“Es lo típico, intentan hacerte daño, te llaman mariquita”.
Mauricio tiene 25 años y vive en el cerro concepción. Ya comenzó el tratamiento de hormonas que iniciaron el proceso de transformación en su cuerpo. Su intención es operarse en un futuro próximo. Dejará de ser Mauricio “el mariquita”, ahora quiere comenzar una nueva vida, llamándose María José “la mujer”.
A temprana edad se dio cuenta que se sentía una niña, a pesar que racionalmente sabía que era un niño. Mauricio desde que tiene uso de razón siente que tiene su lado femenino más desarrollado que lo normal. A él nunca le gustaron los juegos de hombres pero se sentía cómodo con actividades femeninas. "Le sacaba las muñecas a mi hermana sin que ella se diera cuenta y cuando mi papá me veía yo jugaba a la pelota para que se sintiera orgulloso, en el fondo era como estar actuando".
Pero hubo un momento clave en su vida en el que se dio cuenta de su condición. Cuando era pequeño todos los fines de semana él viajaba a ver a sus abuelos junto a su mamá y a su hermana, sin embargo en una ocasión sucedió algo que lo dejo perplejo, cuando el asistente del bus pasó a cobrar los boletos, algo le sucedió, fue exactamente cuándo lo miró a los ojos y se dio cuenta que algo le ocurría. "Sentí una sensación muy rara, me puse nervioso, fue una emoción, algo difícil de explicar, fue como si hubiese sentido una explosión en el pecho, inmediatamente supe que era porque me había gustado y que me atraía como hombre".
En su interior ella siempre ha sabido realmente quién era, por ende decidió transformar su exterior en interior. “La transformación, previa autorización del siquiatra, tiene una duración de casi tres años. He ido haciendo las cosas poco a poco, para que también todos fueran adaptándose a mi cambio. Un día los aros, otro los zapatos, y así. Algunos amigos me llaman Mary José, desde hace algún tiempo. Los que ahora son de mi círculo más cercano obviamente. Pero los otros, los que me conocen desde la infancia me siguen llamando Mauricio. No me importa. Entiendo quizá hasta ahora les resulte difícil”.
María José no ha tenido tantos problemas en su entorno como otros transexuales. Creció en un cuerpo de niño, pero se comportaba como una niña y solo le gustaba estar entre chicas, y no porque le atrajeran. “A los 15 años se lo dije a mis amigos y también lo conté en casa y se lo tomaron muy bien. Menos el mayor de mis tres hermanos, al que al principio le costó mucho aceptar mi realidad, pero que ahora me apoya en todo. El rechazo creo que se debe a la desinformación que existe en la sociedad y a la imagen tan negativa que se ha dado siempre del transexual”. En general asegura que no puede quejarse, ya que sus cercanos siempre lo han seguido queriendo por lo que vale como persona “siempre ha sido bueno, aunque hay gente intolerante y con eso se pasa mal. Es lo típico, intentan hacerte daño, te llaman mariquita”.
Todo podría decirse que marchaba bien en la vida de Mauricio, pero faltaba algo. Faltaba concretar la vida de María José. Aquí fue donde llegaron los problemas. Han sido varios años de lucha desde que a fines del 2007 acudió a su médico de cabecera para contarle su situación y su intención de cambiar radicalmente su aspecto físico más íntimo. “Fueron pasándose la pelota unos a otros hasta que llegué al endocrino”. Al final todo se solucionó y María José empezó el obligatorio y largo proceso por el que tienen que pasar todos los transexuales; primero tomar hormonas femeninas y después operarse. “Me dará cambios físicos visibles, básicamente redistribución de la grasa corporal, se acentúa la cintura, se desarrollan las caderas, se desarrollan los senos y la cara cambia los rasgos tornándose más femenina, luego puedo pensar en la operación que es más radical para cambiar mi sexo”. Aunque está consciente que no serán nada sencillo los procedimientos médicos y quirúrgicos para lograr la armonía entre su cuerpo y mente. “Di muchas vueltas antes decidir que me operaría, pero no por miedo, sino por cómo reaccionarían los demás. Seamos realistas, cuando cambias de sexo te aceptan si eres divina, si quedas muy guapa, o sí no hay problemas, pero si tienes un poquito de barba, por ejemplo, te discriminan y eso es muy injusto”.
Una de las cosas que más le preocupaban era no tener que depender de nadie económicamente. “Estoy estudiando y voy a montar mi negocio. Hay muchos transexuales que se dedican al sexo porque encuentran muchas dificultades para acceder a un empleo. La gente no sabe hasta qué punto es difícil. A mí, por ejemplo, no me han aceptado en tres institutos. Actualmente soy peluquera, pero no me basta, quiero ser esteticista integral”.
(Tomado de Blog: peridismohenríquez)
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