jueves, 25 de septiembre de 2014

Puerto Rico. Identidades Invisibles (Sexta Parte) Transfobia en la comunidad gay

Por Marcos Billy Guzmán / marcos.guzman@gfrmedia.com

Activistas transexuales y transgénero han tenido un rol trascendental en el movimiento de liberación gay. (wandaliz.vega@gfrmedia.com)
(Esta historia es la sexta parte de “Identidades invisibles”, serie de ELNUEVODIA.COM sobre la lucha de la comunidad transexual y transgénero).

Aníbal Santos vive sin temor a decir que es gay. Cuenta que su familia adora a su pareja, con quien comparte una casa, un perrito llamado Minti y planes para adoptar a dos niños. Critica que todavía haya un estigma contra los homosexuales, pero celebra que hoy no tiene que esconder sus sentimientos para sobrevivir en un “mundo prejuiciado”.

Pero Aníbal es de los que insiste en desligarse de las siglas ‘LGBTT’ porque, desde su perspectiva, las personas transexuales y transgénero -representadas por dichas letras ‘T’- “sólo ridiculizan a la comunidad lésbica, gay y bisexual”.

¿Por qué piensa así?

“No me representan”, insiste. “Yo no quiero ser mujer. Yo sólo siento atracción física y sexual hacia hombres. Amo a un hombre. Creo que los homosexuales son amenazados en la sociedad por la ridiculez de gente que quiere ser lo que no es y que quiere verse como no debe”, comenta el puertorriqueño de 31 años.

Ante posturas como esa, una interrogante inevitable queda sobre el tapete: ¿cómo es posible celebrar una supuesta reducción de prejuicio y ser prejuiciado a la misma vez?

Cuando se nubla el pasado

La transfobia dentro de la comunidad gay “es enorme, increíble y bastante común”, considera Jaime Santana, integrante del comité coordinador de la Parada de Orgullo LGBTT de Puerto Rico.

Lamenta el hecho de que “muchos homosexuales se sienten humillados y ofendidos” por la mera presencia de un sujeto transgénero. De hecho, sin siquiera ser transexual, como transformista (persona que imita el sexo opuesto con propósito artístico), el intérprete del personaje Jaimey Sunflower dice que casi todo el rechazo que recibe llega por parte del mismo sector de la población que defiende y por el cual lucha para alcanzar la equidad.

Esta realidad, según Santana, responde -en parte- al machismo que puede predominar en la crianza de muchos en sociedades conservadoras como Puerto Rico. “Hay demasiado prejuicio en contra de lo que puede verse femenino”, manifiesta.

En ocasiones, dicho panorama parece pesar más que la propia historia, que refleja cómo mujeres y hombres transexuales tuvieron un rol significativo para que hoy, por ejemplo, ciudadanos del mismo sexo puedan casarse en distintas partes de Estados Unidos. Hace 45 años, personas transgénero -como la activista de origen boricua Sylvia Rivera- asumieron un liderazgo trascendental en los motines de Stonewall, considerado el evento más importante en el movimiento de liberación gay en la nación norteamericana.

En una investigación publicada en el 2013, la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Interex (ILGA) informó que la homosexualidad es ilegal en 76 países alrededor del mundo. Aun así, desde la esfera legal en naciones como Estados Unidos, lo cierto es que hay más derechos y protecciones para la gente por su orientación sexual que por su identidad de género.

Según la Asociación Estadounidense de Psicología, los sujetos transgénero también están más expuestos a situaciones de violencia, acoso y abuso sexual. En países como Nigeria, Uganda, Afganistán y Jamaica, su supervivencia es casi imposible por culpa de las leyes establecidas y del discrimen.

Componen el 1.5% de la población mundial, pero son 400 veces más probables a ser agredidos o asesinados que el resto de la gente, según el Trans Violence Tracking Portal. El año pasado, al menos 238 murieron en diversas naciones por medio de golpiza, estrangulamiento, lapidación, apuñalamiento, heridas de bala y decapitación, indicó el Transgender Day of Remembrance (TDOR).

¿Frontera sin escape?

A pesar de esas cifras, la transfobia existe entre las personas homosexuales y, para el historiador Javier Laureano, esto refleja cómo se ha ido construyendo socialmente una imagen idealizada de la comunidad gay.

“Existe la homonormatividad, que es igual de implacable en términos de la visión del mundo. Se piensa en los dos varones o las dos mujeres con su casa, sus mascotas y sus hijos adoptados. Lo transgénero implica una desviación de esa norma que se ha ido estableciendo”, expone.

Dado a que la orientación sexual no es lo mismo que la identidad de género, no debe sorprender que individuos homosexuales, lesbianas y bisexuales tengan algún tipo de dificultad entendiendo las necesidades específicas de alguien transexual. Tampoco se debe perder de perspectiva que en el mundo predominan leyes y culturas que funcionan bajo el binario de ‘masculino’ y ‘femenino’. Esto termina presentando una frontera que -para muchos- resulta difícil de romper, incluso para individuos que son gay.

“Lo transgénero es un área gris fronteriza. Quebranta el sistema binario, que es una ficción en la que se ha construido nuestra sociedad. El mundo es ‘hombre’ o ‘mujer’. Vivimos con la noción de que no hay hibridez. Todo tipo de manifestación que intente, de alguna forma, escapar de eso será condenado y perseguido”, menciona Laureano, cuya tesis doctoral gira en torno a la creación y el desarrollo de la cultura gay urbana en San Juan.

“Tiró la toalla”

El camino que termina en la transfobia dentro de la comunidad gay ha tenido un desarrollo complejo, apunta Frances Negrón-Muntaner, investigadora, profesora y directora del Media and Idea Lab de la Universidad de Columbia.

En una mirada amplia, la académica nota que, para algunos homosexuales y lesbianas, los individuos trans -sobre todo aquellos que no son de clase media y blancos- “ponen en entredicho que los gays son como ‘todos los demás’ ”.

“Si durante los años 70, muchos en el movimiento LGBT cuestionaban la familia tradicional, la monogamia y el Estado, ahora la mayoría aboga por el matrimonio, la reproducción y la participación militar”, explica, aunque recalcando que todavía existen corrientes liberales y conservadoras dentro de esa lucha.

Quizás por ese cambio de filosofía, según Negrón-Muntaner, la corriente principal gay “tiró la toalla con respecto a ciertas luchas y estas fueron recogidas y desarrolladas por otros movimientos como el trans”.

¿Cuál es la meta de esa llamada revolución transgénero?

“La idea fundamental es que no sólo debe ser posible que cualquier persona pueda escoger cómo quiere identificarse, sino que cada uno debe poder imaginar, vestir y proyectar su cuerpo como quiera, sin identificarse con un género específico y sin convertirse en objeto de violencia. Es parte de un proyecto amplio de libertad”, sostiene la directora del cortometraje “Small City, Big Change”.

Desprenderse de una vida fragmentada por géneros es casi imposible. Adentrarse en el rompecabezas de complejidas que caracteriza a los distintos grupos e individuos de la sociedad puede ser muy enredado. Sin embargo, entre tantas divisiones y significados, algo sí queda muy claro: ser y sentirse libre es pieza clave de la dignidad humana.


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