer, es muy buena. Hoy fui al banco y me siento al lado de una señora y ella me dice: yo la conozco y la vi en televisión. Empezamos a hablar y luego cuando se despidió me dijo: Dios la bendiga por su lucha (…). Creo que hay mucha gente que me puede detectar por eso, pero la gran mayoría de las personas han logrado conocerme porque se identifican o no obstaculizan mi lucha”.
Debate femenino
Lleva una vida como la de cualquier mujer, en general como la de cualquier persona. “Me levanto, trabajo, como, y sufro por las mismas cosas por las que sufre el resto de los mortales”.
Asegura no sentir ningún tipo de arrepentimiento por su condición, y a pesar de que vivió momentos difíciles, pues para su época no se conocía abiertamente el tema de la transexualidad, poco a poco fue superando sus miedos, sintiéndose hoy por hoy una mejor persona; una mujer que debate sus derechos, “no sólo porque soy mujer sino porque he vivido en carne propia la diferencia del trato”.
“En líneas generales ocurre en Venezuela, más que en el resto de América Latina, que toda la lucha por el tema de los derechos sexuales y reproductivos, quienes la apoyan son primariamente las mujeres, porque nosotras somos las que sufrimos la discriminación en el colegio, en el trabajo, y en otros ámbitos. Pero aquí en el país pasa algo que me parece un poco significativo, y es que pocos hombres, que no sean gay, se atreven a asumir la bandera gay, lesbiana, transgénero, transexual, como un tema de derechos humanos; en cambio las mujeres sí”, señala.
—¿Por qué considera que está situación es así?
—Mira, en una oportunidad un amigo me dijo que en muchas ocasiones quienes han apoyado esta lucha han sido las mujeres conscientes, las feministas, la periodista, las mujeres que trabajan en la calle, en general, las mujeres, porque el machismo mata. El machismo mata de muchas formas; mata con la violencia, no en vano desgraciadamente en este país en promedio una mujer o a veces hasta dos mueren por semana a manos de la violencia de sus parejas (…). Lo mismo ocurre en la calle de la diversidad sexual.
—¿Cómo sobrevive a esta sociedad machista?
—He enfrentado a esta sociedad machista con tesón y constancia… Cuando demuestras que tienes algo que decir, la gente te toma respeto. Lo que ocurre es que yo también he tenido las oportunidades; existen personas débiles que aún están en el clóset y que creo que son las más infelices del mundo, porque la cuestión está en asumir los riesgos también, que son la violencia, el desprecio, inclusive la exclusión y la segregación social. Para poder enfrentarte a eso, no como un ghetto, tienes que entrar en la sociedad por la puerta grande, asumiendo una actitud de apostar a todo lo que tú puedas hacer por la construcción social, porque nadie es mayoría y nadie es minoría.
Lucha por una identidad
Una vez que Tamara Adrián logra su reasignación sexual, comienza con su trabajo incansable de lograr que legalmente se le hiciera un reconocimiento de su identidad.
“Desde el año 2004 solicito ante la Sala Constitucional un recurso de reconocimiento de mi identidad. Se trata de un expediente de más de 2500 páginas, porque no me he cansado de irle metiendo, de tanto en tanto, todos los avances que existen en el mundo. Ya vamos para mayo de 2010 y yo no he recibido respuesta, todavía no se han dignado a admitir este trámite (…). Prácticamente en toda América Latina, con excepción de algunos países de América Central, del Caribe y Venezuela, se reconoce el derecho de la identidad de las personas transexuales en condiciones de privacidad y en condiciones legales, inclusive sin necesidad de reasignación genital, sin necesidad de operaciones, especialmente por el tema que en el caso de las personas transexuales, de mujer a hombre, la reasignación genital es muy difícil; la construcción de un pene es difícil, y porque también en el caso inverso la persona puede no querer operarse”, explica Adrián, quien además agrega, “es visible que hay una evolución muy importante en diversos países de América Latina, y en Venezuela, a pesar de decirse de izquierda, a pesar de decirse de avanzada en esta materia que es una de las más sensibles en cuanto al desarrollo de los derechos humanos, pues simplemente no ha pasado nada”.
Apostar a una vida exitosa
A pesar de las piedras en el camino, Tamara decidió apostar a la vida que ella siempre deseó, más allá de ver su situación como la de una inmigrante sin papeles, pero en su propio país.
“Cuando empecé desde hace muchos años en esto, recuerdo que veía a las mujeres transgénero en la avenida Libertador y me decía internamente que no me veía así. Siempre me sentí mujer, soy una mujer, y nada puede impedir, ni siquiera uno mismo puede hacerlo, por el hecho de considerarlo en algún momento malo, nada va a evitar que suceda; aquí es cuando llega un momento de tu vida en el cual te dices, es hacerlo o morir. Pero afortunadamente cada día se está haciendo más temprano el reconocimiento como transexual y la gente está empezando a entenderlo así. Yo decidí estudiar y seguir adelante. Para que haya derechos no basta con tener una ley, ni con un juez que esté dispuesto a acordar los derechos; es necesario primero que haya personas que estén dispuestas a exigirlos (…). Sin duda, la situación más parecida de ser transexual es la de ser inmigrante sin papeles, es lo que más se parece, pero en tu propio país”.
Patricia Pineda/Ciudad CCS