lunes, 28 de junio de 2010

‘Salí del anonimato por mis derechos’


Testimonio

Me siento como una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre. Siempre fue así. Desde que tuve uso de razón.

Hoy tengo 33 años. Hace ocho decidí visibilizarme como mujer en mi entorno social y exigir mis derechos. Nací en un hogar como muchos de clase media en la ciudad de Atuntaqui, en el cantón Antonio Ante en Imbabura.

La terminología
  • Transexual es hombre o mujer que siente que en realidad es un miembro del sexo opuesto atrapado en un cuerpo equivocado.
  • Hombre o mujer transexual es una persona que se siente, piensa y actúa como hombre aunque naciera con genitales femeninos o viceversa. Se le debe tratar en masculino o en femenino, respectivamente.
  • Transfobia es el miedo, odio, rechazo y desprecio hacia las personas transexuales. Se manifiesta con estigmatización (prejuicios y estereotipos), discrimen (despidos encubiertos, no promoción, depreciación del valor social de las personas transexuales), aislamiento, desigualdad jurídica, violencia...
Mi madre intuía mi diferencia y mi padre no la aceptaba. Con el tiempo lo hizo y ahora él trata de investigar todo lo posible acerca del tema para ayudarme. La existencia de la persona transexual se ve trastocada en, prácticamente, todos los ámbitos de la vida. Además del sufrimiento que genera el problema en sí, está el rechazo social y en muchas ocasiones, incluso, la negación familiar.

En mi barrio creían que era gay o un afeminado. Es la típica confusión. No querían comprender que era mujer, a pesar de las características físicas masculinas.

El ser una estudiante destacada me ayudó a ganarme el respeto de mis compañeros que, de otro modo, hubiera sido imposible. Sin embargo, no cesaron las burlas y las humillaciones.

Una humillación es cuando me critican con crueldad porque no saben. Eso he ido frenando paulatinamente, porque me considero una mujer valiente y segura de lo que quiero ser.

Incluso, para ayudar a comprender a los que se burlaban, elaboré un boletín informativo para repartirlo gratuitamente. Lo más importante que se señala en ese documento es esto: “Burlarte de una persona que es diferente por cualquier motivo es un delito de odio contemplado en el Código Penal ecuatoriano”. Así obtuve el respeto a regañadientes de determinadas personas.

La cirugía de reasignación sexual (transformación quirúrgica de los genitales masculinos en femeninos) por ahora es difícil de conseguir. Cuesta USD 15 000 en el Ecuador.

Trabajo en contabilidad y auditoría mientras estudio Derecho en la Uniandes. El dinero no me alcanza porque a los transexuales nos cierran las puertas laborales y no contamos con un buen empleo que nos permita ahorrar.

La marginación y el rechazo son la tónica general a la hora de buscar trabajo. Nuestro aspecto suscita desconfianza o miedo. A eso debemos añadir que el transexual que ha realizado el cambio, a veces pierde el apoyo familiar, con lo cual se encuentra en la calle, sin techo y sin trabajo, abocado al mundo de la marginación (alcohol, drogas, prostitución).

Tampoco contamos con un sistema de salud pública que nos ayude con los tratamientos hormonales y las cirugías de implantes que son costosas. Buscamos la salud integral para los y las transexuales.

Desde el 2002, me he sometido a varios tratamientos con hormonas hasta conseguir una figura femenina. Pero eso no me basta.

Como hay discordancia entre cuerpo y mente, era absurdo verme femenina y mantener mis documentos con los nombres masculinos. En diciembre del 2005 acudí al Registro Civil con una solicitud administrativa para cambiar mi anterior nombre por el de Rudy. Un apelativo unisex porque en ese entonces la Constitución no permitía más.

Hoy, el artículo 66 numeral 28 de la actual Constitución contempla el derecho a la identidad individual y colectiva. Eso significa tener nombres y apellidos libremente escogidos y registrados, conforme con nuestra identidad.

Volví entonces al Registro Civil para solicitar otro cambio de nombres: Cristina Rubí por Rudy. Me negaron esa posibilidad y adujeron que ya había hecho uso del artículo 84. Debía presentar una copia certificada y notariada de haberme realizado la cirugía de reasignación.

En diciembre del 2008, interpuse una solicitud al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Pedí que se me hiciera justicia en mis derechos vulnerados. La respuesta fue desfavorable.

“He frenando la humillación porque me considero una mujer valiente y segura. ”

Acudí entonces a la Defensoría del Pueblo. Realizamos los mismos pasos sin lograr nada. Decidimos utilizar una garantía constitucional que se llama Acción de Protección. Con esta podemos demostrar los derechos vulnerados por diferentes instituciones y buscar compensaciones.

Presentamos la acción ante el Juez Noveno de lo Civil en Atuntaqui. El 17 de mayo pasado fue la audiencia. El juez falló en favor del Registro Civil.

Hace poco utilizamos otro recurso jurídico. Esta vez fue el de apelación ante la Corte Provincial de Justicia. Espero que el fallo sea favorable.

Nada de eso me detendrá en esta lucha. Tengo el apoyo de mis cuatro hermanos, mis padres y amigos. Solo deseo tener una vida normal dentro de una sociedad que juzga y que considera la transexualidad como un tema tabú.

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