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Fernanda Milán luchó por asilo en Dinamarca. (Foto Prensa Libre: Tomada de Internet)
COPENHAGUE, DINAMARCA - La obtención del asilo político bajo la convención de la ONU culmina una batalla de varios meses con las autoridades danesas, que accedieron a reabrir el caso ante la campaña de apoyo a Milán justo el día en que iba a ser deportada a Guatemala y que acabaron tomando una decisión histórica para las personas transexuales.
"Los primeros tres días estaba superemocionada, pero cuando después bajó la adrenalina, pensé que era innecesario pasar por todos esos horrores, tener que exponerte públicamente para tener justicia", explica Fernanda Milán a Efe en una entrevista.
Aunque la decisión de otorgarle el asilo político fue adoptada en noviembre, el entorno de Milán decidió mantenerla en secreto hasta hace unos días para darle tiempo a recuperarse de un duro proceso que atrajo la atención pública en Dinamarca el verano pasado.
Colectivos en defensa de la diversidad sexual de Dinamarca y otros países europeos montaron una campaña a favor de Milán y se creó un grupo para apoyar la causa.
"Sin esta campaña, mi caso habría sido enterrado, y ahora estaría cortada en pedazos", admite Milán, quien denuncia que las mujeres transexuales carecen de derechos en Guatemala, son excluidas y empujadas a la prostitución, no reciben atención médica apropiada y son víctimas además de ejecuciones extrajudiciales.
Cita como ejemplo el caso de Paulina, una mujer transexual asesinada en 2005 en Guatemala y que tuvo repercusión internacional.
Fernanda asumió muy pronto su condición de mujer en un cuerpo de hombre, una noticia que no fue bien recibida por su familia, lo que le obligó a vivir en la calle desde la adolescencia.
Pronto empezó a involucrarse en la Organización de Apoyo a una Sexualidad Integral frente al SIDA (Oasis), aunque su compromiso aumentó después de ver cómo una amiga suya transexual era asesinada en plena calle por un individuo tras una discusión.
Campaña en favor de Fernanda Milán en Dinamarca. (Foto Prensa Libre: Tomada de Mette Kramer Kristensen)
Cuando en 2008 fue víctima de presiones de agentes de policía, Milán dejó Guatemala para irse a Europa y acabó en Dinamarca, donde ayudada por colectivos de la diversidad sexual pidió asilo político.
Fue enviada al centro de internamiento de Sandholm, al norte de Copenhague, y contra su deseo, acabó en el departamento masculino y sin acceso al tratamiento hormonal que tomaba desde adolescente.
"Todos los días fueron un infierno", confiesa sobre una estancia de varios meses que terminó abruptamente al día siguiente de haber sufrido una violación masiva con una huida sin rumbo fijo.
Fernanda cayó en la prostitución y tras una redada policial, entró en contacto con Reden International, una organización danesa que lucha contra la trata de mujeres y que le ha dado cobijo durante casi dos años, además de ayudarla a reabrir su solicitud de asilo.
"Yo estaba muriéndome, pero todas esas personas me pegaron con goma de regreso", explica Fernanda Milán sobre lo que llama "un proceso de vida completamente devastador", aunque "abrumada" por las muestras de solidaridad que recibió en los siguientes meses y que la han ayudado a recuperar la esperanza.
Ahora habla de "compromiso" para apoyar a gente en su situación a través de una fundación, de estrechar alianzas con otros colectivos y con sindicatos e instituciones de salud, sin olvidar ni su país de origen ni América Latina, donde la situación para las personas transexuales es precaria.
"Hay que hacer cambios políticos, pero sin educación no vale de nada, la violencia no va a disminuir. Todo empieza desde la educación, hay que hacer ver a la gente que las personas de la diversidad sexual también son seres humanos", afirma Milán, que pone de ejemplos de progreso a Chile y Argentina.
Convertirse en una especie de icono para la diversidad sexual no es algo que le preocupe especialmente, porque si bien está agradecida por haber obtenido asilo político, dice estar "dolorida" en cierto modo por ser la primera en lograrlo en Dinamarca.
"A mí me gustaría estar en Guatemala trabajando, pero no puedo, porque mi vida está en riesgo y no soy una mártir", lamenta.
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