viernes, 20 de enero de 2012

Transexualidad es una condición genética

Por: Laura Martínez

La transexualidad no es una patología. Un individuo puede nacer con un cuerpo que no corresponde a la sensación física, afectiva y psicológica del que tiene.

Según estudios recientes, la identidad sexual está enraizada en la biología de cada ser humano antes del nacimiento, brota de una variación en los cromosomas y está vinculada a los genes; eso desestima que la homosexualidad y la transexualidad sean una opción.

De acuerdo con la investigadora, en algún momento del desarrollo intrauterino existe un punto crítico por el que cada individuo pasa y algunas veces no se alinea a la hora de nacer, vivir y socializar. Por ello, no debe considerarse tanto a la transexualidad como si se tratara de una patología.

La Facultad de Medicina de la UNAM, reconoce que si bien no existen estadísticas y frecuencias, se calcula que en el mundo hay un transexual por cada 30 mil habitantes.

La teoría de la identidad y los genes responde a la interrogante de por qué nos sentimos hombres o mujeres. Es una condición genética y cromosómica, es decir, ocurre al momento en que se fecunda el óvulo. Luego viene la gestación.

Antes de la semana 14, se tiene un cerebro femenino, por las hormonas de la madre; a partir de ese momento, y si el producto tiene cromosomas XY, se produce testosterona, que bloquea esas sustancias. Entonces, circuitos neuronales se masculinizan, concretamente el hipotálamo, que se encuentra en la base del cerebro y tiene que ver con la regulación endocrina (la reproducción, la sexualidad, el apetito sexual y la temperatura corporal).

Si se hace un cableado acorde al XY, se producirá un niño con cuerpo y conducta coherente a los cromosomas; el género, desde ese punto de vista, es una combinación de la base biológica y la forma de crianza.

Además, existen varias teorías acerca de qué sucede cuando, en el proceso de cambio hormonal, la testosterona no surte efecto, porque se bloquea o es atacada por anticuerpos. No se cablea bien el hipotálamo y nace un niño que se percibe a sí mismo como niña, y se pregunta frecuentemente por qué tiene un cuerpo que no corresponde a su cerebro; entonces crece con una incongruencia de género.

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