“No es mujer ni madre”, dijo el conductor de Periodismo Para Todos, en referencia a la actriz, vedette y cómica Florencia de la V, y luego opinó que "en el documento no hay que poner el sexo de las personas porque el Estado no es quién para meterse en la cama de nadie", mezclando los conceptos entre sexo y género.
“Yo nena, yo princesa”
Resultaría algo bizarro pensar entonces el momento en que el Estado se “metió” en la cama de la pequeña Luana, a los 4 años de edad, que nació con genitales masculinos –y recibió nombre de varón, Manuel– pero que ya partir de los dos años de vida comenzó a decir que era una nena, a querer vestirse con ropa de niña y a jugar con muñecas.
La mamá de la niña le escribió una carta a la Presidenta pidiéndole que la ayude a obtener un nuevo DNI para Luana, luego de que se lo denegaran en el Registro Civil de su distrito, en el conurbano bonaerense, siguiendo el procedimiento acorde a la Ley de Identidad de Género para los menores de edad. Finalmente, luego de un tiempo, Luana pudo expresar en su DNI lo que siempre sintió desde nacimiento: “sexo femenino”. “¿Vamos a tener una fiesta, mi fiesta de documento?”, le dijo Luana a su mamá cuando se enteró que finalmente no era más Manuel.
La pregunta que surge en muchos es cómo una niña tan pequeña puede tener sentido de la sexualidad alguno como para identificarse como mujer. La respuesta la dio nada menos que la Organización Mundial de la Salud, que sostiene que el género es una construcción de identidad y no un asunto genital. Y que la determinación del “sexo” para definir “género” está mal parida desde el inicio. “Yo, nena”, “yo, princesa”, decía a sus tres años de edad. Luego ella misma eligió su propio nombre de mujer.
“El conflicto de Lanata, y el de muchas personas, es que parecen no estar dispuestos a que dentro de su género haya lugar a variantes. Desde lo estrictamente genital, está claro que hablamos de hombres y mujeres. Pero en la vida cotidiana, lo que prima en todo orden es la identidad”, escribió el periodista Laureano Manson en este mismo medio la semana pasada a través de una columna de opinión, género periodístico que se contrapone al probado rigor científico de su afirmación.
Transgénero, travesti, transformista
Un hombre que se pone ropa de mujer no pasa a ser mujer automáticamente, es cierto, y es porque hay diferencias que a muchos les cuesta o no quieren ver. Los términos transgénero, travesti y transformista tienen sus propios significados, y es necesario reconocerlos.
Transgénero: es un estado del ser (no una enfermedad) en que el género aparente o biológico determinado en el nacimiento no es igual al género subjetivo de la persona, esto es, el género con el cual la persona se identifica, el cual puede darse a temprana edad y no a una edad sexualmente activa. La mayoría de las personas transgénero desde pequeños sienten y saben que se encuentran en cuerpos con los que su género subjetivo no se identifica.
Travesti: es el acto de usar ropa típicamente asociada con el sexo opuesto. Los travestis no son siempre transgénero, es decir, no necesariamente se identifican con el género diferente al biológico. De hecho, emplear ese término para una persona transgénero, es considerado ofensivo.
Transformistas: Un transformista en un hombre que se viste como mujer con el propósito de entretener a otros. Las mujeres que se visten como hombres con el propósito de entretener son llamadas "drag kings", contrario al término en inglés de "drag queen", que se usa para los hombres. Los drag kings y queens no pueden ser transgéneros.
El 41% de las personas transgénero ha intentado suicidarse debido a la falta de aceptación social.
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