Funciona en Avellaneda desde 2008. El diseñador Martín Churba las está ayudando a crear un producto distintivo. Planean hacer pronto un desfile.
Perfil-. A dos años de su inauguración, la Cooperativa de Trabajo Nadia Echazú, la primera organizada, dirigida y compuesta por travestis y transexuales, no para de crecer. Las diez integrantes originales se convirtieron en sesenta, y Martín Churba, uno de los mejores diseñadores del país, trabaja con ellas para pensar en un producto original que las identifique.
El hilo blanco no deja de correr en la máquina de coser que usa Rosario para terminar su primer guardapolvo. “Quiero que me quede perfecto. Estoy haciendo algunos diseños de vestidos de novia, y aprender a coser me sirvió muchísimo”, dice, mientras no desvía la vista de la costura overlock. Cerca, Leila, cose minuciosamente un estrás tras otro en un gran corpiño. “Quizás me lo pongo para la marcha del orgullo gay”, dice y reflexiona: “Siempre le digo a las chicas que esto no es para ganar plata sino para recuperar la dignidad. Basta de encasillarnos, podemos hacer otras cosas”.
Aprender a montar su propio emprendimiento no fue tarea fácil. El Ministerio de Trabajo financió los cursos de marketing, packaging, informática y moldeado de telas para que aprendan las distintas tareas de la industria textil. “La capacitación es muy importante para las chicas porque después pueden trabajar por su cuenta, es un conocimiento que ya les queda”, explica Lohana Berkins, presidenta de la cooperativa y activista. Tal fue el éxito, que se alentó la creación de otras cuatro cooperativas en el Conurbano, dos textiles, una de peluquería y otra que comenzará a ofrecer servicio de gastronomía.
“Llegan chicas todos los días y no podemos contener a todas –explica Berkins–. Pero nadie se va sin nada, les ofrecemos nuestras herramientas y contactos con otros trabajos.” Además del subsidio estatal, los ingresos por la venta de productos van a un fondo común después de pagar los gastos y descontar la inversión necesaria para materiales, el resto se reparte entre las sesenta integrantes de la cooperativa.
“El fin es sacar a las chicas de la calle, varias ya dejaron la prostitución y eso lo vivimos como un triunfo.
El solo hecho de tener un trabajo formal, con horarios para cumplir, y un clima laboral que respetar hace que nos valoricemos como seres humanos”, asegura orgullosa Norma Gilardi, que coordina la actividad.
El diseñador Martín Churba entra encantado con el taller de costura, examina con ojo crítico los guardapolvos recién terminados y propone: “Podemos agregarles algo de diseño propio. Algunos dibujos en los bolsillos o figuras”. Las chicas trans asienten a cada propuesta del diseñador, lo rodean, le preguntan sobre su trabajo en Europa, le sugieren algún touch original para algunas de las prendas. “Cuando me propusieron trabajar con la cooperativa, me pareció una muy buena idea Estamos iniciando un trabajo creativo en grupo, las chicas tienen muchas ganas de trabajar y de sacar algún producto textil relacionado con la moda. De esta forma podrían tener un acercamiento con la comunidad desde otro lugar al que están situadas en general, debido a su condición y a los prejuicios de la sociedad”, explica Churba. Ellas se apresuran a aclarar “queremos hacer algo que pueda usar cualquier mujer, no un producto que sea ropa exclusiva para travestis”.
Así, una de las primeras “creaciones” sería hacer una remera con el corpiño incluido, pero por fuera, “muy fashion y que marque las lolas”.
“Nos reunimos en mi estudio, ellas traen los prototipos o bosquejos de indumentaria y charlamos sobre la posibilidad de hacerlos. Los cursos que hacen las ayuda mucho para tener más contacto con la materialidad, con lo que se puede llegar a hacer concretamente”, asegura el diseñador.
También cuenta que es muy divertido cuando hacen “prueba de modelos” porque “la cuestión del género está muy viva”. “En algún momento se pensó en hacer un desfile con la ropa de creatividad propia. Pero para eso todavía falta, recién estamos empezando”, agrega Churba, seducido por la idea.
“Nosotras planteamos un modelo y él lo va corrigiendo. Todas las semanas nos reunimos –cuenta Celeste–, es un intercambio constante. Buscamos hacer un producto textil que impacte, y por sobretodo que le guste a todas las mujeres”.
Por ahora, sábanas y delantales
Los productos textiles que desde marzo, después de tres años de preparación y formación en su sede de Avellaneda, ofrece la cooperativa van desde sábanas, chalecos, y algunos bolsos estampados. También hacen guardapolvos para el INTI y buscan extender la venta en escuelas. A través del Ministerio de Desarrollo Social consiguieron las máquinas de coser y por parte de Ministerio de Trabajo los subsidios para la etapa de capacitación, que terminará este año. La producción ya está en marcha. Algunos son pedidos concretos, como el vestido de 15 que diseña Leila o una serie de chalecos que preparan en serie para la marcha del orgullo gay. Pero el objetivo primario es la confección de sábanas, que tienen una singularidad: un filete, una puntilla, unos colores provocativos para la ropa de cama. Los precios son accesibles (entre 50 y 70 pesos según el tamaño de las sábanas) y venden por menor y por mayor. “Ofrecemos los productos por Internet, también hacemos campañas. Es nuestro primer trabajo formal”, aseguran
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