La historia de María Alejandra
Cuando María Alejandra llegó a Madrid desde Bogotá, hace un año y diez meses, todavía se llamaba Felipe y vestía como chico. Sus compañeros del Master de Arquitectura fueron testigos de la transformación que experimentó los primeros meses. Un día llevaba ropa más ajustada, otro día algo más femenina, otros un atuendo más masculino. Hasta que fue decidiéndose por la ropa de chica y por el maquillaje.
“Yo pensaba que la gente aquí tenía mente más abierta, pero me equivoqué. Mis compañeros se alejaron de mí. ‘Yo soy muy tolerante, pero esto me supera’, me dijo una de ellas”.
María Alejandra vivió en Colombia hasta los 30 años. Desde que tenía 12 esperaba por las noches que sus padres y sus dos hermanos menores se quedaran dormidos para cerrar la puerta de su habitación con cerrojo, probarse los vestidos de su madre y de la mujer de la limpieza y quedarse largo rato mirando su imagen en el espejo, hasta alcanzar un estado de relajación que era lo más cercano a la paz interior.
“Un día le conté a mi madre que usaba sujetador y se molestó, me dijo que qué pretendía sujetar. Y me sentí muy decepcionada. Yo lo que buscaba era esa complicidad de madre hija y encontré su rechazo”.
Al igual que Abril y Rosario, María Alejandra no se sentía cómoda siendo un chico. “Yo me quedaba mucho tiempo encerrada. No me sentía lo suficiente hombre como para que una chica se fijara en mí. Siempre fui muy delicada. He pasado 32 años de abstinencia. Estoy con una bomba, recién este año lo he probado, he tenido relaciones sexuales con una chica a la que le pregunté si se liaría con una chica trans y me dijo que sí. Fue una sola noche. Mi fallo fue no saber cómo darle placer. Pero desde que lo probé, sólo quiero más”.
María Alejandra colabora en diversas asociaciones LGTB, sale los fines de semana por sitios de ambiente, conversa con chicas, tiene amigas pero cree que las lesbianas en general tienen la concepción de que las mujeres transexuales suelen ser heterosexuales y no homosexuales. Piensa que no le dan una oportunidad, ni siquiera para conocerla mejor. “En los sitios las chicas pasan de mí. Estoy segura que todas las del Planet, del Fulanita, del Escape y del Trucco piensan que soy un hombre vestido de mujer. No me aceptan. Las hormonas me ayudarán a tener una apariencia más femenina pero no me saldrá más pelo donde no lo tengo. Y tengo más entradas que una autopista. Me raya mucho eso. Porque antes usaba peluca, pero si una chica me acariciaba el pelo se llevaba la peluca en su mano. Por eso ahora no me gusta sacarme el gorro”.
Ni siquiera en las asociaciones LGTB en las que colabora, María Alejandra se siente aceptada como una lesbiana normal. “Me da miedo porque las chicas no ven en mi una chica lo suficientemente femenina. Entonces sólo me pregunto ¿cuál será el canon de belleza de las chicas lesbianas? Y aunque es tan subjetivo, me da mucho miedo no cumplirlo”
En junio salió con una chica lesbiana. “Era muy poco visible, tenía miedo de que nos vieran en la calle, y la gente pensaran que estaba con un travesti”.
María Alejandra está en el paro. Sabe que si no encuentra trabajo tendrá que regresar a Colombia y que no podrá hacerlo como chica. “Sería retroceder, pero en Colombia no podría estar así, en transición. Por mi familia, por la sociedad y porque nadie me daría trabajo. Lo único que me quedaría sería ser chico, juntar dinero y volver a España y operarme. Me da miedo que eso pase. Lo que sueño es volver a Colombia como una mujer, casada con otra mujer y un hijo. Nuestro hijo”.
1 comentario:
hola y donde esta el porno? quiero ver travas con el culo bien abierto
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