Esta semana, en Argentina, se hizo el cambio de cédula de identidad para Lulú, una niña de seis años de edad que nació como varón pero que desde que pudo hablar empezó a manifestarse como mujer
Por primera vez en el mundo, un gobierno escucha y acoge el deseo de una niña de 6 años,
que nació con sexo masculino, pero que desde que logró hablar expresó
su identidad de niña. El gobierno de la provincia de Buenos Aires
rectificó la partida de nacimiento de Lulú y le entregó un carné de identidad acorde con su identidad de género.
Conversamos con Valeria Pavan, sicóloga y Coordinadora del área salud de la CHA (Comunidad homosexual Argentina), quien hace dos años trata a la niña y a su familia.
-¿Cómo conociste a Lulú?
-Los papás llegan al Área Salud de la CHA cuando ella
tiene 4 años, después de peregrinar durante 2 años por consultorios
buscando opiniones de distintos profesionales que les recomendaban
terapias correctivas y de reforzamiento de la masculinidad. En ese
momento Lulú estaba en una situación síquica muy delicada y los papás
decidieron ampliar el área de consulta.
En general, yo acompaño a adolescentes, jóvenes y
adultos. Ella es la primera persona niña que nos pide ayuda. Desde los 2
años Lulú empezó a decir que era nena y lo sostuvo y defendió durante
los siguientes cuatro años con convicción. Después de evaluar a la niña,
consensuamos con los padres que íbamos a empezar a respetar lo que ella
necesitara y pidiera. Quiso ser llamada por un nombre femenino, vivir
como una niña; pidió cosas que son parte del universo infantil femenino,
relacionado con la estética, los juegos, los juguetes, la ropa, el
pelo, los colores.
-¿Qué pasó en el jardín infantil?
-Al comienzo ella iba al jardín de infantes como varón.
Trabajamos en conjunto con el colegio, presentamos informes a las
autoridades y, después de un tiempo, aceptaron que fuera como niña.
Pensamos que para la nena iba a ser fuerte encontrarse con compañeritos
del año pasado y con sus mamás, pero ese día Lulú nos mostró que tiene
una fuerza arrolladora para defender su identidad. Hoy por hoy vive como
una niña, hace las cosas de una nena y es respetada como una nena.
-¿Cómo defines a una persona trans?
-Es una persona que no se siente representada total o
parcialmente por el sexo que tuvo al nacer, y que construye su propia
identidad.
-¿Por qué en el caso de una niña de 6 años pidieron el cambio en el Carné de identidad?
-La vida cotidiana con un DNI que no representa quién
eres, es complicado; en el vacunatorio la gente veía a una nena y en el
DNI aparecía el nombre de un nene. Al ir a anotarla en cualquier
actividad curricular de la escuela; ingles, patín, pedían el DNI y se
armaban escenas complicadas, tanto para la mamá como para la niña. Nadie
se ahorra el asombro, nadie filtra. La madre está más preparada pero la
nena se angustia. Por otro lado, Lulú sabe que no es una nena
biológica, ella no cree que es una nena, ella se siente una nena. Sabe
que su cuerpo no es el de una nena y es una gran fuente de angustias.
-Esta decisión asumida por el gobierno de Buenos
Aires se basa en la Ley de identidad de género, ¿cómo consiguieron que
se aprobara una ley así?
-Más allá de la decisión política del gobierno de
Cristina Kirchner (primero se sancionó el matrimonio igualitario y, al
año siguiente, la ley de identidad de género) de otorgar derechos a
quienes hasta ese momento se veían excluidos, hubo un trabajo de
organizaciones de años de años. La CHA tiene 30 años de trabajo
continuado.
-¿Qué establece la Ley de identidad de género?
-Cada persona tiene derecho a definirse según su auto
percepción sin importar su genitalidad. La ley le otorga derechos
civiles a personas que se habían visto excluido(a)s de todo este
universo de derechos. En un artículo específico se refiere a cómo deben
hacer el trámite personas menores de 14 años, porque la ley contempla
que un menor tiene la capacidad progresiva para manifestar quien se
siente ser.
-En Argentina los Derechos del Niño tienen rango constitucional, cierto?
-Sí, mientras antes los niños eran considerados
incapaces, ahora el niño tiene la capacidad progresiva. Lulú no puede
firmar un cheque pero puede decir quién es. Lo novedoso de su situación
es que hubo adultos -sus padres- que escucharon lo que empezó a
manifestar a partir de los dos años, cuando adquirió la capacidad de
comunicarse por medio del lenguaje. La mayoría de las personas trans
empiezan a sentir extrañamiento con su identidad en la infancia, pero no
son escuchados, sino castigados, reprimidos. Con Lulú los adultos
escucharon. Por otro lado, es la primera niña en el mundo que consigue
que el Estado privilegie su voz y le otorgue el cambio de identidad sin
necesidad de que intervenga un juez.
-¿Las leyes de matrimonio igualitario y de
identidad de género han ayudado a la sociedad argentina a convivir con
las diferencias?
-De alguna manera le da legalidad a una discusión que
antes era legítima pero no tenía legalidad. La ley nos hace responsables
de respetarla y, para respetarla, tenemos que reflexionar, la ley nos
invita a la reflexión democrática e inclusiva. En el último informe que
presentamos este año los crímenes de odio (contra gays, lesbianas,
trans) se redujeron en un 50 por ciento a partir de casos denunciados.
Ahora, a pesar de este avance legal, la relación entre identidad y
género continúa siendo binaria, porque uno puede cambiar el nombre y el
sexo, pero necesariamente tiene que poner hombre o mujer. Esta ley dejó
fuera a un montón de voces; quienes querían que se agregara travesti
como un género en sí mismo, quienes consideran que no debería decir
nada. Aun así es una maravilla tener esta ley.
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