La Paz, Baja California Sur.- Mientras que en el Distrito Federal hace un año las personas transgénero tienen el respaldo legal para modificar legalmente el nombre y el sexo, en Baja California Sur, quienes viven en diversidad sexual, sufren aún de marginación no sólo social, también de parte de las instituciones gubernamentales; sin embargo, como hito en esta historia, Gabriela Azar es la primera residente sudcaliforniana que logra el cambio de nombre en su acta de nacimiento, sólo que para lograrlo se tuvo que trasladar a la ciudad de México.
Gabriela, quien dice que aunque aún le falta mucho por lograr para obtener el reconocimiento social en forma integral, para ser respetada como persona, como humano y gozar plenamente de todas sus garantías, es un gran primer paso para ella el poder cambiar de nombre, "así me siento plena", expresó, no sin antes suspirar hondamente por el gran camino de sufrimiento que ha vivido a lo largo de su vida por vivir en diversidad sexual.
Aclaró: "No me he cambiado de sexo, o sea que no me operado para cambiar mi sexo, solamente me puse implantes de mamas, es uno de los requisitos que se tienen que cubrir para modificar legalmente nuestro nombre".
Soy nacida en el DF, por lo cual tengo derecho a ser sujeta del artículo 746 bis 2 del Código Civil del Distrito Federal que establece que "toda persona que haya cambiado su sexo, a través de una intervención quirúrgica o tratamientos hormonales, podrá reclamar el cambio de su nombre de pila y dejar constancia de su cambio de sexo".
Gabriela enfatizó que es terriblemente estigmatizante vivir una realidad y formalmente tener otra, sin embargo el nuevo aparato jurídico de la ciudad de México prevé un juicio especial ante el Tribunal de lo Familiar, que es más expedito, cuyo resultado es el levantamiento de una nueva acta de nacimiento que no lleva ninguna nota aclaratoria -antes llevaba una nota marginal que evidenciaba la condición anterior de la persona- una discriminación que generaba dicha identificación y que atentaba contra la dignidad de la persona, ahora es diferente.
La primera residente sudcaliforniana -con 5 años de vivir en La Paz- que sólo hace un par de meses lograra el cambio de nombre y ahora se llama Gabriela Azar, advierte que aunque éste es un gran logro, en Sudcalifornia no se ha avanzado en esta materia y aún hay mucha discriminación, soy sexo-servidora y los policías municipales cada rato molestan a las personas transgénero vestidas de mujer y nos llevan a la cárcel.
Requerimos avanzar en la cultura de la diversidad sexual, es ilegal que un policía me levante y me lleve a una celda con hombres, porque legalmente soy mujer y me llamo Gabriela, concluye tras una larga lucha por buscar una identidad que le permita vivir con dignidad.
Gabriela, quien dice que aunque aún le falta mucho por lograr para obtener el reconocimiento social en forma integral, para ser respetada como persona, como humano y gozar plenamente de todas sus garantías, es un gran primer paso para ella el poder cambiar de nombre, "así me siento plena", expresó, no sin antes suspirar hondamente por el gran camino de sufrimiento que ha vivido a lo largo de su vida por vivir en diversidad sexual.
Aclaró: "No me he cambiado de sexo, o sea que no me operado para cambiar mi sexo, solamente me puse implantes de mamas, es uno de los requisitos que se tienen que cubrir para modificar legalmente nuestro nombre".
Soy nacida en el DF, por lo cual tengo derecho a ser sujeta del artículo 746 bis 2 del Código Civil del Distrito Federal que establece que "toda persona que haya cambiado su sexo, a través de una intervención quirúrgica o tratamientos hormonales, podrá reclamar el cambio de su nombre de pila y dejar constancia de su cambio de sexo".
Gabriela enfatizó que es terriblemente estigmatizante vivir una realidad y formalmente tener otra, sin embargo el nuevo aparato jurídico de la ciudad de México prevé un juicio especial ante el Tribunal de lo Familiar, que es más expedito, cuyo resultado es el levantamiento de una nueva acta de nacimiento que no lleva ninguna nota aclaratoria -antes llevaba una nota marginal que evidenciaba la condición anterior de la persona- una discriminación que generaba dicha identificación y que atentaba contra la dignidad de la persona, ahora es diferente.
La primera residente sudcaliforniana -con 5 años de vivir en La Paz- que sólo hace un par de meses lograra el cambio de nombre y ahora se llama Gabriela Azar, advierte que aunque éste es un gran logro, en Sudcalifornia no se ha avanzado en esta materia y aún hay mucha discriminación, soy sexo-servidora y los policías municipales cada rato molestan a las personas transgénero vestidas de mujer y nos llevan a la cárcel.
Requerimos avanzar en la cultura de la diversidad sexual, es ilegal que un policía me levante y me lleve a una celda con hombres, porque legalmente soy mujer y me llamo Gabriela, concluye tras una larga lucha por buscar una identidad que le permita vivir con dignidad.
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