Andrea Paredes nació el 4 de julio de 1971 en el cuerpo de un hombre que sus padres bautizaron como Ernesto. Desde pequeña tuvo dos obsesiones: poder operarse para que su cuerpo estuviera de acuerdo a su mente, y jugar a nivel profesional en el mundo del tenis. Lo primero lo consiguió en el año 2000 tras pasar por quirófano; lo segundo, acaba de hacerlo realidad...
Andrea tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia que siempre la entendió, la respetó y la apoyó tanto dentro como fuera de las canchas. Jugaba contra hombres, ya que por aquel entonces aún se llamaba Ernesto. Cuando entró en la Universidad de Las Condes, tuvo que dejar de lado los torneos de tenis al no tener remanente económico.
Tras someterse a una cirugía de reasignación sexual en el año 2000, Andrea se olvidó de la posibilidad de competir a nivel profesional; sin embargo, la insistencia por parte de unos amigos la llevó a probar suerte. En un primer momento se puso en contacto con José Lucero, técnico que destacó de ella "su potencia en el golpeo y su buen estado de forma". Su idea era jugar torneos WTA, poder competir como una más, pero vio como algunas organizaciones le daban la espalda al no cumplir los requisitos exigentes por la Federación Internacional de Tenis (ITF). Un nuevo revés en la vida de esta chilena...
Las malas nuevas para Andrea no paraban. Tras un primer intento e acceder al circuito en el 2004, la chilena denunció hostigamiento por parte de la Federación Chilena de Tenis -"La FTCH me ha hecho una guerra sin cuartel para que no pueda entrenar en ningún recinto tenístico de mi país", acusó Paredes- y de sus propios entrenadores -Nelson Vásquez, Marcelo Giaverini, Robinson Gamonal o Klaus Deppenger- que la rechazaron por diversas razones. Aún así, el sueño de Andrea seguía en su foro interno.
Las puertas comenzaron a abrirse en el 2005, con una nueva reglamentación aprobada por la ITF respecto a las homosexuales. En ella, se señala que si se cumplen unos requisitos mínimos -haberse sometido a una operación completa de cambio de sexo (interna y externa), el reconocimiento legal de su nueva condición, un tratamiento hormonal aprobado y extenso para que el organismo sea lo más femenino posible y que hayan pasado un mínimo de dos años desde el momento de la operación-, el/la tenista en cuestión podría participar en competiciones oficiales.
A pesar de no dejar nunca de lado la práctica del tenis, Andrea se escudó en su vida laboral para salir hacia adelante. Es ingeniera comercial y dueña de su propia consultora financiera, pero nunca ha dejado de lado la práctica del tenis. A pesar de sus 37 años, ha entrenado cada día en el Club de Tenis de Patricio Cornejo, uno de los mitos del técnico chileno, donde el propio 'Pato' le da clases, con el objetivo de estar preparada para cuando llegara el momento.
Esta oportunidad le llegó a modo de una 'wild card' para disputar el ITF de Parque Roca (Buenos Aires, Argentina). La invitación llegó gestionada a través de una empresa de marketing con la que Andrea tenía relación y no a través de la Federación Chilena de Tenis como suele ser menester. Paredes, que rehusó hablar con los medios de su país por las burlas a las que fue sometida antaño, señaló en los medios argentinos que "biológicamente es como si tuviera 27 años. Me tomo el partido con calma, es el inicio de mi carrera. Trabajé duro en el silencio durante dos años", señalaba Paredes en la previa, una tenista que dice parecerse a su compatriota "Marcelo Ríos porque soy zurda y le pego plano". En primera ronda, la chilena cayó ante la británica Nicola Slater, una tenista 14 años más jóven que ella, por un 'doble rosco', 6-0 y 6-0 en sólo 31 minutos de juego. Pero eso era lo de menos...
El objetivo de Andrea no es ser la número uno del mundo ni ganar una Fed Cup. Su ambición está puesta ahora en ser aceptada como una más y formar parte del circuito mundial. Tras su debut en Argentina, el sueño de jugar al tenis de élite se ha hecho realidad...
Siguiendo los pasos de Richards
El de Andrea Paredes es el segundo caso caso de transexulalidad en el mundo del tenis. Hace 30 años, la estadounidense Renee Richards ya vivió un caso parecido. Nacida como Richard Raskind y tras realizarse una operación de cambio de sexo, intentó jugar en el circuito femenino de tenis, pero no se lo autorizaron en un primer momento. Richards llevó el caso a la justicia y la Corte Suprema de Nueva York le dio la razón en 1977. A los 43 años de edad, Richards se metió de lleno en el circuito, ganó un torneo e incluso llegó a ser la número 22 del mundo. Tras colgar la raqueta, regresó a su profesión, la medicina.
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