ALEJANDRO LÓPEZ DE MIGUEL
Madrid
Cada semana, más de 10 mujeres bisexuales o lesbianas son violadas en Ciudad del Cabo
para curar su homosexualidad. Sufren las llamadas
violaciones correctivas,
agresiones individuales o grupales en las que se contagian de
enfermedades venéreas, y que sus agresores a menudo concluyen con
palizas, en ocasiones fatales. Y suelen afectar a mujeres negras de las zonas más pobres, que en la mayor parte de los casos
ni siquiera denuncian, conscientes de que estas agresiones no quitan el sueño a las autoridades.
Irónicamente, Sudáfrica es también conocida como la
nación arcoiris;
uno de los países teóricamente más avanzados en el reconocimiento de
los derechos de gays , lesbianas, bisexuales y transexuales (LGTB) de
África; el único estado del continente que
permite el matrimonio entre parejas del mismo sexo -desde 2006-, y uno de los pocos en aprobar con una ley de equidad homosexual en el trabajo.
Funda: "Si el Gobierno se implicase podríamos acabar con algunos de estos crímenes, todo depende de quién controle el país"
La
teoría es una cosa, pero la realidad otra: "Tenemos una de las
constituciones más progresistas de África, pero seguimos padeciendo
estos crímenes de odio", denuncia a
Público Ndumie Funda, dirigente y fundadora de la organización
Luleki Sizwe, que
desde 2008 asiste a las mujeres que son víctimas de esta barbarie.
Teniendo en cuenta el número de mujeres que se ven sometidas a estas
prácticas sólo en Ciudad del Cabo -con cerca de cuatro millones de
habitantes, menos del 10% de la población total- no es difícil
comprender la dimensión de este problema, que afecta también a otros
países del continente.
"Los complejos machistas se unen a la
voluntad de cambiar la orientación sexual de una persona; creen que no
está bien y no ven otra manera de cambiarla", explica la activista. En
los últimos 10 años, más de 30 lesbianas, bisexuales o transexuales han
sido asesinadas en este país por su orientación o identidad sexual, pero
la inmensa mayoría de los agresores salen impunes, y
la legislación no considera estos delitos como crímenes de odio.
"Si
el Gobierno se implicase podríamos acabar con algunos de estos
crímenes, todo depende de quién controle el país", critica la activista,
antes de recordar que hace menos de medio año otra mujer fue violada y
asesinada por su orientación sexual, pero los culpables siguen en la
calle. "Tenemos que entender la realidad a la que nos enfrentamos,
invertir en prevenir estos crímenes de odio, crear una legislación de la
que seamos parte", razona.
Es precisamente con esta denominación,
crímenes de odio, como describe Funda estos ataques, evitando referirse a ellos como violaciones correctivas.
Independientemente de su denominación, el número de casos registrados
aumenta , organizaciones LGTB de otros países piden a las turistas LGTB
que no viajen a Sudáfrica, mientras plataformas como Luleki Sizwe ayudan
a las víctimas y critican a quienes permanecen cruzados de brazos ante
esta realidad.
"Apoyamos a las víctimas de violaciones y a
todos aquellos que sufren el odio por el mero hecho de su orientación sexual.
Hablamos con líderes religiosos, familias, escuelas, comunidades...
intentamos que se traten estos temas, hacemos presión, visibilizamos
estos crímenes", defiende la activista.
En 2009, 'Action Aid' cifraba en 500.000 el número de mujeres afectadas por estas agresiones cada año en SudáfricaUna de las
últimas campañas relacionadas con las
violaciones correctivas aseguraba que
de cada 25 hombres acusados de asesinato en Sudáfrica, 24 salen en libertad, aunque Funda insiste en que
las cifras están siendo revisadas. "No creo que más de cien hombres hayan sido condenados en la historia de Sudáfrica por estos delitos", lamenta.
En 2009
Action Aid
cifraba en 500.000 el número de mujeres afectadas por estas agresiones
cada año en Sudáfrica. Ese mismo año, el 28% de los hombres
entrevistados por el Concilio de Investigaciones Médicas reconocieron
haber violado a una mujer, uno de cada veinte confesó haber cometido
crímenes sexuales en los últimos años, y en un
grupo de 487 hombres cerca del 7% reconocieron haber participado en violaciones colectivas.
AI: "El Estado no protege de la violencia a un sector de la población"
Amnistía Internacional tambián ha documentado estos crímenes, señalando directamente al Gobierno sudafricano como
corresponsable del sufrimiento de miles de mujeres.
"La ausencia de una respuesta política y policial adecuada a la
proliferación de estos delitos es motivo de continua preocupación, y
favorece la comisión de violaciones de derechos humanos
puesto que el Estado no cumple con su obligación de proteger de la
violencia a un sector de la población", asegura en su informe
Cuando el amor es delito: Penalización de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en el áfrica subsahariana (2013).
"Violan a las mujeres, obtienen su satisfacción y de paso las curan del lesbianismo, se da en muchos países de áfrica central", explica Ramírez
El hecho de que estos crímenes sigan teniendo lugar, y aunque de momento
las afectadas sean mujeres de raza negra -a menudo de las zonas más pobres-
ha hecho que la federación LGTB Colegas recomiende a las turistas
lesbianas y bisexuales que no visiten Sudáfrica, para evitar exponerse a
estas agresiones.
"En África son muy habituales este tipo de
correcciones; piensan que así les hacen un favor, las
curan", explica
Paco Ramírez, portavoz de Colegas. "La violan, obtienen su satisfacción y de paso la
curan del lesbianismo, se da en muchos países de áfrica central", añade.
El activista afirma que, de momento,
los hombres no sufren este tipo de agresiones,
y recuerda que estas prácticas no pueden considerarse algo aislado,
aunque se focalicen principalmente en Sudáfrica. "En otras zonas de
África existe la creencia de que, si tienes una enfermedad venérea y
haces el amor con una virgen, esta te cura de tu enfermedad", explica,
como ejemplo.
La lucha de Ndumie Funda
Ndumie Funda
lucha por los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales
desde mucho antes de crear Luleki Sizwe, y sus últimos años de vida han
estado muy marcados por estos ataques a las mujeres LGTB. De hecho,
Funda bautizó esta plataforma uniendo los nombres de su
expareja y de una amiga, ambas fallecidas por distintas enfermedades contraídas durante las violaciones correctivas a las que se vieron sometidas.
Uganda castiga la homosexualidad con la pena de muerte, y otros 37 países africanos la consideran ilegal
La
determinación de Funda a la hora de ayudar a las víctimas es total, y
su esfuerzo ha permitido que algunos medios internacionales se hagan eco
de la difícil realidad a la que se enfrentan las mujeres sudafricanas.
La activista, que no llega a los cuarenta años, reconoce que en otros
países de África la situación es peor en ciertos aspectos.
Uganda aplica la pena de muerte a los homosexuales, y otros
37 países africanos consideran ilegal ser gay, lesbiana, bisexual o transexual. Funda
lo sabe, y reconoce que queda mucho trabajo por hacer, pero defiende
que su labor debe focalizarse en Sudáfrica, en Ciudad del Cabo, donde
están sus raíces. "Sé que las cosas están mal en otros países, pero
tengo que centrarme en lo que ocurre aquí.
Es aquí donde vivo, aquí está mi lucha".