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Los hombres que tratan de cambiarse de sexo sufren una brutal persecución en Malasia
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Muchos transexuales se han visto obligados a huir y pedir asilo en el extranjero
La transexual malaya Fatine McQueen, refugiada en Inglaterra.
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transexuales de Malasia podían cambiar de sexo en su propio país o cómo las mismas autoridades solían "subvencionar" las asociaciones de ese colectivo.
"Las operaciones las hacían doctores musulmanes y no era ningún problema", afirma a través del teléfono desde Kuala Lumpur.
Nada extraño en una nación donde las llamadas 'Mak Nyah' son una figura enraizada en las tradiciones locales, donde suelen participar en la organización de bodas.
Sin embargo, en 1983 el Consejo Nacional Malayo de Fatuas emitió un edicto religioso en el que prohibió esas intervenciones quirúrgicas confirmando el giro que estaba experimentando un Estado donde los musulmanes son un 60% de la población.
"A partir de ahí, la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) se convirtió en objetivo político", dice Ayub.
Bajo la égida ininterrumpida de la Organización Nacional para la Unidad Malaya (Unmo) y sus aliados, Malasia ha asistido una progresiva expansión de la influencia de la religión mayoritaria en el escenario político precisamente desde la década de los 80.
"Algunos políticos comenzaron a usar al islam como herramienta para ganar votos y a promover el discurso del odio contra los transexuales", añade Nisha.
Ayub es una de las principales impulsoras de la batalla legal que mantienen cuatro transexuales malayas desde el 2011 para intentar declarar anticonstitucional la normativa de la 'sharia' que considera ilegal que un "hombre" se exhiba "con la vestimenta de una mujer o se haga pasar por mujer".
Una pugna en la que han sufrido varios revolcones legales ante los que han recurrido y cuya suerte se volverá a decidir el 7 de noviembre ante el Tribunal de Apelación.
El pasado 9 de junio, las fuerzas de seguridad malayas arrestaron a 16 transexuales que participaban en una boda en un domicilio privado. Una de las detenidas fue golpeada y todas acabaron en una prisión masculina durante siete días, donde además les raparon la cabeza, una práctica común que las inculpadas aseguran que se utiliza para reafirmar la negativa a admitir su sexo.
"No estamos desafiando al islam. Muchas transexuales son musulmanas que siguen practicando su religión. Esa ley es una violación de los derechos básicos de cualquier ciudadano malayo", asegura la activista.
La pelea judicial del cuarteto es tan sólo un reflejo de la compleja situación que enfrenta este colectivo, como denunció hoy la organización Human Right Watch en un informe llamado "Tengo miedo de ser una mujer".
La investigación de HRW ha confirmado la multiplicación de las detenciones de transexuales en la mayoría de las regiones malayas, incluso en fiestas o reuniones privadas, algo que no penaliza la 'sharia'.
"Desde el momento que un transexual sale de su casa, o se sienta en un restaurante para comer, la pueden arrestar", especificó a la ONG el abogado Aston Paiva, que representa a las protagonistas del caso jurídico contra la ley islámica.
Cinco detenciones desde 2002
Aisah, una transexual de 33 años, narró como había sido detenida en cinco ocasiones desde el 2002, en una ocasión en una 'razzia' masiva en la que los funcionarios del Departamento Religioso llegaron a arrestar a 79 de ellas en una discoteca.
"Las pueden detener por el simple hecho de tener senos incluso aunque no vayan vestidas de mujeres, que es lo que especifica la ley", relató a este periódico Boris Dittrich, uno de los responsables de la sección de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de HRW.
Dittrich denuncia una coyuntura en la que los transexuales sufren un continuo "acoso". "Hemos llegado al punto en el que algunos doctores no quieren tocar a un transexual porque piensan que tienen una enfermedad contagiosa", puntualiza.
La ONG ha documentado repetidos abusos de los miembros del DRI contra estas personas, entre los que se cuentan extorsiones, asaltos físicos y sexuales.
Una de las víctimas citadas por el informe, Victoria, aseguró que los funcionarios la habían obligado a "desnudarse" después de que uno de ellos le "exprimiera" los senos.
"Uno de ellos agarró una porra y comenzó a hurgarme en los genitales. Todos estaban mirando. Los hombres (del DRI) y las mujeres. Me sacaron fotos desnuda", afirmó.
En muchos casos, las detenidas son sometidas a sesiones de "asesoramiento" sobre "como ser un hombre". En otros son condenadas a penas de prisión que pueden llegar a ser hasta de cuatro años -según HRW-, que la mayor parte de las veces tienen que cumplir en prisiones masculinas.
Erina, por ejemplo, estuvo en una de esas cárceles sólo para hombres desde 1998 al 2000, y allí tuvo que someterse a la salvajada de "mantener sexo sin preservativos" dos veces a la semana con el mismo guardián que custodiaba su celda. "Me quejé pero nadie hizo nada", manifestó.
Para Yuki Viv Choe, una conocida blogera transexual, esta discriminación sistemática es una de las causas principales de que la mayor parte de ese colectivo tenga que recurrir a la prostitución como medio para ganarse la vida.
"Algunas fuentes estiman que más del 80% de las transexuales trabaja en la industria del sexo porque las leyes las equiparan con criminales y las satanizan", opinó Choe, en una conversación a través del e-mail.
La también artista y activista en favor de los derechos de su comunidad alerta de que ya hay "muchos casos" de transexuales que se han visto obligadas a huir del país y pedir asilo en el extranjero, incluidos casos tan mediáticos como el de Fatine McQueen, que consiguió refugio en Inglaterra tras casarse con un británico.
