Aunque no concite la atención del gran público de
Brasil, el concurso de belleza Miss T, que corona a la chica transgénero
más bella de ese país, es algo que la comunidad LGBT espera con una
enorme expectativa.
El certamen anual, que este año celebró su segunda
edición, se llevó a cabo en el Teatro João Caetano de Rio de Janeiro,
uno de los escenarios más grandes de la ciudad.
En total fueron 28 fueron las concursantes que iban tras
el cetro, que al final fue a manos de Raika Ferraz, una modelo de 21
años que, fuera del concurso, se dedica al trabajo de escort.
La coronación significa el pase automático al certamen
internacional de belleza transgénero, Miss International Queen 2014, que
se llevará a cabo en Tailandia. Pero ahí no quedan los premios: están
también el cetro, la tiara y una operación de cambio de sexo en un
hospital de Bangkok, que, sin embargo, Ferraz rechazó.
"Me encanta ser como soy", explicó, y la organización del concurso entendió sus razones.
Durante su año de reinado, y como cualquier otra reina,
Raika Ferraz tendrá una agenda de visitas a varios países promoviendo la
igualdad de derechos para su comunidad y combatiendo los crímenes de
odio.
Un niño transexual puede sufrir angustia y malestar si no desarrolla el género que siente
24/10/2013- Kike Fuster
La diputada de IU en la Asamblea de Madrid María Espinosa denunció la
postura del grupo popular en un debate celebrado con motivo del Día
Internacional de Acción por la Despatologización de las Identidades
Trans que fue celebrado el pasado 19 de octubre.
Alicia Ramos es cantautora y canaria a partes iguales y coordinadora del Grupo de Transexuales de COGAM.
A sus 44 años, lleva desde los nueve dedicándose al mundo de la música y
extendiendo sus canciones de estilo ‘country’ y ‘rock’ por todo el
país. Empezó su carrera a los 9 años, se licenció en Geografía e
Historia pero siempre compaginándolo con su verdadera vocación, la de
ser cantante. Guitarra en mano, Alicia cuenta estar harta de ver
programas de televisión en los cuales primero entrevistan a un
profesional y después “te miran a ti y dicen: ¡Cuánto has sufrido!
Llóranos un poco. Esa no es mi realidad. Soy una persona feliz y estupenda de la vida, no me gusta caer en el victimismo”, explica a ESTRELLA DIGITAL.
“En
el entorno laborar todo fue sorprendentemente sobre ruedas”, continúa
Amanda. “Comencé en mi puesto de trabajo como hombre, y aunque
psicológicamente la presión de contarles lo que me pasaba tras iniciar
el tratamiento fue tremenda – tuve varias crisis de ansiedad, llegando a perder el conocimiento, además de padecer obesidad mórbida-,
mis compañeros y jefes normalizaron mucho la situación y recibí
cantidad de mensajes de apoyo. Incluso mi jefe intentó quitarle hierro
al asunto diciéndome: “No te preocupes que aquí no va a pasar nada. Eso
sí, tendrás que traer una foto nueva para que el vigilante jurado te
reconozca y no se crea que te estás intentando colar”. El primer día de
mi vida real, como mujer, lo recuerdo lleno de emociones. Esperando al
tren en la estación mientras todos mis vecinos me miraban, no de una
forma despectiva, pero sí con curiosidad. Una vez en la puerta de mi
trabajo y con mis compañeros fumándose el cigarro de turno, con un
“¡Hola Amanda! Venga anda, camina derecha” y un “¿te has cambiado el
color de pelo?” todo comenzó a ir fenomenal”.
