Luego de un breve descanso tras los festejos por la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) realizó su primer congreso nacional, del que participaron representantes de todas las provincias. Se aprobó una nueva agenda de trabajo que tendrá como prioridades la Ley de Identidad de género para travestis y transexuales, la derogación de los códigos contravencionales, la reforma a la ley antidiscriminatoria y la inclusión de contenidos sobre diversidad sexual en la educación.
También fue elegido como nuevo presidente de la organización el dirigente rosarino Esteban Paulón, quien remplazará a María Rachid a partir de octubre. El cierre del congreso contó con la presencia de legisladores del oficialismo y la oposición y del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien llevó el saludo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y fue ovacionado por los activistas.
La FALGBT fue fundada por cinco organizaciones en 2005, pero reúne actualmente a más de 40, de todo el país. El debate por la ley de matrimonio le permitió crecer mucho más de lo previsto durante el último año, sobre todo, paradójicamente, a partir de las audiencias públicas organizadas por la senadora ultrahomofóbica Liliana Negre de Alonso. “Nos dio la oportunidad de pasarnos casi dos meses recorriendo el país y organizando mejor la Federación. En algunas provincias donde no había ninguna organización, hoy hay tres o cuatro, y en otras donde había un grupo pequeño, ahora son 40 o 50 compañeros que se reúnen todas las semanas y cientos de adherentes que se conectan por Facebook y participan de las actividades. Por eso decidimos aprovechar la oportunidad de la votación de la ley en el Senado, para consolidar todo ese proceso de crecimiento con un congreso federal”, explica Rachid.
Uno de los casos de mayor crecimiento fue Córdoba, donde ya hay organizaciones en la capital, Río Cuarto, Villa María, Alta Gracia, Carlos Paz y otras ciudades. La multisectorial por la democratización del matrimonio, organizada por los grupos de base de la FALGBT, reunió a organizaciones sociales, legisladores, organismos de Derechos Humanos, universidades y hasta un grupo de sacerdotes católicos, encabezados por el padre Nicolás Alessio, y convocó a una movilización a favor de la ley con cerca de 10 mil personas.
Otro caso paradigmático fue Neuquén: “En el interior del país es mucho más difícil salir del clóset, las sociedades son más cerradas, todo es más chico. Aun así nos dimos cuenta de que estábamos frente a un clima propicio para decir ‘acá estamos’. Hasta que a Negre de Alonso se le ocurrió hacer una audiencia pública en Neuquén, y vía Facebook nos dijimos que no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Decidimos juntarnos. Primero fuimos 15, a la semana siguiente 30 y hoy somos más de 50 personas participando. La audiencia al final no se hizo, pero el 13 de junio, por primera vez en la historia de Neuquén, un grupo de homosexuales nos animamos a manifestarnos en el monumento al General San Martín. Éramos más de 100, con banderas, redoblantes, carteles.
Ahí cambió todo. Fuimos a ver a los senadores, armamos un festival, un ruidazo por la igualdad y viajamos para la votación de la ley y el congreso de la Federación”, cuenta Adrián Urrutia.
“Cuando fundamos la Federación, nos pusimos de acuerdo en cinco objetivos prioritarios a nivel nacional. ¿Se acuerdan? Bueno, podemos tachar uno: el matrimonio ya está”, dijo María Rachid y el congreso estalló en aplausos. El camino hacia el matrimonio igualitario fue iniciado por la Federación en 2007, con la presentación de recursos de amparo en la justicia –que dieron lugar a nueve casamientos autorizados por jueces– y un proyecto de ley en el congreso, que finalmente se aprobó la semana pasada. “Cuando empezamos, nos decían que estábamos locos”, recordó Rachid. Otras organizaciones históricas, como la CHA, se habían opuesto entonces a dar la pelea por el matrimonio, ya que impulsaban la unión civil, y recién en los últimos meses cambiaron de opinión.
Ahora el próximo desafío es sacar antes de fin de año la ley de identidad de género, que ya ingresó a la Cámara de Diputados a través de un proyecto de la ex diputada socialista Silvia Augsburger, también coautora de la ley de matrimonio igualitario junto a Vilma Ibarra.
Actualmente, las personas cuya identidad de género difiere de la que les fue asignada al nacer viven como indocumentadas y mueren como “NN”. Por el vacío legal existente, quienes deciden dar la pelea para que sus documentos digan su nombre deben someterse a kafkianos procesos judiciales en los que son obligadas a pasar por entrevistas con peritos, médicos y psicólogos, presentar pruebas, testimonios y realizar infinidad de trámites que no acaban nunca. A Marcela Romero, vicepresidenta de la Federación, le llevó diez años conseguir que la justicia la autorizara a tener un DNI que dijera que se llama Marcela Romero.
El proyecto de Augsburger, apoyado por el mismo grupo de diputados de todos los bloques que respaldó el matrimonio igualitario, permitirá que travestis y transexuales puedan obtener un nuevo DNI y una nueva partida de nacimiento con el nombre que usan socialmente y el género que se corresponde con su identidad, sin que sea obligatoria para ello la realización de cirugías de reasignación sexual. Lo hará, además, sin exigir el diagnóstico de “disforia de género”, una supuesta patología psiquiátrica que califica a la transexualidad como una enfermedad sin bases científicas, como años atrás ocurría con la homosexualidad.
“Esta ley va a permitir que las personas trans podamos inscribirnos en las escuelas y universidades con nuestros nombres, solicitar turno en los hospitales y centros de salud, presentar un currículum para conseguir trabajo, votar en las elecciones sin tener que explicar que somos la misma persona que aparece en los padrones con un nombre diferente, y poder ejercer todos nuestros derechos civiles”, explica Claudia Pía Baudracco, activista de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero Argentinas (ATTTA).
Baudracco pidió a los delegados de todo el país que la Federación se movilice por esta ley con la misma fuerza puesta para pelear por el matrimonio civil. “De hecho, nosotras ni siquiera podemos casarnos con la nueva ley, porque recibiríamos la libreta con un nombre de varón”, explicó durante su intervención en el congreso.