Luis Moncayo. Coordinador
‘Desde mi adolescencia, desde los 17, sentía que algo pasaba en mí, sentía que faltaba un complemento, que debía ser reconocida como mujer.
Me autoinstruí -soy graduada de bachiller en Ciencias Sociales- a pedazos y remiendos, de acuerdo con mis posibilidades económicas. Investigué de qué manera podía reclamar mis derechos y contar con mi verdadera identidad en lo civil.
|
En 2007 presenté mi solicitud para cambiar mi identidad de género y el 24 de enero de 2008 salió la resolución de la Defensoría del Pueblo, para que el Registro Civil cambiara mi identidad de hombre a mujer.
También debo decir que, realmente, desde muy pequeña, desde los 5 años, me identificaba con cosas de niñas, jugar con muñecas, jugar a la cocina, a la profesora... Y logré lo que quería: que me reconozcan como lo que soy, una mujer transexual.
Vivo en la parroquia Yaruquí del cantón Quito, con mi madre y con mis hermanos. Somos nueve hijos y yo soy la mayor de todos. Mi familia se dedica a actividades pequeñas para subsistir. No es que, tengamos posibilidades económicas para vivir cómodamente. Hay que buscar la subsistencia cada día. Tengo 13 sobrinos, son todos chiquitos, los quiero como si fueran míos.
Me he hecho exámenes cromosómicos y de psicólogos clínicos que documentaron lo que soy, es decir, mujer. Esos exámenes dicen: identidad de la fulana tal, es esta, de sexo femenino.
En 2008, en marzo, de tanta insistencia ante el Registro Civil, me cambiaron mis nombres (antes me llamaba Rolan), pero no el sexo. La gente debe saber qué es una mujer transexual, es una persona que nació como se me ve, independientemente del sexo, puede tener pene o vagina, pero si soy una mujer transexual, debo ser considerada como lo que soy, como una mujer, una dama.
Como ser humano tengo el derecho de sentirme completamente satisfecha de ser mujer, porque antes estaba en algo ambiguo, si era hombre o mujer, ahora me siento identificada como mujer. Ahora puedo ir a votar en la fila de las mujeres, que me corresponde, y no en la fila de los hombres. El hecho de ir a votar en las elecciones en la mesa de hombres para mí era duro, no era que me daba vergüenza, sino que no me sentía bien, porque no me trataban como lo que soy, una mujer.
El 22 de octubre (de 2009) obtuve mi nueva cédula con sexo femenino. El cambio de identidad de género, la verdad, me ha cambiado la vida, porque me siento en paz conmigo misma, con mi interior. Ahora ya puedo decir que me llamo Estrella Estévez Carrera y punto, eso para mí vale muchísimo. Porque antes era como una pelea psicológica en mi interior, entre lo uno y lo otro, entre ser hombre y ser mujer.
Soy soltera, sigo soltera, hasta cuando me case, si es que me llego a casar. La verdad, no he pensado en casarme, tengo mi enamorado que es español que tampoco es millonario, es un hombre común y corriente. Él viene el 15 de diciembre, pero me ha dicho: ya Estrella vámonos a España, a Europa y nos casamos. Pero la cuestión no es esa, la cuestión es que mis derechos sean respetados en mi país. Si es que me caso, me caso acá (en Ecuador).
Jamás he tenido una pareja que haya sido mujer, porque yo soy mujer, más bien, siempre he tenido enamorados. En mi caso soy una mujer y nada más, no necesito operarme, soy una mujer transexual y con eso me conformo. No es que no funcione, sino que soy una mujer transexual y así me identifico, así vivo, mi rol es ese.
Mi vida ha sido dura. Yo tuve problemas con mi título de bachiller, tuve que acudir a donde el ministro Raúl Vallejo. Querían saber todo, quién fui, qué no fui; entonces, le dije al Ministro mi derecho es este, la Constitución dice esto, tengo el derecho a guardar la reserva de lo íntimo mío. Si llevo un oficio de la autoridad para que cambien mis nombres tienen que hacerlo, porque la Corte respaldó mi solicitud.
Con mi caso, al crearse la jurisprudencia necesaria para las demás compañeras que deseen cambiarse de identidad de género, o el cambio de nombre de masculino a femenino y viceversa, creo que ya no hace falta una ley, ese cambio está normado.
La verdad, ni por remota idea se me ha ocurrido tener hijos al lograr ser reconocida legalmente como mujer, mi meta no es esa. Mi meta es luchar por la reivindicación social, laboral, económica, política, cultural... de las mujeres transexuales. Por ahora no está en mí tener hijos ni tampoco adoptar hijos.
Mi familia me acepta como soy, todos me felicitan cuando salgo en televisión, me dicen, adelante, luche. Por suerte, hasta el momento, no me he topado con una persona que me diga tal o cual o que me insulte. En los buses, en el trole, en la ecovía, en las calles me reconocen, me dicen ‘Estrellita’.
Me gusta que me llamen ‘Estrellita’, aunque me dicen señora o señorita, eso no me ofende, porque al final soy eso, señorita.
Por ahí oigo lo que hablan estos pastores, evangelistas, curas, yo respeto sus opiniones, pero ¿acaso Dios los mandó al mundo para que juzguen a los demás?
¿Acaso ellos, también, no tienen pecado? Si no tienen pecado o no han pecado que tiren la primera piedra, como dice la Biblia.
Ellos han hablado lo que han querido, pero para hablar de algo hay que tener un poquito de conocimiento de causa, saber, conocer a la persona.
Lo que sí quiero denunciar es que, a pesar de que ahora soy conocida, nadie me da un trabajo para vivir dignamente. He presentado carpetas por todos lados y nadie me quiere dar un empleo, seguramente, por lo que soy.
Como mujer tengo necesidades de vestirme, de arreglarme, de comer, de divertirme. Tengo que andar buscando trabajos en casas de quehaceres domésticos para ganarme unos dólares y poder sobrevivir.
Lo único que hemos recibido de la sociedad es exclusión, discriminación, maltrato. Yo no odio, no guardo rencor a nadie. Pero sí me gustaría que respeten mi vida, que respeten mi derecho, que respeten mi intimidad y que no hablen de lo que no saben. A mí me gusta vivir y dejar vivir”.
Punto de vista
Ramiro García/ Juez III Sala
Su pasado legal no desaparece
Dayris Estrella sigue siendo la misma persona, el cambio de sexo no implica que la persona muere legalmente, simplemente cambia el género, sigue teniendo sus mismos padres, hermanos, obligaciones. No es que, porque se cambió de identidad, tiene que comenzar a estudiar desde el jardín de infantes.
Si tenía una deuda, sigue teniendo esa deuda. Nuestra sociedad ha demorado demasiado en reconocer los derechos a grupos que han sido excluidos. El cambio de identidad no necesita de un juicio para que se lo aplique, ese derecho constitucional tiene que ser reconocido por las autoridades, el Registro Civil.
Rosario Utreras/ Defens. Pueblo
Un precedente en DD.HH.
Lo que se ha producido es que ahora tiene una cédula de identidad coherente en todas sus partes. Es la misma persona. Es la primera que logra en el país que en la cédula de identidad conste el género que ella ha escogido, eso es reconocerle el derecho humano a escoger su identidad sexual. Puede casarse, si ella desea; puede adoptar niños, si se casa.
Se está creando un precedente de defensa de DD.HH. La libertad de opción sexual ya estaba en la Constitución de 1998.
No hay comentarios:
Publicar un comentario