lunes, 17 de marzo de 2008
Travestismo: Tira a la basura tus sentimientos de culpa
Si eres hombre y desde hace un tiempo te has estado vistiendo con ropas femeninas, conoces el sentimiento. Esa especie de euforia, de satisfacción, de armonia interna que aparece cuando descubrimos nuestro lado femenino y estamos, al menos por ese instante, reconciliados con la totalidad de nuestro ser. También se que has visto como esa satisfacción se autodestruye y se diluye en sentimientos y emociones de miedo, disgusto, inseguridad, frustración y después de culpa.
Entonces tiras todo a la basura: La costosa peluca y los tacones mas preciados, el corset hecho por encargo y adquirido con gran esmero y los pantaloncitos de seda y encaje increíblemente sexys. Te sientes repelido por el monstruo en que te has convertido. Ni siquiera consideras vender tus ropas y accesorios en una tienda de segundas o donarlos a una obra de caridad, pues no quieres ser asociado con esas ropas, así que todo se va en el carro de la basura y te sientes de nuevo, reconciliado, limpio y aliviado, como si te acabaras de quitar un gran peso de tu espalda......
.....Hasta que aparece de nuevo la necesidad de expresar aquella parte dulce y tierna de tu ser. Vuelves a comprar algunas cosas, las escondes donde nadie, salvo tu, pueda encontrarlas, buscas el momento mas propicio para lucirlas y el ciclo inicia nuevamente: te vistes, te maquillas y contemplas al espejo. Aunque nadie más te ve, te sientes increíblemente cómodo contigo mismo y de nuevo aparecen la culpa y mil remordimientos, sólo que esta vez son más intensos.
Con frecuencia recuerdo un aviso publicitario que encontré hace tiempo en una tienda de ropa interior femenina, que decía algo así como: “Por que sabemos que tu sabes que vas a regresar...” Sin embargo, debe estar claro que cuando los travestis discutimos en los foros sobre el precio del travestismo, no hablamos solo de cuanto nos cuesta mantener y reponer nuestros guardarropas. El verdadero costo que pagamos, es el de la culpa.
Así que el asunto de fondo es: ¿Como prevenir la culpa? Esa es la clave. Lo que creo al respecto, es que sea asunto de hormonas, de genética, de la forma en que te educaron, o de lo que se quiera atribuir, eres un travesti. Más aun, por serlo, no estarás completo, ni te realizarás como persona hasta que puedas aceptar y expresar tu lado femenino.
No hay una ley sobre la tierra que diga que debes ser hombre o mujer y nada entre los dos. La humanidad entera es un conjunto enorme de matices y aunque todavía estos no sean aceptados, es indudable que somos más que polo norte o polo sur, y mucho más que blanco o negro. Te has preguntado por que la chica guapa y delicada de tu vecindario se siente mas cómoda usando pantalones de jean y zapatos planos, mientras el macho machote latino que cree poder conquistar a cuanta chica pasa por delante, disfruta usando camisitas y pañoletas de seda?
Hace tiempo, cuando tuve la oportunidad de acceder a información sobre el travestismo, no sabía con precisión el verdadero alcance de mi “lado femenino”. Como casi todos los travestis, inicié vistiendo ropas de mis hermanas desde muy temprana edad. Costumbre que mantuve en mi adolescencia y que reforcé poco después cuando disponía de alguna autonomía económica que me permitía comprar mis propias ropas. Durante este tiempo he tirado todo mi vestuario y accesorios, por lo menos unas tres o cuatro veces, así que mi propia valoración sobre mi fuerza de voluntad, sobre la entereza de mi ser, era completamente negativa, lo cual se traducía en sentimientos de inferioridad y poca autoestima. El travestismo era para mí un monstruo más grande y fuerte que yo. Aunque luchara contra él de una y otra forma, sabía que siempre tendría perdida esa pelea y me sentía desolado.
Leí en algún lugar que la modelo transexual Brasilera quien a pesar de ser por ese entonces un travesti, gozaba de gran admiración en todo el mundo, por su indiscutible belleza. Luego supe que también ella había cambiado su sexo mediante una cirugía y posteriormente, como también lo hiciera René, contraído matrimonio en un País de Europa. Leer sobre ellas, ver los reportajes de la tele y la prensa escrita, me permitió tener algo completamente claro: Al igual que ellas, disfrutaba enormemente cuando me vestía con ropas de mujer, pero a diferencia de ellas, yo no quería cambiar mi sexo, ni relacionarme física ni emocionalmente con varones.
Posteriormente, gracias a Internet, supe que había más hombres como yo. Que gustaban de vestir ropas femeninas, pero que no querían abandonar su rol y responsabilidades de padres, esposos, hijos, hermanos y, en muchas ocasiones, de modelos a seguir por el resto de la sociedad. Obviamente sabemos que hay muchos hombres que ocasionalmente visten ropas de mujer para atraer sexualmente a otros hombres. Muchos de ellos, querrán cambiar, mediante intervención quirúrgica su sexo y estarán felices de encontrar luego un esposo. Otros, aunque nunca lo cambien, vivirán como mujeres todo el tiempo y trabajarán e interactuarán socialmente como tales. Esos, no son mi caso y aunque ahora luce perfectamente claro y es evidente el amplio rango de matices y diferencias entre los hombres que usamos ropas de mujer, hace un tiempo no tenía forma de saberlo. La ignorancia generaba miedo y el miedo se volvía angustia.
Si es verdad que el deseo de vestir ropas de mujer se asocia con la necesidad de expresar la parte femenina de nuestra personalidad, creo que el mejor camino que podemos tomar es asegurarnos de saber lo que en realidad queremos ser. Tener claro en cual de todos los matices, someramente discutidos antes, es en el que queremos estar. Sólo por que disfrutas poniéndote una peluca de cabellera larga, vistiendo panties de seda o subiéndote a bordo de unos tacones de 3 o 4 pulgadas, no eres un homosexual, ni te has vuelto candidato a un tratamiento de feminización con hormonas, o a una cirugía de reasignación sexual. Igual, si eres un hombre de 1,80 metros, 85 kilos y caminas como vaquero de película del oeste gringo, tres cirugías y dos toneladas de hormonas, pueden convertirte en una mujer. ¿Pero puedes ser feliz si nadie más que tu, te reconocen como tal?
Ser un travesti, no es asunto fácil, no importa donde vivas. Es preciso tomar ciertas precauciones. Tal vez no quieres exponerte a la censura. Quizás es mejor evitar un mal incidente con alguien en la calle o algún suceso bochornoso. La mejor forma de vivir tu lado femenino, es disfrutar siendo femenino. Conoce bien quien eres, Se quien eres, Conoce quien quieres ser, Se quien quieres ser, siéntete feliz con quien eres, y conoce a donde quieres ir.
Acepta lo que eres y lo que te gusta ser. Entonces la necesidad de expresar tu parte femenina simplemente no va a llenarte de temor, repudio y culpa. Este es el inicio del camino para realizarte como humano sin importar si eres hombre, mujer, homo o heterosexual, travesti o transexual. Seas lo que seas, sólo serás feliz si te aceptas tal cual eres. Con tu fortaleza de hombre, pero con tu ternura de mujer.
Entonces te veré tirando a la basura la palabra culpa y todos aquellos sentimientos y emociones negativas, en lugar de tu costoso guardarropa. Se tu mismo, se linda y tierna, vístete bonito y sexy, disfruta de tu hombría y de tus tacones, y entonces: SE FELIZ !!!.
* Tomado del “Espacio de Vane”, en http://yotvht.spaces.live.com/
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