Penal de mujeres de Ezeiza. La invitación es dar una clase sobre ley de identidad de género en un taller de periodismo. Me pregunto qué puede interesarles del tema, cómo puede rozarlas el asunto en su encierro cotidiano. ¿Qué es la identidad? “Lo más interno de uno; lo que uno es”, escucho como respuestas de dos de las chicas ubicadas en ronda en un aula donde circula el mate dulce. ¿Y qué entienden por género? “Masculino y femenino”, contesta enseguida una de las alumnas más nuevas, con apenas 20 días en el penal. Entonces allí empezamos a pensar juntas en una tercera posibilidad y aparece la T, de transgénero.
Las definiciones, las distinciones entre travesti, transexual, las dudas de cada una se fueron mezclando con anécdotas y reflexiones sobre experiencias suyas con personas trans dentro y fuera de la cárcel. La conversación se vuelve interesante: las que al principio son más tímidas y parece que nunca van a animarse a participar, no pueden dejar de decir lo suyo, de discutir, de repensar el tema de la transexualidad, una palabra de la que ya se apropian para narrar sus experiencias.
En las cárceles de mujeres de la Argentina no se ven travestis ni transexuales chicas, porque hasta ahora la legislación las trata como hombres y cumplen su condena junto con ellos, con la violencia física y psicológica que implica convivir en pabellones con personas que, en la mayoría de los casos, desconocen y hasta se burlan de la identidad de género de las personas trans. Prueba de esto un informe de la procuración Penitenciaria de la Nación que, en 2010, informó sobre episodios de depresiones que, acompañados de la ausencia de atención psicológica y psiquiátrica, constituyeron un escenario mortal: tres suicidios de personas trans en un año.
Ellas en la clase hablan de las travestis que se cruzan cuando, por alguna razón, tienen algún intercambio con la cárcel de varones. Intentan ponerse en el lugar de estas personas. Siguen dándole vuelta a la letra “T” escrita en grande en el pizarrón al lado del tema del día: ley de identidad de género. “Si se sienten mujeres deberían estar con nostras, ¿no?”, propone una de las chicas. “Conozco chicas de acá que les pasan pinturas a travestis de allá, porque ellas se arreglan mucho”, recuerda otra.
Después de más de una hora de conversar, proponemos con Sol Amaya -una de las profes estables del taller de periodismo junto con Tomás Rivas- que escriban lo que les haya quedado del tema que charlamos. Estos son fragmentos de sus escritos, que dan cuenta de que la transexualidad es una realidad con la que conviven diariamente; también evidencian que estas personas hoy son doblemente marginales: ocupan un lugar de segunda dentro de las cárceles.
Diana
En esta penitenciaría comparto con una compañera que se llama María. Ella aquí comparte con otra chica que se viste de hombre. Ella me cuenta que en su vida aquí se siente bien con ella y también lo apoya económicamente en todo. O sea hace él el papel de hombre en todo sentido, como dice ella. Pero también me dice que su vida afuera fue muy diferente, que tiene cuatro hijos con diferentes hombres y que su vida afuera es muy alocada, que aquí sólo vive el momento y nada más, que cuando salga y vuelva a su casa todo esto que vive aquí se olvida porque lo que a ella le gustan son los hombres.
Laura Ross
Me parece que la palabra que subyace a la ley es identidad y es apertura. Empezar a reconocer distintas opciones sexuales y darles un marco legal para que puedan desenvolverse en sociedad, contando con derechos de salud, de educación y todas las áreas comunes a todos los ciudadanos. Ahora es importante seguir.
Recuerdo hace muchos años, como en el 2000, una travesti metida frente a una fuente en una plaza en Palermo, donde yo vivía, pidiéndome ayuda porque la policía la perseguía. Yo estaba tomando aire en el balcón. Era verano. Esperamos que con esta ley los abusos policiales y los maltratos se terminen.
Nora
Conocí en el año 2009 a una chica muy bonita acá en la cárcel. Ella era modelo, estaba muy preparada, con estudios. En ese entonces, mientras ella estuvo detenida, se hizo muy amiga mía y me contó su realidad. Esto no sé si contarlo: ella había nacido como varón pero estaba operada porque se sentía mujer. Como en la cárcel hay chicas que se creen chicos la querían obligar a ella a mantener relaciones y como ella se negaba la golpeaban. Ella se refugiaba en mí. Compartíamos patio. Era un tanto sensible, decía que extrañaba mucho a su mamá. De ella mucho más no contaba. Hasta el día de hoy no se cómo logró que la pusieran en el pabellón de mujeres, supongo que, como era extranjera, tendría un pasaporte de mujer aunque había nacido varón. Yo no le pregunté. Era tan mujer que nadie se daba cuenta de nada.
María Eugenia
¿Qué pasó con la letra T?. Es un adelanto bastante grande que se haya aprobado la ley de identidad de género, pero ¿tiene algún sentido que en el DNI aun no figuren como tal? Sigue siendo casilla masculina, casilla femenina. ¿Dónde está el transgénero? ¿Dónde está la casilla de T para poner esa x? Con esta ley, ¿realmente están reivindicadxs?
