Tener dieciocho años para someterse a una operación de cambio de sexo no es sólo una barrera legal, también es médica. Antes de emprender un camino sin retorno, el paciente debe completar su desarrollo
¿Qué se puede hacer cuando un niño a los cinco años se acuesta cada noche con el único deseo de amanecer como mujer? Los médicos y psicólogos que tratan la transexualidad se enfrentan con casos de chicos y chicas que crecen con la única obsesión de cambiar un cuerpo que les resulta ajeno.
En España las tres unidades de referencia que en la Sanidad pública abordan los trastornos de la identidad de género no realizan operaciones de cambio de sexo antes de los 18 años. La decisión legal que ha permitido al joven catalán operarse antes de la mayoría de edad no coincide con el proceder de la mayoría de los especialistas europeos.
Ni tampoco con las recomendaciones de las sociedades europeas de endocrinología. «Siempre se actúa con la máxima prudencia, cuando el paciente ha completado su desarrollo y tiene definida su identidad sexual. Los datos más progresistas que avalan la intervención temprana indican que sólo un 15-20% de los que se consideraban transexuales resultaron serlo después de la pubertad», explica el endocrino Antonio Becerra, profesor de la Universidad de Alcalá (Madrid) y responsable de la unidad de referencia de la Comunidad de Madrid.
Esperar a los 18 años años no significa no tratar. A los menores que se sienten incómodos con su cuerpo se les ofrecen una castración química, un método hormonal que detiene la pubertad y prepara el cuerpo para la total transformación. «Es una opción reversible que permite a los afectados esperar con más tranquilidad la mayoría de edad. Además, se les atiende psicológicamente a ellos y a sus familias para garantizar su equilibrio. Tenemos casos de chicos de 15 años y han esperado a la mayoría de edad sin problemas», señala el profesor Becerra.
El tratamiento precoz, aunque no sea quirúrgico, reduce el riesgo de sufrir trastornos mentales en un futuro y ayuda a los menores a superar su cambio al sexo opuesto. La reasignación de sexo no es sólo cambiar los genitales y por eso es tan importante que los candidatos pasen numerosos filtros antes de dar el paso final.
Sin urgencia
Psiquiatras, psicólogos, endocrinos y cirujanos plásticos estudian con lupa cada caso antes de moldear definitivamente el cuerpo. Es un camino largo, en el que la cautela es la máxima a seguir. En ese recorrido, algunos pacientes se arrepienten y otros se adaptan a su identidad sin cirugía. «Por eso es tan importante no precipitarse. Creo en la asistencia en la Sanidad pública para estos casos. Las unidades de referencia ofrecen un tratamiento multidisciplinar en todos los casos, con mucha conciencia. Nos sobra vocación y no tenemos ningún interés. Temo que casos como el de Barcelona, tratado en un centro privado, logren un «efecto llamada» y disparen las peticiones de menores.
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