Emily García, de 25 años, comenzó su transición de género hace
aproximadamente dos años, pero antes de eso se identificaba públicamente
como un hombre, e incluso estaba casado con su novia de secundaria.
A
pesar de la sorpresa que significó su transformación para familiares y
conocidos, García pudo encontrar el apoyo que necesitaba de sus seres
queridos, incluso el de su esposa, quien se convirtió en su mejor amiga.
En la escuela The Art Institute, donde estudia música, García también
ha sido respaldada por los directivos y compañeros de clase, y según
ella, se le ha respetado su identidad de género.
“Comenzaron a llamarme por mi nuevo nombre de inmediato, y a tratarme como a una mujer”, cuenta.
Aunque
pareciera que las comunidades locales están mostrando más aceptación
hacia las personas transgénero, en lo que va del año, a los largo de
Estados Unidos se han venido impulsado una serie de proyectos de ley que
los excluiría de uno de los derechos más básicos: el acceso a los baños
públicos.
En varios estados del país, entre ellos Texas, Kentucky y
Florida, se están gestionando un conjunto de legislaciones conocidas
cómo “Papeles para orinar”; que exigirían a las personas transgénero
mostrar los documentos probatorios de que están en un proceso de
transición de género hormonal o quirúrgico, para que puedan entrar al
baño público correspondiente a su identidad de género. Es decir, que
García no podría usar el baño de mujeres si no presenta primero una
licencia de conducir donde diga que es de sexo femenino.
De ser
aprobada la ley, las personas transgénero que no hayan renovado su
licencia podrían ir a la cárcel por 60 días, o pagar una multa de hasta
$1,000 por entrar al baño del género con el que se identifican.
“Estamos
ante una invasión de nuestras libertades civiles”, dice Arianna Lint,
abogada peruana y directora de los servicios a transgénero de la
organización SunServe. “La comunidad transgénero se enfrenta a terribles
actos de rechazo y violencia a diario, y encima de esto, tendremos que
lidiar con que se nos pida una identificación cada vez que queremos
orinar. Es una violación a nuestra privacidad, es un trato totalmente
indigno”, agrega.
En el caso de Florida, el representante
republicano Frank Artiles es el promotor de la polémica ley HB583, que
está siendo programada para su tercera discusión ante el Comité de la
Cámara de Representantes en Tallahassee, como respuesta a una ordenanza
local aprobada el pasado 2 de diciembre en el condado de Miami-Dade.
Dicha ordenanza prohíbe la discriminación por identidad y expresión de
género.
“Anteriormente las leyes de ese condado sólo especificaban
que era ilegal discriminar a alguien por su orientación sexual, pero no
decía nada de la identidad de género. Son dos cosas diferentes: la
primera es quien te gusta, la segunda es quien eres y como lo
manifiestas. Muchas personas no entienden que una persona transgénero no
necesariamente es gay”, explica Lint.
La ordenanza establece que
es ilegal negarle el acceso a servicios públicos a las personas
transgénero, incluyendo el de los baños; lo que para Artiles, significa
un gran riesgo a la seguridad pública de mujeres y niños.
“Un
depredador podría entrar al baño de mujeres alegando que ese día se
“siente mujer”, y así cometer actos de pedofilia y otras desviaciones
sexuales. Es inaceptable” dijo el Representante a el Nuevo Herald.
Artiles
manifestó que la reforma defiende baños, vestuarios, duchas y cualquier
otro tipo de instalación donde haya una razonable expectativa de
privacidad” y que son designados para “uso sólo de personas del mismo
sexo”.
De cuando y donde orinar
García asegura que desde
que comenzó su transición utiliza los baños de mujeres sin ningún
inconveniente. “Están viendo un problema donde no lo hay” dice. “Jamás
una mujer me ha dicho algo malo en un baño público, al contrario, me
saludan y sonríen. Tal vez al principio de mi transición yo llamaba la
atención, pero nunca he sentido que les cause incomodidad o malestar.
Sólo una persona con fobia a los transgénero se sentiría así”.
García
afirma que para ella sería una amenaza entrar a un baño de hombres.
“Entonces si me sometería a miradas maliciosas, y hasta podría correr
peligro”, dice.
Para Gena Leight Duncan, directora de Inclusión
Transgénero en Equality Florida; el Representante Artiles está creando
un problema mayor. “Esta ley nos margina y le da la idea a la gente de
que hacerlo no sólo está bien, sino que es legal”, dice.
Duncan
puntualiza en el impacto sicológico que tendría la aplicación de la
reforma en una persona transgénero, sobre todo al principio de su
transición y en lugares cómo las escuelas. “Las cifras de abuso físico y
acoso escolar a niños transgénero son muy alarmantes” agrega. “Ellos no
pueden someterse a un tratamiento hormonal o una cirugía invasiva hasta
cierta edad. Así que de ser aprobada la ley, tendrán que vivir con el
miedo de entrar a los baños y convertirse en blanco de bullying”.
Pero
la polémica de los baños públicos llega más allá de complicaciones
psicológicas. La directora de políticas del Centro Nacional para la
Equidad Transgénero (National Transgender Equality), Harper Jean Tobin,
asegura que varias personas transgénero han llegado a su oficina con
problemas médicos debido a que esperan todo el día para ir al baño de
sus casas. “Están aterrados de que algo les pase si entran a los
públicos” dice Tobin.
La abogada también califica a la legislatura de Artiles de “intrascendente e imposible de ejecutar”.
“He
leído el proyecto de ley y está lleno de cláusulas de quien puede
entrar a cierto baño y bajo cuales circunstancias puede hacerlo, es una
idea absurda. Al fin y al cabo se trata de un inodoro, la gente cuando
va a el baño, simplemente va”, dice.
Para Tobin, este tipo de
leyes sólo consiguen gastar el dinero de los contribuyentes en asunto
frívolos y además, terminarían castigando a los negocios que tienen
políticas de no discriminación, sometiéndolos a riesgos de demandas por
parte de sus clientes y empleados.
“No hay una razón real para una
ley así. Los crímenes de los que habla Artiles ya están penalizados.
Además, los depredadores sexuales van a comportarse como tal sin
importar si una ley les dice que pueden o no entrar al baño”, asevera.
Tobin
sostiene que en diferentes estados del país – como Connecticut, Iowa y
Massachusetts – hace varios años es legal que las personas transgénero
vayan al baño del género con que se identifican y “no ha habido reportes
de que alguien se haya aprovechado de esto para violar, acosar o
cometer voyerismo”.
Por su parte García asegura que continuará
usando el baño de mujeres porque “los baños son públicos, y el derecho a
orinar no se le debe negar a nadie”.
“Yo soy quien decido cómo y donde orino” dice.
Siga a Estephani Cano en Twitter en : @EstephaniCano
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