martes, 1 de junio de 2010

Cinco mujeres transexuales mexicanas cuentan por qué realizan el comercio sexual

Melenas al viento, tacones altos, maquillajes coloridos, perfume de mujer propagándose con un sugerente movimiento de cadera derrochando pura feminidad en la calle Humboldt, situada en el centro de la ciudad mexicana de Toluca, capital del Estado de México. Desde que el sol se pone y las calles empiezan a vaciarse, las señoritas que trabajan la noche suspiran por los hombres que acabaran en sus lechos en unas horas. Ellas ejercen el oficio más antiguo del mundo, se dedican al placer, proporcionan compañía, afecto y sexo a cambio de dinero.

L Por Jorge Morcillo-. Las llaman las famosas de Humboldt, porque pese a que nacieron hombres, algunas de ellas están consideradas como unas de las mujeres más bellas, deseadas y concurridas por los varones de su ciudad. Ya que aunque la transexualidad es un estigma social en México y en gran parte del mundo, la doble moral de muchos les lleva a insultarlas por el día y a pagar por poseerlas en la noche, quizás por morbo o simplemente por la atracción de lo desconocido, pero lo cierto es que a estas chicas nunca les ha faltado trabajo.

Un trabajo que ejercen con dificultad porque como las prostitutas señalaron en su encuentro con Agustín Mauro Jordan Arzate, Director General de Seguridad Pública Municipal en Toluca, a principios de mes de noviembre del 2009, la policía municipal les propina continúas palizas y les pide favores sexuales a cambio de dejarlas trabajar desde hace años.

Esta violencia contra las prostitutas es algo inaceptable. “Por lo que ahora las transexuales han pedido al Gobierno de Toluca una zona roja, de tolerancia, en la que ejercer su trabajo con libertad y en zonas fuera del casco urbano para no perjudicar a ningún núcleo residencial”, puntualiza Ramón Medina, Presidente de Cromosoma d Vihda y Cultura de Diversidad, organización no gubernamental en defensa de los derechos de los sexo trabajadores.

La clandestinidad, a su vez, es parte de la vida de estas mujeres, pues así les gusta ser llamadas a ellas, mujeres. Porque es lo que son. Porque para ello decidieron romper con el cuerpo con el que nacieron. Porque así se sienten.


Necesidad

Karina es una veracruzana de 23 años. Su cuerpo derrocha feminidad pese a no haberse realizado ninguna operación y apenas haberse hormonado hace unos meses. Su tez es pálida, su rostro angelical, dulce y maternal, tal y como en la historia se ha esculpido con cincel al de la virgen María. Bella y afable. Mostrando inocencia.

En su ciudad natal la vida de Karina no fue fácil desde que a sus 14 años empezó por las noches a travestirse sin el permiso de sus padres, a vivir en soledad de una forma que le era desconocida y prohibida, al mismo tiempo carmesí.

En Veracruz con sólo 16 años empezó a prostituirse en las tabernas. A los 18 años al llegar a Toluca comenzó a hacerlo en la calle Humboldt a un precio más elevado que en Veracruz, porque en la capital del Estado de México el sexo es un producto muy bien cotizado.

Karina al contrario que algunas de sus compañeras, no se dedica a la prostitución por gusto: “Cuando he ido a alguna entrevista de trabajo, tanto vestida de hombre como de mujer, he sido rechazada casi antes de comenzar con las preguntas por mi amaneramiento, así que no me queda otra opción que la noche. Arriesgarme a volver a ser agredida en cada servicio, golpeada, e incluso, una vez un cliente intento matarme atropellándome con su coche”, sentencia Karina.

De esta forma el machismo arraigado en México, la homofobia y, por consiguiente, la transfobia, se convierten en el principal problema en la vida de estas mujeres que por la incapacidad de encontrar un empleo normal ven como única salida alquilar su cuerpo a quien lo demande.

“Es cierto que poco a poco hay más tolerancia con los grupos minoritarios y menos favorecidos de México. Cada día somos más libres, pero aún falta mucho para lograr erradicar los prejuicios de este país que aún se considera la cuna del machismo. Y el ejemplo de la discriminación a los transexuales es muestra de ello”, asevera Israfil Filós Real, Coordinador de Grupos Vulnerables dentro del partido priísta en la capital del Estado de México.


