Esta casa refugio comenzó a funcionar el pasado 27 de noviembre (Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer), y aunque ya han pasado dos meses y los pasillos todavía se ven desolados, dos personas decidieron refugiarse en ese lugar.
"Fui golpeada, agredida, aguanté hambre. Fui golpeada por mi hermano, por mi mamá, maltratada por la rectora del colegio (...) El rechazo siempre reaparecía y con eso llegaba el rebusque y empezaba a sentirme vulnerable", expresó Daniela, una mujer transgénero que se esconde de sus agresores.
Cuando tomó la decisión de ser una mujer transgénero nadie lo aceptó. "Tenía 16 años y entonces conocí las condiciones infrahumanas: dormir en la calle, rodearme de enfermos y sentirme sola. Porque estaba sola. Mi familia me apartó y al día de hoy no sabe en dónde estoy”, actualmente tiene 19 años de edad.
Daniela fue la primera mujer transgénero que llegó a la casa refugio. "Llegué en diciembre, llorando, destrozada. Pero estoy mejor acá, fue como encontrar un salvavidas", comentó.
"De mi casa me echaron. Mi mamá me sacó por mi orientación sexual y en los demás lugares me humillaron por lo que soy, porque me gustan los hombres", comentó por su parte Jhonattan, a quien, en menos de un mes, las funcionarias de este hogar consiguieron un trabajo para él.
Que sólo dos personas vivan en la casa refugio se debe, en parte, a que “la sociedad no es tan consciente del dolor de las personas LGBTI”, señaló Sandra Montealegre, coordinadora de este hogar.
La diferencia de esta casa con las que están abiertas para las mujeres víctimas de la violencia está en que, en muchos casos, la violencia contra la población LGBTI no es percibida por las autoridades.
“Si una mujer acude a una comisaría de familia, la remiten a la casa refugio sin problema. En el caso de la población LGBTI, la violencia está naturalizada, es silenciada”, agregó.
Hasta el momento, las funcionarias de la casa refugio han encontrado que la violencia de la que han sido víctimas estas personas está relacionada con violencia intrafamiliar y desplazamiento.
Son conscientes, sin embargo, de que aquí los márgenes de agresión son más amplios. “A raíz del maltrato han perdido el contacto con las redes de afecto más cercanas: no cuentan con la familia, ni con amigos”, explica Angélica Badillo, trabajadora social en la casa refugio.
En los casos de Daniela y Jhonattan, el concepto de familia parece perder validez: “El problema psicológico viene desde mi casa, porque mis padres me humillaron”, dice él. “Cuando mi familia empezó a golpearme, no pude pensar en mayores oportunidades”, dice ella.
Refugios en el mundo
Este reto fue asumido por tres mujeres: Sandra Montealegre, Angélica Badillo y Laura Sofía Céspedes (psicóloga). Ellas encontraron tres proyectos en diferentes ciudades que se asimilaban a la casa refugio que tenían en mente: los centros de protección en Washington, Nueva York (Estados Unidos) y Nepal.
El centro casa Ruby, en Washington, no es sólo un alojamiento para la población LGBTI. Ofrece oportunidades de empleo, asistencias para vivienda, pruebas de VIH, consejería y servicios sociales (como asesoría legal, clases de arte y computación y programas de salud mental).
En septiembre de 2013 fue inaugurado el centro Casa de Rosa del Himalaya, en Nepal, catalogado como el “primer santuario en el sur de Asia para los miembros perseguidos de la comunidad LGBTI”.
La historia del centro Ali Forney, de Nueva York, se remite a la trayectoria de vida de algunas personas LGBTI. En 1997, Ali Forney, un joven de 22 años que había deambulado por las calles de Harlem desde que tenía 13, fue asesinado a tiros mientras dormía sobre el asfalto. Su madre lo abandonó cuando él le confesó su orientación sexual.
Seis años más tarde fue creado el centro refugio que lleva su nombre, en el barrio Chelsea, que hoy recibe a cerca de 100 personas al día.
teleSUR-elespectador.com/kg - FC - GO
No hay comentarios:
Publicar un comentario