El equipo de psicobiología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) realiza unas investigaciones pioneras a partir de técnicas de neuroimagen en personas transexuales antes de iniciar el tratamiento hormonal y quirúrgico para cambiar de sexo. Los resultados revelan que sentirse en desacuerdo con el sexo de nacimiento y el género asignado es lo que empuja a las personas transexuales a la reasignación de sexo.
Un estudio liderado por Antonio Guillamón, doctor en Medicina y catedrático en Psicobiología de la UNED, analiza la microestructura de la materia blanca del cerebro a través de las imágenes generadas en el laboratorio de neuroimagen de Carme Junqué, profesora de la Universidad de Barcelona y coautora de estos estudios.
Tras el análisis de estas imágenes han demostrado que fascículos cerebrales (fibras nerviosas que unen regiones del cerebro, formadas por los axones de las neuronas) implicados en funciones cognitivas y emocionales están masculinizados en las mujeres que desean cambiar a hombres. Por el contrario, hay una tendencia a la feminización de estas conexiones cerebrales en los hombres que desean cambiar a mujeres.
Es interesante destacar que estos hallazgos se han realizado en personas transexuales antes de que iniciasen el tratamiento hormonal y quirúrgico para cambiar de sexo. Según los autores, parece que en el cerebro de las personas transexuales, a diferencia de lo que ocurre en el resto del cuerpo, se han producido cambios que son acordes con el género al que desean pertenecer. Sentirse en desacuerdo con el sexo de nacimiento y el género asignado es lo que empuja a las personas transexuales a la reasignación de sexo.
¿Qué se entiende por dimorfismo sexual?
Antonio Guillamón parte, en sus investigaciones, de una perspectiva doble: primero la de profundizar en los mecanismos del dimorfismo sexual del cerebro y de la conducta y, segundo, conseguir a partir de ello clarificar qué variables cerebrales controlan la identidad y la orientación sexual. Por dimorfismo sexual se entienden las diferencias intra-especie entre dos tipos de individuos etiquetados como machos, por un lado, y hembras, por otro. Existen numerosos estudios, especialmente desde la psicobiología, que se centran en la búsqueda de áreas anatómicas y pautas de comportamiento que difieren en función del sexo así entendido.
El equipo de Guillamón, ya en los años noventa, señaló en una serie de investigaciones con diferentes tipos de mamíferos (principalmente roedores y conejos) dimorfismo sexual en el cerebro olfatorio que está relacionado con la conducta sexual. Posteriormente, utilizando técnicas de neuroimagen, el equipo de investigación de la UNED, demostró que también los hombres y las mujeres presentaban dimorfismo sexual en el sistema olfatorio. Estas investigaciones han funcionado como caldo de cultivo de los estudios que hoy presentan en torno al dimorfismo sexual y la transexualidad en una serie de fascículos cerebrales en humanos.
Para este estudio se han analizado una serie de fascículos (fibras) cerebrales encargadas de conectar regiones de la corteza cerebral implicadas en conductas emocionales y cognitivas complejas. Las neuroimágenes de un cierto número de personas diagnosticadas con disforia de identidad de género han sido comparadas con grupos de hombres y mujeres sin disforia.
Este trabajo supone una novedad al estudiar por primera vez con técnicas de neuroimagen que miden la microestructura de la sustancia blanca los fascículos cerebrales de personas transexuales. Ello supone un avance muy importante porque hasta ahora los trabajos se habían centrado en estudiar cerebros post mortem de personas transexuales ya tratadas hormonal y quirúrgicamente. Por tanto, los cambios cerebrales que se habían comunicado no se sabía si eran producidos por los tratamientos hormonales o inherentes al cerebro de las personas transexuales. Las técnicas de neuroimagen permiten estudiar a personas vivas y antes del tratamiento.
Es, también, uno de los primeros estudios dentro de la psicobiología que estudia en profundidad a transexuales de mujeres a hombre. Anteriormente, la mayoría de los estudios, neuropsicológicos y anatómicos post mortem, solo se habían fijado en transexuales de hombre a mujer. El propio Guillamón recalca la importancia de un análisis separado de los dos tipos de personas transexuales y del reconocimiento de la diferencia de los procesos de transición para unos y para otros, por lo que la igual atención a hombres y mujeres transexuales en estos estudios resulta algo digno de mención.
¿Qué se entiende por transexualidad?
Antonio Guillamón define transexualidad, dentro de los parámetros marcados por el DSM-IV-TR, como “una forma extrema del trastorno de la identidad de género que se caracteriza por un disconfort con el género asignado al nacer y un deseo persistente de re-asignación de género por medio de tratamientos hormonales y quirúrgicos”. A su vez, define la identidad de género como “el modo en que uno se siente: mujer u hombre” y el sexo biológico como “compuesto por la dotación cromosómica, las gónadas y los caracteres sexuales secundarios”.
De acuerdo a estas definiciones de base, las personas que voluntariamente participaron en el estudio fueron contactadas en la Unidad de Identidad de Género del Hospital Clinic de Barcelona que coordina la doctora Gómez-Gil coautora de estos trabajos. En este ámbito se seleccionaron los grupos participantes -a los cuales los investigadores reiteran tanto en sus artículos como en la entrevista el agradecimiento por la colaboración- y sus imágenes cerebrales fueron comparadas con aquellas realizadas a los grupos de control (definidos como hombres y mujeres sin disforia de género).
Estos trabajos muestran la masculinización o feminización del cerebro de las personas transexuales de acuerdo con el género al que desean pertenecer y no con el de su sexo biológico. Sin embargo, se desconoce la causa y el momento del desarrollo en el que se produce esa diferenciación sexual del cerebro dado que la formación de estos fascículos cerebrales comienza dentro del útero de la madre y se continúa desarrollando hasta los treinta años.
Los resultados de los estudios del equipo del doctor Guillamón abren muchas puertas a futuras investigaciones y son importantes no solo para comprender la transexualidad sino para entender las conexiones cerebrales que soportan la identidad sexual. La identidad sexual, sentirse hombre o mujer, es esencial para la auto percepción de la persona y la organización de la sociedad.
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