El caso de Ariadna obligó al Instituto Federal Electoral (IFE) a preparar un protocolo para sus trabajadores transexuales y transgénero.
Desde 2007, ella, una persona que nació con cuerpo de hombre pero que siempre se ha sentido mujer, dio aviso al Instituto de su situación, porque en los encuentros del IFE con funcionarios distritales nunca sabían dónde ponerla.
Su apariencia, de mujer. Su credencial de elector, con datos de hombre.
“Yo terminé viéndolo con filosofía y por el lado chusco, pero en el fondo hay un drama que es qué espacio en la vida ocupas tú, qué espacio la sociedad está preparada para darte. ¡No hay!”, afirmó.
Desde entonces inició un tratamiento por “disforia de género” término médico para nombrar el transexualismo. Dos años después, ya con una cirugía de reasignación de sexo programada para los primeros meses de 2010, Ariadna avisó al IFE de que se ausentaría de su cargo por dos meses.
“Fue un proceso de entrada largo. No hubo una respuesta inmediata. Lo interpretaron como nos está pidiendo permiso para irse, entonces no me daban permiso, pero dije, no, yo me voy a ir, yo me voy a ir con tu permiso o sin tu permiso, lo único que te estoy pidiendo es que respetes mi derecho laboral porque también tengo el derecho a la salud.”
Ariadna, quien trabaja como funcionaria del IFE en una de las 300 oficinas distritales del país, supone que la Junta General Ejecutiva del Instituto no sabía cómo manejar su caso pues no existe ley alguna en la que se mencione el tema.
Esto la obligó a acudir al ISSSTE para entregar su expediente médico con el diagnóstico de la “enfermedad” a fin de que le dieran la licencia con goce de sueldo.
En el ISSSTE tuvo la suerte de encontrar “personas sensibles” a su caso que le permitieron renovar sus solicitudes de incapacidad, mediante un tercero, mientras ella se operaba en Tailandia. Dependió de la buena voluntad de esas personas, porque no está previsto en las causales de incapacidad la cirugía para transexuales.
Cumplir su sueño, a Ariadna le costó entre medio millón y un millón de pesos. Tan sólo la cirugía tuvo un costo de 14 mil 500 dólares.
“Estoy recuperando fuerzas, pero desde el primer momento el sentimiento de que hay armonía entre tu mente y tu cuerpo por fin es muy grande, es una satisfacción inmensa”, dice Ariadna quien asegura que lo que sigue es luchar por los derechos de los transexuales.
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