miércoles, 5 de octubre de 2011

Argentina: Las dificultades para cambiar de identidad a los 60


Carla Castro tiene 60 años. Una edad que no le impidió para lograr uno de sus sueños de toda la vida: cambiarse el sexo. Por eso, se convirtió en diciembre del año pasado en la primer mujer transexual en ser operada para lograr ese anhelo. El problema, ahora, es su DNI, que en vez de Carla dice Carlos.

Y sin bien en el Congreso se debate una Ley de Identidad de Género que facilitaría las cosas para ella y todos los transexuales que lo deseen, ella convive todos los días con el drama de vivir sin un trabajo, porque la echaron cuando decidió operarse, y sin jubilación, después de haber aportado como Carlos durante 28 años.

"Dicen que algunos nacieron con una estrella y otros estrellados, bueno, yo nací estrellada", se queja en diálogo con Perfil.com. Es que su vida no fue fácil desde que decidió que ella era mujer y no hombre, como decían los órganos con los que nació. "Desde niña jugaba con mi hermana a la casita, la cocinita, hacía vestidos para las muñecas... siempre a escondidas de la chifladura de mi papá, que era un machista tremendo, y en aquella época más todavía, imaginate", cuenta.

Y dice que por culpa de ello nunca pudo tener una pareja estable. "Nunca me sentí cómoda acostándome con un hombre teniendo los mismos órganos sexuales", confiesa. Y dice que ahora sí quisiera poder tener una pareja. "Yo nunca me levanté una mañana con un hombre al lado. Por eso empecé a pelear para cumplir mi proyecto, que era operarme y tener mi nuevo DNI".

Cuando empezó a llevar a cabo su sueño, la echaron del trabajo, una petrolera donde trabajaba como cartógrafa. "Hasta ese momento era Carlos, y todos me tenían como gay, pero cuando se enteraron que quería operarme, me dijeron que prescindían de mi trabajo, después de 17 años en la compañía", se queja.

Lejos de hacerle un juicio por discriminación, se conformó con recibir más dinero de la empresa a cambio de no llevar el tema a la Justicia. "Estuve dos años viviendo de la indemnización mientras todos los días llamaba al INADI donde había hecho la denuncia por discriminación, pero no obtuve respuesta. Así que no me quedó otra que aceptar ese dinero para seguir viviendo", cuenta.

Esa indemnización ya se le acabó. Y no puede iniciar los trámites de jubilación como Carla, a pesar de haber aportado durante 28 años y de haber cumplido los 60 años que estipula la ley. "Desde 2005 que estoy haciendo trámites en la Justicia para poder operarme y obtener mi DNI, pero resulta que me pude operar y mi identidad no se corresponde con la de mi documento", cuenta.

Su departamento del barrio porteño de Coghlan también está bajo el nombre de Carlos, al igual que todos los impuestos que debe pagar y para los que no tiene dinero. "Me ayuda mi hermana que vive en Tenerife. Ella me insiste para que me vaya a vivir con ella, pero aunque quisiera no podría hacerlo porque si aún no tengo ni mi nuevo DNI, menos podría obtener el pasaporte", relata.

Por ahora, ruega que la Justicia le permita acceder a su nueva identidad o que la Ley de Identidad de Género se apruebe lo antes posible. "A mí edad, todo se dificulta más", asegura. Mientras espera una segunda operación en el Hospital Durand para terminar de acondicionarle sus nuevos órganos genitales.

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