Por el dinero rápido

Mónica tiene 26 años y es originaria de la población de Tequila en el estado de Jalisco. Ella llegó hace algunos años con su familia a Toluca, donde estudió contaduría y vivió sus primeros años de juventud.

A los 16 años empezó a travestirse por diversión. Y asegura que siempre se aceptó tal y como es, sin problemas para asumir que se sentía mujer pese a encontrarse encerrada en un cuerpo de hombre, de forma que nunca le importó lo que dijeran de ella. Y como otras tantas, a la edad de 18 años comenzó a prostituirse, entonces con aspecto de hombre, con señores que pagaban generosamente sus servicios: “La primera vez fue una experiencia desagradable. Él era un hombre gordo y feo, pero me pagó muy bien, 2000 pesos por mi servicio. Así que él tenía lo que quería y yo también”, explica Mónica.

Al cabo del tiempo la joven quiso buscar una vida normal, por lo que a sus 23 años empezó a trabajar en una óptica, propiedad de la madre de su ex pareja, vestida de mujer. “Pero al tiempo abandoné este empleo como dependienta para volver a la prostitución. A todo el mundo nos gusta el dinero y yo lo necesitaba para poder empezar a pagarme mis operaciones, porque de esta forma podemos conseguir grandes cantidades de dinero de un modo rápido, aunque no fácil”, señala la joven.

Desde sus inicios en Humboldt, Mónica vivió la dureza de las calles, el maltrato de sus compañeras debido a la competitividad entre ellas. La vida de una puta. Noches de golpes, asaltos con armas e incluso en una ocasión le propinaron una paliza para después abandonarla aturdida y desnuda por completo en una carretera desolada. Pero ella aún sigue trabajando en el mundo de la prostitución, pese a todo, porque cree que es la forma de poder llegar a conseguir el cuerpo que desea. Los senos de mujer y las curvas voluptuosas de las caderas de una doncella en el palacio del Rey Schahriar en las fantasías de las mil y una noches. El sueño que anhela desde niña. Su deseo de mujer.

En busca de vie bohème

Paris, natural de Oaxaca, a sus 23 años ama la vida que envolvía al pintor parisino Toulouse-Lautrec. Las noches del París de principio del siglo XX. Los ríos de

Champagne a las puertas de las decenas de locales que se encontraban a lo largo del Boulevard de Clichy, pasando por la entrada de ‘LÌnferm’ o del mítico ‘Moulin Rouge’. Los espectáculos de las grandes vedettes a las que Paris admira y como las que le gustaría ser. Así es ella. Artista.

Un oficio lleno de controversia, descaro, donde no se guardan normas y simplemente no hay límites. Para ello nació ella, para expresarse, para ser una virtuosa de las artes. Realizando, por ejemplo, imitaciones en clubs de grandes cantantes actuales y del pasado como: Mónica Naranjo, Celine Dion o Rafaela Carra, desde hace ya tres años, cuando empezó a vestirse de mujer al llegar a Veracruz y dejar atrás la vida rural y llena de prejuicios de Oaxaca.

“En mi ciudad no pude hacer este tipo de shows por respeto a mi familia, a ellos no les gusta esta forma de vida, ni si quiera saben que soy transexual, sino que simplemente piensan que soy homosexual”, indica Paris.

En el camino hacía el estrellato y los grandes escenarios. La prostitución ha sido una forma de sobrevivir para la artista. Una manera de vivir de la que no se avergüenza, ya que se considera feliz en su vida tal y como es, y con todo lo que hace. “Pero si que siento que me falta algo. Realizarme como persona. Llegar a hacer lo que me gusta. Poder actuar, cantar y bailar en un futuro cercano. Ese es mi sueño junto a encontrar al hombre de mi vida”, señala Paris.


