Tiempo/Diario Digital Transexual-. Con 47 años de vida, a la vista pareciera que ya tuviera un siglo encima. Y no precisamente por las arrugas o secuelas que el tiempo le ha dejado en la cara, sino por la cantidad de episodios buenos regulares y malos que ha tenido que afrontar.
A los seis años entendió que su cuerpo de hombre no correspondía a sus pensamientos de mujer, razón por la cual decidió pasar de ser un niño común y corriente nacido en Barinas (Venezuela), a convertirse en Angélica María Caicedo, en Colombia. Este cambio, como ella misma dijo, fue un duro golpe para su familia, puesto que en esa época, aparte de ser tajantemente rechazados por la sociedad, eran muy pocas las personas homosexuales y transexuales que 'salían del clóset'.
A los 11 años, y producto de ese afán innato de libertad, Angélica María, ya apropiada totalmente de su papel de niña, se fue de la casa para conocer el mundo por su cuenta y riesgo.
"Así fue que empecé una serie de correrías por ciudades y pueblos del país donde conocí las cosas buenas y malas de la vida, entre ellas las drogas. Esas las logré dejar gracias a mi gran fe en Dios", dice completamente segura.
Cuando llegó al barrio Industrial de Villavicencio, hace 30 años, era un barrio sano, según recuerda.
"Hace cinco años seguía siéndolo, hasta cuando llegaron invasores y delincuentes de otras partes a corromper a los jóvenes", afirmó.
Gracias a su voluntad de servicio se fue ganando de a pocos el afecto de sus vecinos, hasta convertirse en líder y presidenta de la Junta de Acción Comunal.
Entre risas Angélica, estilista de profesión, confiesa que jocosamente la gente le dice en la calle que 'prefieren a un marica honrado que a un macho ladrón', reconociendo su labor y su condición de persona trans.
Ese respeto de la gente que consiguió 'a pulso' es parte de la motivación a seguir trabajando por su comunidad, y es el mismo compromiso que le inculca a 'sus tres hijos' adoptados, a quienes, dice, ama más que si los hubiera parido.
"Lo que más me ha servido es ser transparente y ayudar desinteresadamente a la gente, ahí es donde ya le empiezan a quitar a uno el estigma" asegura Angélica.
Su empuje es admirado igualmente por varios líderes comunales quienes resumen con tres palabras lo que ella con mucho esfuerzo ha construido durante toda su vida: "Es una berraca".
Los jóvenes de las 'ollas' le caminan a la resocialización
Hoy en día, María Angélica Caicedo, presidenta de la Junta de Acción Comunal del barrio Industrial trabaja en un ambicioso proyecto que, en principio, abrirá las puertas a 24 jóvenes delincuentes de la zona, quienes han decidido abandonar el camino del hampa.
La iniciativa que cuenta con el apoyo de la Policía Comunitaria, buscará que las principales empresas privadas de la región abran las puertas las puertas a estas comunidades ofrezcan alternativas de empleo formal a estos muchachos, quienes también serían previamente capacitados en un oficio productivo.
La iniciativa involucrará también a las familias de los jóvenes a través de capacitaciones y oportunidades laborales, que para esta comunidad es sin duda la principal necesidad para sacar adelante a la juventud del barrio Industrial.
Actualmente este tipo de iniciativas se adelantan en otras zonas, como en el barrio Brisas del Guatiquía, donde han sido capacitados en diferentes oficios más de 300 personas.
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