Montemorelos
Natalia Núñez estudio para ser enfermera en La Carlota, una
institución con muy buenas referencias en el municipio de Montemorelos,
sin embargo, su condición de mujer transexual no le permitió ejercer el
oficio y se dedica a la limpieza de un bar y también ejerce el trabajo
sexual.
En agosto de 2013 fue detenida junto con dos compañeras y llevada las celdas municipales. Su delito era vestir de mujer. Los medios impresos de la región publicaron una nota al respecto, la cual titularon “Cae ensalada de mariscos”.
“Llegaron, como siempre llegan, sin decir por qué y sin dar explicaciones, y nos subieron a la patrulla, y les preguntas algo, se enojan, y si sigues preguntando, pues te golpean”, cuenta.
Señala que entre dos mujeres policías la agredieron físicamente, dándole de patadas cuando ya estaba en el piso.
Fueron tres días los que estuvo encerrada sin derecho a pagar la multa, sus amigas y conocidas se tuvieron que hacer cargo de llevarle alimentos y no le permitieron tomar sus medicamentos.
“Estábamos en el bar, ni estábamos tomando, pues ni había nadie, estar alegando fue lo que me hizo ganarme unos golpes”, dijo.
Presentaron una denuncia ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Acudió un visitador a entrevistarse con el alcalde y algunos funcionarios, quienes prometieron parar las agresiones y asistir a un curso de sensibilización. Nada ha cambiado.
Luego, la autoridad municipal les prohibió salir a la calle con vestimenta de mujer, se les ordenó vestir de varón y utilizar gorra para esconder el cabello largo.
“Nos anduvieron persiguiendo y aunque de la Comisión de Derechos Humanos iba a dar seguimiento, pues nos piden que vayamos allá a Monterrey y no tenemos dinero para dar esa vuelta, apenas y sacamos para el día”, señala.
En agosto de 2013 fue detenida junto con dos compañeras y llevada las celdas municipales. Su delito era vestir de mujer. Los medios impresos de la región publicaron una nota al respecto, la cual titularon “Cae ensalada de mariscos”.
“Llegaron, como siempre llegan, sin decir por qué y sin dar explicaciones, y nos subieron a la patrulla, y les preguntas algo, se enojan, y si sigues preguntando, pues te golpean”, cuenta.
Señala que entre dos mujeres policías la agredieron físicamente, dándole de patadas cuando ya estaba en el piso.
Fueron tres días los que estuvo encerrada sin derecho a pagar la multa, sus amigas y conocidas se tuvieron que hacer cargo de llevarle alimentos y no le permitieron tomar sus medicamentos.
“Estábamos en el bar, ni estábamos tomando, pues ni había nadie, estar alegando fue lo que me hizo ganarme unos golpes”, dijo.
Presentaron una denuncia ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos. Acudió un visitador a entrevistarse con el alcalde y algunos funcionarios, quienes prometieron parar las agresiones y asistir a un curso de sensibilización. Nada ha cambiado.
Luego, la autoridad municipal les prohibió salir a la calle con vestimenta de mujer, se les ordenó vestir de varón y utilizar gorra para esconder el cabello largo.
“Nos anduvieron persiguiendo y aunque de la Comisión de Derechos Humanos iba a dar seguimiento, pues nos piden que vayamos allá a Monterrey y no tenemos dinero para dar esa vuelta, apenas y sacamos para el día”, señala.
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