Para mantener a su familia

A la edad de ocho años Vanesa perdió su virginidad con un chico de 18 años, Gaudensio. Bajo la mirada de la ley esta relación que se prolongó durante un año seria tomada como una violación, pero para Vanesa es uno de sus recuerdos más valiosos: “Me acuerdo mucho de mi primer amor porque fue una historia maravillosa hasta que al enterarse nuestras familias, él fue obligado a viajar al norte con su tío para intentar cruzar a los Estados Unidos por el río Bravo, ahí mismo murió Gaudensio. Pero nunca lo olvidaré”, explica Vanesa.

El amor y su búsqueda ha sido el centro de la vida de esta transexual que con 12 años empezó a vestirse como una mujer. Lo que resultó en un principio violento a su familia, luego fue bien asumido, con respeto. Porque como explica Vanesa, unos padres nunca pueden imaginarse que su hijo quiere ser alguien diferente. Porque todos podemos ser iguales en el hecho de ser personas pero diferentes en nuestros gustos.

En Toluca, a sus 30 años, con 16 de experiencia en la prostitución sigue en el oficio del sexo servicio, al considerarlo una buena manera de vida con la que permitirse todos sus caprichos y, en parte, la única forma de sustento que conoce para sobrevivir y mantener a su novio, con el que convive desde hace 10 años.

Curiosamente en la relación de Vanesa con su pareja muestra un cambio de 180 grados con respecto a los roles tradicionales de los géneros, donde los hombres mantienen a sus mujeres y no al contrario. “Estoy convencida que los chicos con los que tenemos una relación afectiva están enamorados de nosotras, pero también tienen un plus, un añadido, y es el que nosotras los mantenemos. Porque esto es algo muy frecuente en el mundo de la transexualidad”, puntualiza Tania, otra de las famosas de Humboldt.

Para romper las reglas

Rubia de larga melena, ojos cafés, un busto sensual, cintura delgada y facciones perfiladas, Tania es la más atractiva de todas las chicas. Posee la vanidad de las actrices de los años dorados del cine de Hollywood. Es bella, lo sabe y disfruta del hecho de sentirse deseada por los hombres. No tiene tabúes.

“Las transexuales somos mujeres calientes, apasionadas, hacemos lo que queremos con quien queremos y cuando queremos. Quizás de ahí que estemos tan solicitadas o que la promiscuidad sea una de las características que mejor nos definen”, desvela entre risas Tania.

Esta veracruzana es así, alegre, desmedida en su manera desenfadada de hablar, sugerente en el timbre de su voz al susurrarte. Pero, sobre todo, insinuante al contonearse con los sus pechos talla 100, los cuales ha conseguido por alrededor de 50.000 pesos que es el coste de las dos intervenciones que se aplicó en el busto.

Además de esta operación, también se retocó la frente, afinó su nariz, puso colágeno y botox en sus pómulos, perfiló el mentón de su cara, eliminó la nuez varonil de su garganta y se inyectó plástico en sus nalgas para realzar esa parte de su cuerpo, aún conociendo el gran riesgo que ello implicaba para su salud.

“Este es otro de los tantos peligros a los que nos enfrentamos en nuestra vida. Desde trabajar en la calle con las temperaturas extremas de la fría Toluca, el peligro de prostituirnos con hombres desconocidos que puedan agredirnos o el enfrentarnos a los continuos ataques de la policía municipal. Nada es fácil para nosotras. Todo tiene un precio y eso bien lo sabemos desde el día que decidimos ser diferentes, para ser como somos, y convertirnos en el centro de todas las miradas y las criticas de los intolerantes”, sentencia Tania.

Así son algunas de las famosas de Humboldt, un grupo de aproximadamente 20 transexuales, que viven inmersas en la prostitución. Algunas durante más de dos décadas, otras algo menos, pero todas como mujeres, como se sienten, como auténticas soberanas de la feminidad. Entre sueños de galanes y cuentos de hadas, porque ellas son princesas de la noche.




1 comentario:

Unknown dijo...

Me encantó el artículo, y las admiro demasiado, por todos lados hay publicaciones y fotos de marchas, fiestas, pero nunca testimonios tan claros y consisos de lo difícil que es ganarse la vida para algunas chicas tv.