Bonus track
¿T de qué?
Por lic. Alejandro Viedma
Al ser fundamental entender las palabras que utilizamos cotidianamente y, para no presentar confusiones, confeccioné el siguiente mini glosario con términos que, muchas veces, son dudosos o difíciles. Se trata de vocablos que abarcan disciplinas variadas, por lo que ya no alcanza con definiciones cerradas; por ejemplo, actualmente no se sostiene definir a un ser humano por su genitalidad, desde lo puramente biológico.
Las palabras nunca son inocentes ni aleatorias ya que, según su contexto, significado y entonación –todo esto más allá de la intención subyacente-, pueden dignificar (si despatologizan o positivizan), enfermar (si condenan o reprimen), estigmatizar (si señalan negativamente), justificar (la violencia o discriminación), negar o ningunear (por ej, si se trata en masculino a una persona que asume una expresión de género femenina o viceversa), etc.
Por otro lado, cuando se señala a las personas con el objetivo de cercenar es porque precedentemente ya se las ordenó en el mundo de “los malos”, en contraposición a “los buenos”, los que estarían aprobados y, en ese sentido, los adultos continuamos seleccionando y diferenciando muy parecido a como lo hacen los/as niños/as.
Los vocablos y sus sentidos, entonces, dependerán de su carga valorativa y, a partir de ahí, sabremos cómo los incorporamos y repetimos porque nos educan de una manera normativa y eso condiciona y nos condiciona. En este sentido, no es lo mismo mencionar a los “degenerados” que a “l@s divers@s”.
También desde el psicoanálisis tendremos que hacernos cargo del granito de arena que nos toca. Una cosa es continuar hablando de “elección (de objeto)” y otra de orientación sexual o identidad de género. Lo mismo deberá revisar la psiquiatría, que acuñó el término homosexual, y la entidad nosológica “disforia de género” (que hoy rige en el DSMlV), en sus manuales de desórdenes mentales. En la actualidad se está debatiendo la eliminación de la disforia de género de la lista de enfermedades psiquiátricas, tal como ocurrió entre los años ’70 y ‘90 con la homosexualidad.
El poder negativo de las palabras trae consecuencias nocivas, síntomas en los cuerpos, efectos en el soma que por ejemplo se manifiestan en la vida sexual de los sujetos, justamente porque la sexualidad contra normativa no es habilitada del todo (por el Otro) para poder explorarla y practicarla.
En el caso de las personas trans, todo se embrolla más que en las personas lesbianas, gays y bisexuales porque las primeras generalmente fueron echadas de sus familias e instituciones escolares desde púberes, cuando ya han empezado a asumir una expresión de género distinta a lo que socialmente se espera para su sexo biológico.
CONCEPTOS
- La identidad corresponde a la visión que cada uno/a tiene de sí mismo/a o a la convicción interna de lo que es. Esta identidad es construida a partir de varios aspectos.
-Identidad de género: es una experiencia individual e interna del género de cada ser humano que puede o no corresponder al sexo biológico que le fue asignado al nacer, incluyendo la percepción del cuerpo y otras expresiones del género, tales como la vestimenta, la forma de hablar y los modales. La identidad de género de una persona puede ser femenina, masculina, transgénero o ambigua. La identidad de género está separada de la orientación sexual de la persona, es decir, el hecho de que una persona tenga una identidad de género femenina no implica que se sienta atraída afectiva y sexualmente por varones.
- La letra T: se utiliza para agrupar a las personas Transgénero (o Trans), es decir, aquellas cuya expresión o identidad de género difiere de las expectativas convencionales del sexo físico y que transitan entre lo femenino y masculino: travestis, transexuales, intersexuales. Por transgénero deberá entenderse toda la población cuyo comportamiento, características, roles, identificaciones no corresponden a los que tradicionalmente se asignan a las personas de acuerdo con su sexo de nacimiento.
- Travestis: son las personas que usan ropa y/o maquillaje del sexo opuesto con el fin de expresar su propia identidad de género; su orientación sexual puede ser hétero, bi u homosexual. A diferencia de las y los transexuales, en general las travestis no desean realizar la cirugía de reasignación sexual.
- Intersexuales: personas que, al momento de nacer, presentan caracteres sexuales de ambos sexos (varón y mujer), por lo cual poseen una ambigüedad genital; en el pasado se las llamó hermafroditas.
- Transformista: individuo que se viste con ropa del género opuesto generalmente motivado por intereses artísticos.
CONCLUSION
Siempre tendremos que tener en cuenta que todos los humanos somos seres sexuados, personas que podemos disfrutar de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad tendría que ser lo más libre, placentera y satisfactoria posible.
Cuando nos referimos a las sexualidades, a las diversas orientaciones sexuales o identidades de género existentes estamos hablando también de AMOR, de personas que se enamoran de otras personas, de la manifestación de atracciones sexuales y románticas, de sentimientos y conductas que son variantes de la sexualidad humana.
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