domingo, 25 de octubre de 2009

Trans aún arriesgan vida por identidad


(Aunque esta es una nota de Ecuador, es completamente extensible a todo el colectivo transexual de América Latina)


En el sur de Quito trabaja Noelia, quien es conocida como una “muñeco". Esto quiere decir que es una personas trans que tiene experiencia en inyectar siliconas, hormonas y otras sustancias a sus otras compañeras que quieran realizarse cambios corporales para lograr adecuar su identidad sexual a su cuerpo.

En esa tarea tiene más de 15 años y ninguno de ellos aún la acreditan como “médico profesional”, pues todo lo aprendió “viendo a otras realizarlos”.

Aun así su “clientela” es numerosa. Si bien no lleva la cuenta exacta del número de personas a las que ha atendido, sabe que “hace años que pasaron del millar”.

Eso sin ser un médico autorizado y sin tener un título profesional. Pero seguridad no le falta. Dice ser buena en lo que hace y que pocas veces sus pacientes han tenido complicaciones médicas a causa de sus procedimientos. "No pasa a menudo, pero algunas veces el cuerpo reacciona mal ante la silicona o las hormonas y pueden llegar a morir; entonces nos toca correr al hospital”.

Solo tras decir eso, Noelia reconoce que ella y sus pacientes corren riesgos. Aunque luego intente justificarse. “Mis compañeras trans me buscan porque no tienen dinero suficiente para acudir a médicos profesionales a realizarse procesos de implantación y hormonización”.

De ahí que los principales procedimientos que se hacen los trans son el aumento de glúteos, pechos y labios que vienen acompañados de un proceso de hormonización, para reducir rasgos, ya sean masculinos o femeninos.

Los costos por estos procedimientos fluctúan entre los 20 a 150 dólares con “Las muñecos”, mientras que en una clínica particular este monto asciende a 3.000 dólares.

Pero cancelar esta última cantidad resulta ínfima frente a los riesgos que se pueden asumir pagando solo US$ 20, según explica el doctor Silvio Eguiguren, cirujano general.

Él explica que las principales afecciones que pueden tener las personas que se someten a estos tratamientos sin el debido cuidado médico, son infecciones causadas por los implantes, daño severo de tejidos, daño muscular, afectación de órganos vitales como el hígado o riñón, desequilibrio hormonal severo que llega a afectar otras funciones orgánicas, hemorragias internas y hasta la muerte.

Edison Rodríguez, jefe de cirugía del Hospital de Especialidades Eugenio Espejo, coincide con él. De hecho, en este centro de salud ha atendido a las personas con traumas médicos graves, aunque a la par le han reclamado por qué estas operaciones no se encuentran como política pública para los trans.

Ante esto señala que la lógica de todos los hospitales públicos no se encuentra en estos procedimientos estéticos, por lo que una cirugía genital, hormonizaciones o implantes para una persona trans, no puede atenderse en estos centros. “Esos procedimientos son de orden particular y si una persona desea hacérselos tiene que pagar por ellos”, indica.

De todas formas, el galeno asegura que eso no justifica que otros practiquen esas cirugías sin conocer los riesgos. Para Rodríguez es una irresponsabilidad que las personas se sometan a prácticas “carniceras” con personas que no son profesionales y cuyos consultorios no cumplen las mínimas condiciones de higiene y salubridad.

Sin embargo, sabe sobre la existencia de estas intervenciones porque la gente acude ante la falta de recursos económicos y algunos médicos acceden a realizárselas.

A pesar de que han existido fallecimientos, como el de Brunet Lille, el 25 de septiembre de 2008, en Quito, tras intentar cambiar su sexo sin un buen desenlace, en los hospitales no existen registros de cuántos casos atienden porque en la ficha de ingreso no se toma en consideración la identidad de género, por lo que estas cifras no pueden ser contabilizadas.

Elizabeth Vásquez, activista del Proyecto Transgénero, también se muestra indignada por estos hechos y afirma que el acceso a salud de las personas trans aún difiere por el estrato social.

Quienes tienen posibilidades económicas optan por someterse a cambios estéticos y hormonizaciones en clínicas privadas en el extranjero. Mientras que aquellos que viven en los quintiles más bajos de pobreza, acuden a personas “no profesionales, que de manera rudimentaria realizan operaciones e inyectan productos altamente nocivos como el aceite”.

Para evitar esto último, Vásquez señala que el acceso al sistema de salud pública para el colectivo debe ser un derecho sin vulnerar. Pero aún, denuncia, se lo violenta. Primero porque los médicos no están sensibilizados con el tema trans y después porque entre los servicios que ofrecen no constan los cambios corporales.

Para ella el sistema de salud ecuatoriano atiende únicamente "enfermos", y esta visión de la medicina hace que todo lo que tiene que ver con la intervención corporal transgénero sea visto desde el ámbito de la estética y considerado como un "capricho, cuando no es una cuestión de estética, sino de identidad".

Sabina, una trans femenina, desde su experiencia cuenta que los doctores, enfermeras y otros funcionarios de las clínicas y hospitales públicos "tratan mal a los trans, porque no respetan la identidad y nos desconocen". Por esto ella no acude a estos centros. Algo similar opina Naomi, estilista de un gabinete ubicado en la Av. La Prensa, quien dice no acudir a los centros de salud públicos porque es maltratada y los funcionarios no conocen su realidad. “Lo único que nos quieren enseñar cuando nos ven es a prevenir el VIH, pero nosotras tenemos otras necesidades”, reclama.

Susana Tamayo, responsable de prevención de VIH del Ministerio de Salud Pública, explica que este tema se ha declarado como principal dentro de la atención médica del grupo GLBTI, debido a la gran incidencia de ITS en esta población. Aun así, afirma que el MSP está trabajando para implementar servicios con profesionales sensibilizados con la realidad GLBTI, pero como el proceso es paulatino, llevará algún tiempo.

Por ahora, la Patrulla Legal, del Proyecto Transgénero, se encuentra realizando un proceso de sensibilización dentro del área de emergencias del hospital Eugenio Espejo, para que los galenos y enfermeras sepan cómo tratar a una persona trans que requiere atención, ya sea tras una mala práctica médica o cualquier otra razón.

En ocasiones, la Patrulla Legal acompaña a los trans y se percata de que el trato que reciben en los centros médicos sea el adecuado y respete su identidad. LR

Redacción Diversidad
diversidad@telegrafo.com.ec



No hay comentarios: