Los datos son de la delegación sanjuanina de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero. La líder de la organización reveló que abundan las consultas. Por Natalia Caballero.
Por Natalia Caballero“Cuando tenía 14 años yo me inyecté aceite industrial para tener pechos”, confesó Verónica Araya, líder de la delegación local de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero. La mujer contó que aunque no llevan una planilla de estadísticas, son muchas las consultas que han recibido en la organización de jóvenes que se han inyectado y que han sufrido las consecuencias de estos procedimientos clandestinos.
Araya contó como es el peligroso procedimiento. Uno de los primeros deseos de los travestis es tener senos. Una cirugía plástica en una clínica cuesta entre $15.000 y $20.000. Como muchos no pueden pagar estos montos, acuden a la colocación de inyecciones de aceite industrial, que es la misma que se usa para lubricar máquinas de coser y para hacer velas.
Generalmente una compañera aplica la sustancia debajo de las tetillas y en algunos casos, en la cola. Al tratarse de un líquido, se va corriendo adentro del cuerpo. Por eso muchas travestis usan corpiños con apretadas tiras que se llaman rieles para que la falsa silicona se quede donde corresponde y simule unos buenos pechos.
La aplicación de aceite industrial es corriente dentro del mundo de los travestis. Lamentablemente, la sustancia nunca es reabsorbida por el cuerpo. Como consecuencia del uso del líquido se pueden producir malformaciones y hasta una embolia pulmonar masiva que puede desencadenar en la muerte de la transexual.
“Es un intento desesperado por ser mujer. Muchas chicas no saben qué hacer para lucir como mujeres, como el género con el que se sienten identificadas y recurren a este tipo de procedimientos peligrosos”, contó Verónica Araya, delegada cuyana de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgénero del país.
La mayor parte de los travestis que recurren a la inyección de aceite industrial tiene entre 15 y 20 años, según indicó Araya. Además de usar la sustancia por una necesidad psicológica de lucir más femenina, muchas también recurren a su utilización porque al trabajar en la calle como prostitutas la clientela les demanda tener un escote más pronunciado.
La otra estrategia usada es la ingesta de cócteles de anticonceptivos femeninos. La “hormonización” logra que en cinco meses se redistribuya la grasa corporal y se asiente en la cola y en el busto. Por eso, después de un tiempo las travestis notan un crecimiento de los pechos.
Pero la toma de pastillas sin la prescripción médica suele provocar úlceras, gastritis y hasta problemas en el hígado. Es que no es un solo anticonceptivo el que ingiere sino que son cócteles que llegan a estar compuestos por entre 4 y 10 píldoras.
“Son muy pocas las chicas que van a un médico para hormonizarse. Cuando van al médico es porque están enfermas”, agregó Araya. La mujer agrega un dato alarmante: la esperanza de vida de un transexual en Argentina es de apenas 34 años. El HIV es la principal causa de muerte y en segundo lugar, las cirugías clandestinas.
La agrupación que lidera Verónica busca asesorar a las chicas para que el proceso de transformación sea controlado por profesionales de la salud. La generación de conciencia es el único camino para poder prevenir consecuencias que lamentar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario