jueves, 12 de noviembre de 2009

Una mujer en las entrañas: guerreras transgénero latinas


Una mujer transgénero narra la odisea de su vida para convertirse en lo que siempre quiso ser

Por Araceli Martínez-Ortega Corresponsal de La Opinión 04 de junio de 2007

SACRAMENTO.— Desde que Erick tiene uso de razón, siempre se sintió mujer, aún cuando al nacer su sexo fue identificado como el de un hombre.

Hoy, Erick, cuyo nuevo nombre es Mariana, ha librado una y mil batallas para ser aceptada y respetada como una mujer transgénero, incluso por su propia familia.
Desde pequeño, a este inmigrante guatemalteco de 26 años, le gustaba jugar con las muñecas "Barbies". "En mi mente yo era una mujer", señala.

Al tiempo que Mariana despertaba la inquietud de su familia, en la escuela, sus compañeros la llamaban niña y la insultaban.

"En el recreo salía corriendo del salón de clases a la oficina donde estaban los maestros, porque si me quedaba en el patio, sabía que me iban a ofender", cuenta.

Algo que sin duda ayudó a Mariana a sortear esa difícil etapa fue su inteligencia. "Era muy buena estudiante y muchos niños se acercaban a mí porque me admiraban, pero al mismo tiempo, les convenía porque querían que yo les ayudará con sus tareas; y entonces yo trataba de estudiar más para seguir entre las mejores", recuerda.

Cuando Mariana cumplió 18 años y se graduó, decidió que ya no podía seguir ocultando su identidad. "Había algo dentro de mí, que me pedía salir", comenta.

Para entonces Mariana debía venir a California a reunirse con su madre y sus hermanos, y sólo esperaban que se graduara para reintegrarse a la familia.

"Era tan esperada mi llegada, pero cuando me vieron llegar con el pelo largo y zapatillas, vi que toda la alegría se hizo tristeza", relata con un nudo en la garganta.

Y agrega que al verla, su hermanita menor no pudo exclamar otra cosa más que "no es mi hermanito, es mi hermanita".

Pero lo peor vino cuando su hermano comentó: "Pensé que habías cambiado".

Después de ese episodio, Mariana dice que a su familia le dio por llevarla de compras a los departamentos para caballeros de las tiendas de ropa. "Caí en una depresión horrible", recuerda.

Dice que un día, andando de compras con su mamá, una mujer se les acercó y le dijo a su madre: "Qué bueno que acepta a su hija como es, eso es muy importante".

"Al regresar a la casa, mi mamá me dijo en tono molesto, no sé de qué me habló esa mujer. ‘¿Está en lo correcto?’, me preguntó. Yo le contesté que la mujer de la tienda tenía la razón".

Y abunda: "En ese momento, mi mamá y yo nos acercamos mucho más de lo que ya estábamos, lloramos y nos abrazamos".

Tras develarse la cortina de su identidad y sin más que ocultar, Mariana afirma que descubrió que, contando con el apoyo de su madre, no le importaba el mundo.

Nineth por su parte, la madre de Mariana, reconoce que cuando se dio cuenta que su hija era transgénero se sintió confundida. "Tenía muchas dudas y no sabía qué pensar", señala. "Lo más difícil fue el resto de la familia, sobre todo hacer que los demás aprendieran a llamarla ‘Mariana’ y no Erick".
Pero también para Nineth, superar las críticas de los amigos y la familia no fue fácil.
Sostiene que "entre lágrimas tuve que aceptar que hijo o hija, yo la amo a ella y quiero que sea feliz".

Aunque Nineth admite que adora a todos sus hijos, Mariana es muy especial y muy allegada a ella. "Siempre está muy al pendiente de mí, se preocupa de que yo me vea muy bien, es muy cariñosa y tenemos una gran comunicación", reconoce.

En base a su experiencia, Nineth pide a los padres de las transgéneros que los apoyen, escuchen, acepten como son y no rechacen, porque son sus hijas.
Actualmente, Mariana afirma que se siente tan mujer como cualquier otra. "Atrás quedaron esos años de miedo y de huir de los demás. Hoy me siento muy segura de mí misma, realizada y feliz", señala.

La historia de Mariana permite ver que la vida para una transgénero no es fácil en Estados Unidos. "Tienes como barreras ser inmigrante, el idioma, el estatus legal. Por eso yo digo que somos unas guerreras las transgéneros latinas, porque encima de todo eso, nos maquillamos y tratamos de vernos bellas", expresa.

A la par de ser actriz —está a punto de protagonizar la obra Manzanitas que se estrenará este viernes 1 de junio en el teatro Frida Khalo de Los Ángeles—, Mariana se ha convertido en una activista por los derechos de las transgéneros.

"Estamos luchando porque la ley estatal de No discriminación en el empleo se extienda a todo el país. Muchas transgéneros son despedidas de su trabajo cuando los patrones se dan cuenta que biológicamente son hombres", expone.
"
Yo lo que le pido a la gente es que nos abran sus corazones, que vean más allá de lo físico, y que si no nos pueden aceptar, al menos nos respeten como seres humanos, porque al final somos igual que todos: cometemos errores y aciertos", comenta
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"Al final, les pido que piensen que detrás de lo físico, en nosotras hay una buena hija, una buena hermana y una buena amiga", concluye.

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