jueves, 17 de octubre de 2013

Guatemala: Johana Ramírez: "Antes nos mutilaban, ahora podemos llevar ropa de mujer y cabello largo"

La directora de Trans Reinas de la Noche explica que en Guatemala, y por primera vez en América Latina, se permite a los presos que puedan vestir según su condición sexual


Johana Ramírez:
Johana Ramírez demanda un sistema carcelario que respete los derechos de la comunidad transexual y transgénero en Guatemala Rodrigo Baires

Melissa Silva Franco
Ciudad de Guatemala
José no se siente como José sino como Viviana. María lucha para no vivir atrapada en el cuerpo de María sino para actuar plenamente como Vicente. Si ya esto significa un reto casi imposible en las calles de Guatemala, en el interior de las cárceles del país –de las más peligrosas de América Central– se convierte en una misión casi inalcanzable.

Una reciente decisión de la Corte Constitucional permitirá que el derecho a la identidad de la población homosexual prevalezca en el sistema penitenciario guatemalteco. La decisión ratifica el amparo otorgado al juez en primera instancia Carlos Aguilar frente a la medida dictada por la Dirección Penitenciaria de cortar el cabello y obligar a vestir según su género a los presos transexuales.

Johana Ramírez lo ha sufrido en carne propia. Hoy es la directora de la Organización Trans Reinas de la Noche, un colectivo nacional que lucha por los derechos fundamentales de la población homosexual en Guatemala.

-¿Qué situación vive la población homosexual dentro de las cárceles?

-En primer lugar, a las personas transexuales o transgénero nos internan en centros penitenciarios de hombres, no hay un estudio previo sobre el peligro que esto representa, simplemente nos llevan al centro de reclusión por nuestro género biológico. A partir de ese momento comenzamos a vivir una situación de exclusión muy profunda, donde no se nos permite desarrollar como personas transexuales, ni transgénero, donde la dinámica diaria está adaptada completamente para hombres, incluso las actividades de reinserción como los talleres y los cursos académicos. Sin miramientos, nos lanzan a una especie de selva muy violenta.

-En ese reclutamiento, ¿también han sido obligadas a cambiar su aspecto físico y su manera de actuar?

-Efectivamente. Esto venía ocurriendo desde el 3 de octubre de 2012, cuando Eddy Fisher Arbizú, jefe de operaciones de la Dirección General del Sistema Penitenciario, emitió un comunicado en el que ordenaba que todos los privados de libertad homosexuales debían vestir la vestimenta y lucir un aspecto físico según su género natural.

-¿Qué argumento utilizó la dirección penitenciaria para tomar esta decisión?

-El Gobierno se basó en un artículo de prensa en el que se narraba cómo un hombre vestido de mujer logró escaparse de una cárcel de Estados Unidos en 1973. Y el director penitenciario decidió 40 años después tomar este caso como referencia para aplicar la norma en las cárceles guatemaltecas. Pero lo curioso es que si visitas cualquier centro de reclusión detectas cómo fue una norma sólo aplicada al colectivo transexual o transgénero, ni siquiera a los homosexuales, ni mucho menos a los hombres heterosexuales con cabello largo que aún caminan luciendo sus melenas sin ningún tipo de restricción por parte de la Dirección Penitenciaria.

-Como representantes de esta población, ¿en qué momento decidieron denunciar esta situación?

-Porque hubo el caso de dos transexuales que sufrieron las consecuencias de esta norma de forma drástica. Fue a través de sus casos que se hizo visible la situación porque se les cortó el cabello de la forma más violenta posible. En un monitoreo por las cárceles detectamos que eso ocurría también a más de 30 transexuales.

-¿Qué tipo de secuelas sufrieron estas personas?

-Estas personas fueron obligadas, no se les dio tiempo de explicación alguna antes de cortarles el cabello de la forma más violenta que podamos imaginar. Esto provocó que comenzaran a vivir una situación de inseguridad, encierro, miedo y una autoestima baja.

-Y con estas pruebas presentaron la denuncia…

-Sí, las abogadas comenzaron a trabajar para identificar cuáles eran los derechos humanos que se habían violentado. Se detectó que la norma penitenciaria habla del orden y buen comportamiento dentro de los centros, pero en ningún momento establece artículo alguno sobre la orientación sexual y la identidad de género. Con estas pruebas se denunció formalmente en el juzgado y posteriormente la Corte de Constitucionalidad apoyó el recurso de amparo otorgado por este juez a favor de dos presos afectados.

-¿Qué significa para ustedes esta sentencia?

-Para nosotras aquella norma fue como una mutilación a una parte de tu cuerpo, sin consentimiento. Por eso es un avance significativo, es un gran referente. Hoy podemos decir claramente que antes nos mutilaban y ahora podemos llevar cabello largo y vestir ropa de mujer. Es un paso agigantado en un sistema que tiene que reconocer nuestros derechos para garantizar nuestro desarrollo como personas.

-¿Qué  tipo de apoyo reciben de la población de presos heterosexuales?

-Ninguno. Un ejemplo de la cooperación que hay es que estos presos han prohibido que circulen las personas transexuales o transgénero en algunos lugares dentro de la misma cárcel, lo que evidencia una vez más la profundidad de la exclusión.

-¿Qué otro tipo de violaciones sufren dentro de las cárceles?

-En los centros preventivos de hombres no sólo se excluye claramente a la comunidad transexual, sino que además se llevan a cabo situaciones graves. Somos víctimas de maltrato físico, psicológico y muchas veces sexual. Los hombres –privados de libertad- han tenido una educación distinta y machista. La situación se ha vuelto muy peligrosa en los centros penitenciarios porque no hay un sector o apartado especial para la población vulnerable. Hay presos transexuales que en algunas ocasiones deben cambiar de sexo para protegerse.

-¿Lo denuncian? ¿A qué instancias van a parar estas denuncias?

-A las instancias del Estado que son responsables de procesar estas denuncias.

-Y en este sentido, ¿cuáles son esos reclamos que reiteran oficialmente?

-No pedimos derechos diferentes, estamos pidiendo esos derechos que cualquier otro ciudadano tiene acceso y muy especialmente el derecho a la integridad.

-Esta realidad, ¿en qué cambia para los homosexuales que no están en las cárceles?

-Cambia en muchas cosas porque lo que se vive en las cárceles atenta contra la integridad de cualquier persona, pero muy especialmente si esta persona es del colectivo transexual o transgénero. Pero esto no quiere decir que estar en libertad te haga tener acceso a la educación, a la salud, a un trabajo digno y a la integridad física y psicológica porque no es así.

-La organización Reinas de la Noche ha denunciado el asesinato de más de 30 transexuales en los últimos dos años. ¿Algo ha cambiado?

-Desgraciadamente todo sigue igual. Cada año se registran en el país al menos 20 asesinatos, que permanecen impunes porque no entran en la categoría de femicidios. En Guatemala existen entre 7.000 y 8.000 transgéneros que aún esperamos que la justicia nos tome en cuenta, que entienda que somos seres humanos que no tenemos acceso a los derechos más básicos, aún estamos esperando ese reconocimiento.

-¿Una justicia lenta?

-Yo diría más bien: una justicia ciega.



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