Nisha Ayub rememora cómo antes de la década de los 80 las "Las operaciones las hacían doctores musulmanes y no era ningún problema", afirma a través del teléfono desde Kuala Lumpur.
Nada extraño en una nación donde las llamadas 'Mak Nyah' son una figura enraizada en las tradiciones locales, donde suelen participar en la organización de bodas.
Sin embargo, en 1983 el Consejo Nacional Malayo de Fatuas emitió un edicto religioso en el que prohibió esas intervenciones quirúrgicas confirmando el giro que estaba experimentando un Estado donde los musulmanes son un 60% de la población.
"A partir de ahí, la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) se convirtió en objetivo político", dice Ayub.
Bajo la égida ininterrumpida de la Organización Nacional para la Unidad Malaya (Unmo) y sus aliados, Malasia ha asistido una progresiva expansión de la influencia de la religión mayoritaria en el escenario político precisamente desde la década de los 80.
Religión para ganar votos
Entre 1985 y el 2012, los 13 estados y tres territorios federales que constituyen el país adoptaron la 'sharia' (ley islámica) como complemento de la legislación secular."Algunos políticos comenzaron a usar al islam como herramienta para ganar votos y a promover el discurso del odio contra los transexuales", añade Nisha.
Ayub es una de las principales impulsoras de la batalla legal que mantienen cuatro transexuales malayas desde el 2011 para intentar declarar anticonstitucional la normativa de la 'sharia' que considera ilegal que un "hombre" se exhiba "con la vestimenta de una mujer o se haga pasar por mujer".
Una pugna en la que han sufrido varios revolcones legales ante los que han recurrido y cuya suerte se volverá a decidir el 7 de noviembre ante el Tribunal de Apelación.
El pasado 9 de junio, las fuerzas de seguridad malayas arrestaron a 16 transexuales que participaban en una boda en un domicilio privado. Una de las detenidas fue golpeada y todas acabaron en una prisión masculina durante siete días, donde además les raparon la cabeza, una práctica común que las inculpadas aseguran que se utiliza para reafirmar la negativa a admitir su sexo.
"No estamos desafiando al islam. Muchas transexuales son musulmanas que siguen practicando su religión. Esa ley es una violación de los derechos básicos de cualquier ciudadano malayo", asegura la activista.
La pelea judicial del cuarteto es tan sólo un reflejo de la compleja situación que enfrenta este colectivo, como denunció hoy la organización Human Right Watch en un informe llamado "Tengo miedo de ser una mujer".
La investigación de HRW ha confirmado la multiplicación de las detenciones de transexuales en la mayoría de las regiones malayas, incluso en fiestas o reuniones privadas, algo que no penaliza la 'sharia'.
"Desde el momento que un transexual sale de su casa, o se sienta en un restaurante para comer, la pueden arrestar", especificó a la ONG el abogado Aston Paiva, que representa a las protagonistas del caso jurídico contra la ley islámica.
Cinco detenciones desde 2002
Aisah, una transexual de 33 años, narró como había sido detenida en cinco ocasiones desde el 2002, en una ocasión en una 'razzia' masiva en la que los funcionarios del Departamento Religioso llegaron a arrestar a 79 de ellas en una discoteca.
"Las pueden detener por el simple hecho de tener senos incluso aunque no vayan vestidas de mujeres, que es lo que especifica la ley", relató a este periódico Boris Dittrich, uno de los responsables de la sección de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales de HRW.
Dittrich denuncia una coyuntura en la que los transexuales sufren un continuo "acoso". "Hemos llegado al punto en el que algunos doctores no quieren tocar a un transexual porque piensan que tienen una enfermedad contagiosa", puntualiza.
La ONG ha documentado repetidos abusos de los miembros del DRI contra estas personas, entre los que se cuentan extorsiones, asaltos físicos y sexuales.
Una de las víctimas citadas por el informe, Victoria, aseguró que los funcionarios la habían obligado a "desnudarse" después de que uno de ellos le "exprimiera" los senos.
"Uno de ellos agarró una porra y comenzó a hurgarme en los genitales. Todos estaban mirando. Los hombres (del DRI) y las mujeres. Me sacaron fotos desnuda", afirmó.
En muchos casos, las detenidas son sometidas a sesiones de "asesoramiento" sobre "como ser un hombre". En otros son condenadas a penas de prisión que pueden llegar a ser hasta de cuatro años -según HRW-, que la mayor parte de las veces tienen que cumplir en prisiones masculinas.
Erina, por ejemplo, estuvo en una de esas cárceles sólo para hombres desde 1998 al 2000, y allí tuvo que someterse a la salvajada de "mantener sexo sin preservativos" dos veces a la semana con el mismo guardián que custodiaba su celda. "Me quejé pero nadie hizo nada", manifestó.
Para Yuki Viv Choe, una conocida blogera transexual, esta discriminación sistemática es una de las causas principales de que la mayor parte de ese colectivo tenga que recurrir a la prostitución como medio para ganarse la vida.
"Algunas fuentes estiman que más del 80% de las transexuales trabaja en la industria del sexo porque las leyes las equiparan con criminales y las satanizan", opinó Choe, en una conversación a través del e-mail.
La también artista y activista en favor de los derechos de su comunidad alerta de que ya hay "muchos casos" de transexuales que se han visto obligadas a huir del país y pedir asilo en el extranjero, incluidos casos tan mediáticos como el de Fatine McQueen, que consiguió refugio en Inglaterra tras casarse con un británico.
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