A esa edad, entendió que era mujer, pero nació hombre.
Por eso lloró frente al espejo más de una vez. No entendía por qué Dios no lo hizo niña.
Hace casi tres meses, luego de un largo proceso legal, logró convertirse en Analía Cristel Bravo.
Cambió todos sus documentos, desde la cédula hasta el acta de
grado, y hoy se convierte en la primera mujer trans en graduarse como médico en
Ecuador.
“Las personas que son diferentes realizan grandes cambios en el
mundo”, dice con seguridad Analía, sin pestañear sus ojos verdes.
-¿Son lentes de contacto?
-No. Lo único que no es mío es la nariz.
Hace unos meses se hizo la cirugía plástica.
Para completar su proceso de transformarse en mujer, tiene
planificado realizarse un implante en los senos el próximo año. Luego
vendrá la última cirugía: la del cambio de sexo.
Especialización. En la vida profesional también
tiene metas claras. Luego de realizar el año como médico rural, irá a
Argentina a especializarse en Cuidados Intensivos Pediátricos.
Su tutora, la pediatra Ibelize Zambrano, le inculcó y enseñó mucho, destacó.
En Argentina también espera encontrar el amor, si es que existe, comenta.
En Manta el amor le ha sido esquivo. Las dos ocasiones que tuvo una relación amorosa le fue mal.
A su primer novio lo cataloga como “el amor de mi vida”. Terminaron
porque él conoció a una chica y se enamoró. Analía dice que tanto lo
amó, que prefirió que sea feliz con ella, pues no le podía negar el
derecho a ser padre.
El segundo es alguien que no merece ser recordado. Era de Calceta y la enamoró con mentiras. Tenía novia. Desde allí en adelante no volvió a creer en el amor.
Sin embargo, no le faltan pretendientes.
Es que a futuro se ve casada y con hijos. Podría adoptar o que sean hijos de él a través de un vientre de alquiler, señala.
No le gustan las aventuras, advierte.
“La mentalidad en el país es que los homosexuales son promiscuos
-que les gusta tener varias relaciones amorosas y sexuales-, que dan
dinero o que son objetos sexuales. Eso no siempre es así. En mi caso
cuido mi reputación personal y profesional”, añade.
Una llamada de su mamá interrumpe. “La rural la haré en Manta, ya
voy para la casa y te cuento”, le dice Analía con su voz femenina.
La rural. Es que ayer en Portoviejo se hizo el sorteo para conocer dónde realizarán la rural los nuevos médicos.
Analía se graduó con 9,39 puntos sobre 10. Fue el segundo mejor promedio entre 108 médicos, dijo.
Su deseo era realizar la rural en un hospital, pero por decisión
gubernamental todos los nuevos médicos debían ir a los subcentros de
salud.
Se decidió por el subcentro de la ciudadela 15 de Abril, de Manta.
El internado lo realizó en el hospital del Seguro Social de Manta,
donde dejó muchos amigos por su entrega a la profesión y su forma de
tratar a los pacientes.
El peor recuerdo de discriminación fue cuando le hicieron cortar el
cabello para poder cumplir su papel de médico en el IESS. Lo hizo
porque quería cumplir un buen papel y aún no tenía sus documentos
legalizados, además porque era una disposición y no le gusta desobedecer
a las autoridades.
En la Facultad de Medicina, Analía dice que ser trans no le generó
inconvenientes. Profesores y autoridades valoraron su aptitud
profesional y no su elección sexual.
Hoy en el espejo se refleja una mujer elegante, guapa, educada,
creyente de Dios y amante de su profesión. Es lo que siempre quiso ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario