El 8 de Noviembre será
un día de muchísima expectativa por el cacerolazo pautado contra el
gobierno de Cristina Kirchner. Pero para Carolina Jacky tendrá una carga
de tensión extra: esta abogada mendocina de 60 años, a la que en julio
de 2010 la Justicia le autorizó una “reasignación de sexo” para pasar de
hombre a mujer, recibirá el jueves los resultados del examen escrito
que rindió el 17 de agosto, junto con otros 35 postulantes, para
convertirse en miembro de la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza.
Un órgano judicial estratégico y de fuerte carga política para los
gobiernos nacional y provincial, que tiene cuatro cargos vacantes tras
la remoción de Luis Miret y Otilio Romano luego de que se comprobaran
los vínculos de ambos con la última dictadura militar (ver aparte).
Jacky arrastra una historia personal fuerte: como Jorge, ejerció durante
30 años la profesión de abogado, mantuvo un estudio en sociedad con el
dirigente radical Andrés Chirola Marín durante una década y hasta hizo
una incursión en la política como candidato a gobernador de Mendoza en
1991. Pero cuando había pasado los 50 años, decidió que ya era hora de
sacar afuera “algo que había llevado toda la vida”.
“No fue fácil esto. Yo sentía algo que primero era una fantasía, según
creía. O una locura que tenía en la cabeza. A nadie se le pasó por la
cabeza en mi casa que yo podía caer en esto y fue una sorpresa para
todos, hasta para mí. Cuando llegó internet a mi vida, yo ya estaba en
los 40 largos, investigué y me di cuenta de que lo que yo sentía les
pasaba a otros además”, se confiesa ante UNO.
De allí en más lo que siguió fue un largo proceso, que finalizó en julio
de 2010 con una sentencia judicial de los tribunales de Familia locales
que, tras la intervención del Cuerpo Médico Forense, comprobó la
existencia en Jacky de lo que se denomina “disforia de género”. Es
decir, un desacuerdo entre el sexo biológico y el sexo psicológico.
“La Justicia reconoció, basada en los diagnósticos médicos, mi condición
de mujer, autorizándome la rectificación de todos mis documentos y
también la autorización para someterme a la cirugía de reasignación de
sexo. ¿Si me operé? No, todavía no me hice la cirugía de reasignación de
sexo. Tenía turno para agosto, pero justo coincidió con el examen y
además tuve un problema coronario. Tenía turno para operarme en el
hospital Gutiérrez de La Plata y seguramente lo haré el año próximo”, se
esperanza quien, con mucho humor negro, llama “el muerto” a Jorge, el
dueño de su antigua identidad.
Lo que siguió tras su ratificación como mujer fue la reconstrucción de
su vida, comenzando una lucha por ser aceptada en su profesión y, entre
otras cosas, patrocinar (antes de ser aprobada la Ley de Identidad de
Género) a media docena de mendocinos que ya consiguieron que la Justicia
los reconozca como mujeres. Ese trabajo fue quizá la plataforma para
lanzarse a la aventura de intentar conseguir un lugar en la Justicia
federal.
Un posible guiño K
Hace meses, cuando se hizo el llamado público para cubrir vacantes en la
Cámara de Apelaciones, un alto dirigente mendocino con presencia en el
Consejo de la Magistratura recibió el aliento de la diputada
ultrakirchnerista Diana Conti, la que, interesada por el caso de
Carolina Jacky, soltó el mensaje: “Dígale que cuando llamemos a concurso
no deje de presentarse”.
Una posible designación de Jacky podría convertirse en una importante
bandera para que el kirchnerismo agite su modelo de igualdad de género,
entre otros. Su caso sería único en el país y uno de los pocos en el
mundo, salvo un par de jueces de paz transexuales en Estados Unidos.
Pero para llegar al final del recorrido, la letrada trans debe superar
varios escollos. Uno de los más fuertes es su falta de antecedentes en
el ámbito judicial. Si bien la política juega fuerte a la hora de la
designación de los magistrados, de hecho Cristina Kirchner tendrá la
palabra final, pesan tanto los resultados de los exámenes como los
pergaminos judiciales a la hora de una designación. Pero eso a Jacky
parece no preocuparle. “Recorran los Tribunales Federales y pregunten
por mí. Yo me sorprendo a veces: si fuera por la votación de los
empleados, yo estaría en la Cámara. Me conocen desde hace mucho: los
colegas, los empleados. Sé que no me favorecen mis antecedentes en
cuanto a una carrera judicial, pero desde el punto de vista del
conocimiento del derecho no me siento menos para ocupar el cargo. Tanto
es así que entregué cuatro horas antes que todos el examen”.
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